9 de diciembre: Día Internacional contra la Corrupción

«La corrupción es criminal e inmoral, y representa la máxima traición a la confianza pública». Así lo dijo en el Día Internacional contra la Corupción, António Guterres, noveno Secretario General de las Naciones Unidas, que asumió el cargo el 1 de enero de 2017.

Antilavadodedinero / ONU

Recuperación con integridad

La corrupción aumenta en tiempos de crisis y la actual pandemia global no es la excepción. Los países en todo el mundo han adoptado medidas significativas para hacer frente a la emergencia sanitaria y evitar un colapso económico mundial.

Han movilizado miles de millones en fondos para adquirir equipo médico y proporcionar una red de seguridad económica para la ciudadanía y los negocios que están en peligro. La necesidad de respuestas urgentes, sin embargo, obligó a algunos Estados a negociar el cumplimiento, la supervisión y la rendición de cuentas para poder lograr los impactos rápidos que se requerían, creando así importantes oportunidades para la corrupción.

Guterres dijo,»Recuperarse con integridad” y enfatiza que únicamente con medidas eficaces para mitigar la corrupción será posible lograr una mejor recuperación; al mismo tiempo destaca que la recuperación inclusiva del COVID-19 sólo puede lograrse con integridad.

Afirmó que: «Es aún más perjudicial en tiempos de crisis, como está ocurriendo ahora en el mundo con la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19).

La respuesta al virus está creando nuevas oportunidades para explotar la supervisión débil y la transparencia inadecuada, desviando recursos que debían estar destinados a personas que se encuentran en su momento de mayor necesidad.

Los Gobiernos pueden actuar apresuradamente, sin hacer las debidas comprobaciones sobre los proveedores o sin determinar precios justos.

Los comerciantes sin escrúpulos venden productos deficientes, como respiradores defectuosos, pruebas mal fabricadas o medicamentos falsificados.

Y la connivencia entre quienes controlan las cadenas de suministro ha dado lugar a que algunos bienes muy necesarios tengan unos costos escandalosos, lo cual causa desviaciones en el mercado y deja a muchas personas sin posibilidad de acceder a tratamientos vitales.

Tenemos que trabajar juntos para poner fin a esos robos y a esa explotación adoptando medidas drásticas para poner fin a los flujos financieros ilícitos y los paraísos fiscales, abordando los intereses particulares que se benefician del secretismo y la corrupción y ejerciendo la máxima vigilancia sobre la forma en que se gastan los recursos a nivel nacional.

Juntos, tenemos que crear sin demora unos sistemas más sólidos para la rendición de cuentas, la transparencia y la integridad.

Tenemos que hacer que los líderes rindan cuentas.

Los empresarios tienen que actuar con responsabilidad.

Es esencial contar con un espacio cívico dinámico, con acceso abierto a la información.

Asimismo, debemos proteger los derechos de quienes denuncian las fechorías y reconocer su valor.

Los avances tecnológicos pueden ayudar a aumentar la transparencia y a controlar mejor las adquisiciones de suministros médicos.

Los órganos de lucha contra la corrupción necesitan más apoyo y empoderamiento.

Las propias Naciones Unidas siguen dando prioridad a la transparencia y la rendición de cuentas, tanto dentro como fuera del contexto de la respuesta a la COVID-19.

Para muchas personas de todas las regiones, la corrupción es desde hace tiempo una fuente de desconfianza e indignación contra sus líderes y gobiernos.

Pero la corrupción en tiempos de la COVID-19 podría llegar a socavar gravemente la buena gobernanza en todo el mundo, y a desviarnos aún más de nuestro camino hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Insto a todos los gobiernos y a todos los líderes a que actúen con transparencia y responsabilidad, y a que utilicen los instrumentos que ofrece la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.

Esta es una plaga antigua que está adoptando nuevas formas. Redoblemos nuestra determinación de combatirla». Concluyó António Guterres,

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