La única verdad profunda de su vida se la llevó al caer de un cuarto piso, en Londres, el 27 de junio de 2007.
Todo lo demás, en los hechos y enigmas del espía egipcio Ashraf Marwan, late entre realismo y fantasía.
Ingeniero químico y millonario nacido en El Cairo el 2 de febrero de 1944, fines de la Segunda Gran Guerra, a sus 25 años empieza a trabajar en el área de Presidencia de Gamal Abdel Nasser, acaso el político árabe más influyente de su tiempo, y presidente de Egipto desde 1954 hasta su muerte, en 1970, a los 52 años.
Tiempo en que Marwan se mueve como pez en el agua en el corazón del poder con una ventaja difícil de superar: está casado con Mona Nasser, segunda hija del líder, bella y sensual, que le ha dado dos hijos: Gamal y Ahmed. Dos esperanzas para, algún día, fortalecer el nacionalismo y el panarabismo de su abuelo.
Al parecer, experto en tráfico de armas (fuente de sus primeros millones), solo y sin protección a la vista, pone en manos de un pequeño comando terrorista árabe oculto cerca del aeropuerto, dos lanzamisiles manuales destinados a derribar un avión de El-Al, la línea de bandera israelí.
El atentado falla.
Pero Marwan ya se ha ido.
El comando lo busca para matarlo por traición, pero –hábil de métodos y lengua– logra convencer a los verdugos que los misiles estaban en mal estado:
–Yo también fui engañado –explica.
El episodio le hace sostener la confianza de los árabes…
Pero al mismo tiempo se acerca a Dubi (a secas, sin más nombre ni apellido), agente del Mossad, el servicio secreto israelí, y le cuenta el episodio de los misiles:
–Salvé cientos de vidas judías –le dice.
Un argumento sin pruebas, es cierto. Pero Dubi acepta un fruto maduro:
–Tengo acceso a cualquier información secreta de Egipto. Nasser es mi suegro.
Verdad fácil de comprobar.
La prematura muerte de Nasser (infarto) no cambia su posición: empieza a trabajar como asistente del nuevo mandatario: Anwar Sadat.
Durante un tiempo viaja constantemente y se mueve en los dos frentes.
Dubi, afincado en Londres, desconfía de Marwan pese al episodio de los misiles: es un joven pero curtido jefe de espionaje.
Pero el ingeniero, que olfatea el peligro, le aporta abundante información del corazón del poder egipcio. Acaso no muy relevante, pero…
Al cabo de unos meses, el general retirado Zvi Zamir, jefe del Mossad, también con mil ojos sobre el sospechoso, le enciende luz verde:
–Es la mejor fuente que tenemos.
Dubi le abre sus brazos:
–Desde ahora, tu nombre es El Ángel.
Pero el ángel soporta una fuerte tormenta en el frente interno.
Mona, su mujer, que no es tonta –fue criada por un gigante–, cuestiona el nuevo estilo de vida familiar. Mansión, muebles de firma, ropaje de lujo, viajes en primera clase.
No quiere eso. Y tampoco quiere ignorar en qué pasos anda su sigiloso marido. Pero lo soporta. Si Morwan pudo ponerse en el bolsillo a judíos y árabes, mucho más a una dama desconcertada…
Pero el juego de doble agente, en peligro de languidecer por falta de un hit, necesita oxígeno. Un golpe maestro…
Y llega en 1973.
Su contexto: la furia de Egipto por haber perdido la península del Sinaí y los Altos del Golán en la Guerra de los Seis Días, cinco al diez 10 de junio de 1967. Israel contra la coalición de Egipto (entonces llamado República Árabe Unida), Jordania, Irak y Siria.
Victoria aplastante de Israel…
Mientras se acerca el Yom Kippur, fecha sagrada para el pueblo judío, Marwan maquina ese golpe maestro.
El cinco de octubre de 1973 le advierte a Israel que «La guerra empezará mañana».
Cuatro palabras que desatan una movilización israelí de emergencia e impiden el desastre: el ataque de Egipto y Siria contra Israel en un día hondamente religioso para los hebreos.
Nueva victoria de Israel.
Pero con cartas ganadoras de antemano: mucho antes, Marwan había puesto en manos de la premier Golda Meir y del mítico guerrero y ministro de Defensa Moshe Dayan… ¡todo!
Las actas de reuniones del alto mando, los diálogos privados de Sadat con otros líderes árabes, y las reuniones con secretas con Leonid Brezhnev.
Comentario de un altísimo oficial de Inteligencia judío:
–Marwan convirtió al mayor enemigo de Israel… ¡en un libro abierto!
Marwan, que siguió trabajando para el Mossad hasta 1998, y ganando millones por sus contactos comerciales con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar…, hasta el fatal 27 de junio de 2007.
Cayó del cuarto piso de su departamento en Carlton House Terrace, Londres.
Muerte fulmínea por rotura de la aorta.
Su funeral, en Egipto, fue un homenaje de alto rango.
El presidente Mubarak dijo:
–Marwan llevó a cabo actos patrióticos que aún no es hora de revelar.
La muerte se atribuyó a suicido o accidente. Pero el espía sufría de un mal en las piernas que le hubiera impedido saltar al vacío por el tamaño de sus zapatos especiales.
Pero esos zapatos desaparecieron del escenario. Y un testigo que vivía en el tercer piso del edificio de enfrente fue muy claro:
–Vi dos hombres vestidos a la moda occidental que aparecieron un momento después de la caída, miraron hacia abajo, y volvieron a entrar.
Eso y la palabra crimen son sinónimos.
¿Quién lo mató?
Traficante de armas, millonario y doble agente…, cualquiera.
Una muerte anunciada.
ALD/Infobae