Nabil Karoui, el empresario y dueño de una cadena de TV está preso por evasión impositiva y lavado de dinero y marcha primero en las preferencias de los electores según las encuestas electorales en Túnez.
El 15 de septiembre próximo, unos siete millones de electores tunecinos tendrán que decidir el rumbo de Túnez en sus segundas elecciones presidenciales democráticas desde el fin de la dictadura. Si no se alcanza la mayoría absoluta de ninguno de los candidatos se celebrará una segunda vuelta antes del 3 de noviembre.
Aunque el país goza de una estabilidad institucional inédita en una región que ha sido sacudida por las revoluciones árabes y los conflictos, el inicio de la campaña electoral quedó empañado por la muerte de tres presuntos yihadistas y un oficial de la guardia nacional en un ataque en la frontera con Argelia.
A esta amenaza armada se suma el agotamiento de los electores.
Bosco Govantes, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y responsable de la misión electoral de los próximos comicios tunecinos del Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán (OPEMAM), explica que se vive una fuerte desafección política de la población: “Existe una gran desconfianza en los lideres, sobre todo los de los partidos tradicionales, esto se mostró en la altísima cifra de abstención de elecciones municipales del 6 de mayo del 2018: un 64,4%”.
Preocupación por la economía
La fuerte inflación que atraviesa el país, una posible reforma de la Constitución, pero sobretodo el elevado 15% de desempleo, que llega al 30% si hablamos del juvenil, son las mayores preocupaciones de los ciudadanos.
Precisamente los jóvenes tienen un papel determinante, ya que el 15 de septiembre votan por primera vez cerca de un millón de personas que han cumplido la edad necesaria, y muchos mirarán qué programa electoral les ofrece más subvenciones y ayudas al desempleo. El debate en la calle está más enfocado en la situación económica que en otras ocasiones, cuando el laicismo-islamismo protagonizaba la discusión extra e intra parlamentaria.
Desde luego son unas elecciones muy delicadas, y por ello la Instancia Superior Independiente de las Elecciones ha encomendado la misión de vigilar la campaña a 1.500 observadores y el día de las votaciones serán 10.000. También ha prohibido publicar sondeos desde el 2 de septiembre, lo que dificulta saber la evolución del apoyo de los candidatos.
Los diversos perfiles de los 26 candidatos
El favorito en las volátiles encuestas es el millonario empresario Nabil Karui,dueño de una de las cadenas de televisión más vistas del país, Nessma TV, en la que el ex primer ministro italiano y actual eurodiputado, Silvio Berlusconi, tiene acciones. El partido que Karui mismo ha creado, Qalb Tounes, “El corazón de Túnez” propone la liberalización de la economía tunecina, apoyado por empresarios y liberales.
A través de su organización Khalil Tounsi, que distribuye alimentos y medicinas en las regiones pobres, Karui se presenta como un hombre generoso y se posiciona como el outsider apoyado por una gran parte de la población cansada de la clase política de siempre.
Lo insólito es que el magnate está en prisión desde el 23 de agosto por evasión fiscal y blanqueo de dinero y aun así se puede presentar a los comicios. Además, el hecho de que esté en la cárcel no es sino un motivo más para apoyarle, ya que muchos acusan su detención como una persecución política llevada a cabo por las tradicionales élites tunicinas.
“La prison ne nous arrêtera pas“, RDV le 15 septembre”, (la cárcel no nos va a parar, nos vemos el 15 de septiembre), claman las pancartas de sus seguidores. Además, ha ido cosechando votos repartiendo ayudas sociales a ciudadanos a través de sus medios de comunicación y ha sabido dominar la comunicación y el marketing para que el pueblo le considere uno de los suyos.
Los otros candidatos: un islamista, un defensor de los LGBT
Abdelfatah Moru,influyente teórico del islam político y el representante del partido islamista Ennahda, una de las principales fuerzas políticas que han dominado el parlamento tunecino desde la caída de Ben Ali en 2011.
Muy crítico con la formación, Moru abandonó el partido durante años, ya que no estaba de acuerdo con muchos de sus planteamientos, como la defensa del uso de la violencia. Su elección como cabeza visible corresponde a un momento de baja popularidad del islamismo ferviente entre la población, ya que Moru corresponde a un perfil más abierto a Europa y moderado dentro del islamismo.
“Existe en cierta parte de la población un cierto sentimiento de nostalgia respecto a la dictadura de Ben Ali, régimen que se vino abajo tras la primavera árabe. Algunos ciudadanos echan de menos la seguridad y la expectativa de crecimiento que reinaba con Ali, aunque no fuera cierta”, afirma Bosco Govantes.
Estas facciones de la población podrán votar a candidatos como Abdelkarim Zbidi, actual ministro de defensa y hombre de confianza del dictador Ben Ali o a la polémica abogada Abir Moussi, nostálgica también de la dictadura, opositora al islamismo y con un mensaje de ultraderecha.
Yusuf Chahed, actual primer ministro, partía como uno de los favoritos, pero se ha ido quedando atrás en los sondeos al ritmo de la economía del país. Otro de las opciones en las papeletas es el representante del Partido Liberal, Munir Baatur, el primer candidato abiertamente homosexual que promueve la despenalización de la homosexualidad en Túnez.