La policía de Perú ha desmantelado una red de tráfico de drogas que utilizaba buzos para adherir cargamentos de cocaína a los cascos de los barcos, una técnica de tráfico innovadora y difícil de detectar que parece estar extendiéndose por todo el continente.
Han sido capturadas 12 personas y están a la espera de juicio por su participación en la red, entre ellos dos oficiales de la Marina peruana. La red traficaba cocaína a Europa desde los puertos peruanos de Pisco y Chimbote, utilizando buzos que soldaban paquetes de droga sellados en los conductos de ventilación de los cascos de los barcos, informó América TV.
De esta manera se podían traficar hasta 600 kilogramos sin que la tripulación de los barcos se diera cuenta. La técnica les permitía a los traficantes evadir los controles de seguridad portuaria, así como los pagos a los empleados de los puertos para que colaboraran en el almacenamiento de las drogas a bordo.
La red estaba liderada por colombianos, en colaboración con ayudantes peruanos. Según América TV, un especialista colombiano, conocido como “Fantasma”, era presuntamente responsable de las operaciones de soldadura bajo el agua.
Tácticas similares se han detectado en Colombia desde al menos 2014. Allí, los traficantes utilizan un método conocido como “parásito”, mediante el cual las drogas se sellan en cilindros metálicos que se sueldan directamente en los cascos de los buques portacontenedores.
En el mes de junio, la policía ecuatoriana también advirtió que los narcotraficantes podrían estar utilizando la parte inferior de los barcos. Después de dicho anuncio se detuvo a un hombre que nadaba por las aguas del puerto de Guayaquil arrastrando cajas que contenían 138 kilogramos de cocaína. Fue interceptado a 70 metros de un barco que se preparaba para zarpar hacia España. La policía cree que tenía la intención de adherir las drogas al casco, las cuales serían llevadas a bordo por los miembros de la tripulación una vez zarparan.
La táctica de soldar las drogas a los cascos de los barcos es bastante ingeniosa y permite que las sustancias ilícitas sean casi imposibles de detectar mediante los procedimientos de inspección regulares. La proliferación de esta técnica genera preocupación con respecto a la preparación de las fuerzas policiales de la región para combatirla.
La primera línea de defensa consiste en equipos de buzos policiales, entrenados especialmente para inspeccionar la parte inferior de los barcos. Esta estrategia ha permitido importantes incautaciones en Colombia, y le permitió a la policía peruana interceptar un cargamento que se dirigía de Colombia a Chile.
Pero dichos equipos deben enfrentar bastantes desafíos. Los buzos reportan mala visibilidad, y dicen que los traficantes están encontrando formas cada vez más ingeniosas de ocultar los “parásitos” subacuáticos. En Colombia suelen pintar los tubos para que parezcan parte de la estructura del barco.
La más reciente técnica descubierta en Perú, en la que los delincuentes insertan las drogas en los respiraderos, hace que los cargamentos sean aún menos visibles para los buzos.
Además, los equipos de buceo carecen de suficientes recursos. En Ecuador, la policía antidrogas cuenta con apenas 30 buzos en todo el país. Ocho están ubicados en Guayaquil, donde realizan un promedio de cuatro inspecciones semanales, según un informe de El Telégrafo. Esto representa solo una pequeña fracción de los barcos que pasan por el principal puerto del país.
Esto es particularmente preocupante dada la creciente importancia de Ecuador como punto de partida de los cargamentos de cocaína. En 2018, el medio ecuatoriano Plan V informó que 39 toneladas de la droga habían sido incautadas en los dos años anteriores solo en Guayaquil.
ALD/Insightcrime