De banda tribal a guerrilla, de derrocar a un presidente a desestabilizar el mercado energético global.
Los hutíes, el grupo rebelde que inició la guerra civil en Yemen hace más de cinco años, se hace sentir estos días más allá de las fronteras del devastado país de Medio Oriente.
El fin de semana, los insurgentes, que según algunas fuentes reciben apoyo y entrenamiento de Irán y Hezbolá, se atribuyeron los atentados que paralizaron la mitad de la producción petrolera de Arabia Saudita.
Los rebeldes aseguraron que coordinaron un ataque con 10 drones contra una refinería y un campo de petróleo en el noreste del golfo, lo que desestabilizó la producción en un país desde el que se exporta el 5% del crudo que se consume en todo el mundo.
Sin embargo, pese a la declaración de los hutíes, altos oficiales de Estados Unidos y Arabia Saudita acusaron directamente a Irán de estar detrás de los ataques.
Teherán niega cualquier participación en los atentados contra su mayor rival en el Golfo Pérsico, pero a medida que pasan los días los interrogantes sobre cómo habrían podido los hutíes organizar un ataque de esta escala -o de dónde sacaron la tecnología para ello- siguen sin responderse.
De hecho, este martes, fuentes de inteligencia aseguraron a medios estadounidenses que los ataques fueron lanzados desde una «base iraní» cerca de Irak, lo que habría despistado a los sistemas antimisiles sauditas, que están más orientados hacia potenciales amenazas desde Yemen.
El presidente Donald Trump aseguró el domingo que Estados Unidos estaba listo para responder ante la afrenta a su aliado en el Golfo, pero luego rebajó la amenaza a la espera de los resultados de las investigaciones sobre lo sucedido.
Entre tanto, los focos están nuevamente en Medio Oriente y en las tensiones entre Arabia Saudita, Irán y los hutíes.
¿De dónde viene la rivalidad entre los sauditas y los hutíes?
Para entender la rivalidad entre los hutíes y Arabia Saudita no hay solo que remontarse a la intervención de Riad en la guerra en Yemen, un conflicto que ha dejado más de 91.000 muertos, según cifras del Proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados, y que es considerado por la ONU como una catástrofe humanitaria.
En realidad, las tensiones se originaron muchos años atrás, cuando la influencia saudita -partidaria del sunismo- en su vecino del sur llevó a que la minoría religiosa chiita yemení quedara desplazada en la nación.
La marginación de una rama del Islam conocida como zaidismo, que gobernó el norte de Yemen bajo un sistema conocido como imamato por casi 1.000 años, hasta 1962, llevó a que partidarios de esa corriente comenzaran a organizarse como un movimiento juvenil.
«Este cisma religioso que lleva a este tipo de movimiento insurgente se puede ver reflejado en el resto del Medio Oriente, también dividido entre chiitas y sunitas», explica a BBC Mundo Jonathan Marcus, corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC.
Lo que empezó como un grupo tribal de zaidíes descontentos en torno a la figura del clérigo Hussein Badr al Din al Huti bajo el nombre «Ansar Allah» a inicios de los 90 terminó poco tiempo después convertido una guerrilla insurgente.
Luego de que soldados yemeníes mataran a Huti (cuyo apellido dio nombre al grupo) a finales de 2004, su hermano Abdul Malik tomó el control y lideró otras cinco rebeliones, antes de que un cese el fuego fuese acordado con el gobierno en 2010.
Pero no sería hasta un año después cuando el poder del grupo, cuyo lema es «Dios es grandioso, muerte a Estados Unidos y a Israel, maldición a los judíos y victoria para el Islam«, comenzaría mostrarse como decisivo en el ajedrez político yemenita y de Medio Oriente.
En 2011, los hutíes se unieron a las protestas en contra del expresidente Alí Abdalá Salé -cuyo gobierno se extendió por más de 30 años- y sacaron ventaja del vacío de poder para expandir su control territorial en las provincias de Sadá y la vecina Amran.
¿Y cómo entraron en guerra con los sauditas?
Las tensiones religiosas entre los hutíes y Riad explotaron en 2015, cuando Arabia Saudita se volvió el gran enemigo de las fuerzas rebeldes en la guerra de Yemen.
El conflicto civil había comenzado en 2014 cuando los insurgentes tomaron el control de la capital y la ciudad más grande de del país, Saná.
Lo que comenzó por una protesta para pedir precios más bajos de petróleo pronto se transformó en la exigencia de la renuncia del gobierno.
Tras negociaciones fallidas, los rebeldes se apoderaron del palacio presidencial en enero de 2015, lo que llevó al presidente Abd Rabbu Mansour Hadi a renunciar y refugiarse en Riad.
En marzo de ese año, una coalición de Estados del Golfo dirigida por Arabia Saudita lanzó una campaña de aislamiento económico y ataques aéreos contra los insurgentes hutíes, con el apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos.
Hadi rescindió su renuncia y regresó a Adén en septiembre de 2015 y la lucha ha continuado desde entonces.
¿Qué implicó la intervención de varios países en la guerra?
La intervención de las potencias regionales en el conflicto de Yemen, incluidos Irán y los estados del Golfo liderados por Arabia Saudita, llevaron al país a una división más amplia entre sunitas y chiitas.
De acuerdo con un estudio del Brookings Institution, un think tank con sede en Washington, los hutíes comenzaron a recibir dos apoyos fundamentales: de Irán -enemigo jurado de los sauditas- y la organización islámica libanesa Hezbolá.
«Algunos de los países que conforman la región han buscado tradicionalmente en Irán o Arabia Saudita apoyo y orientación dependiendo de su inclinación religiosa. Entonces también pasó algo así en Yemen», explica Jonathan Marcus.
Teherán niega de forma ferviente cualquier apoyo al grupo, pero la marina de Estados Unidos asegura que numerosos envíos de armas iraníes a los rebeldes han sido interceptados en el Golfo de Adén desde abril de 2015.
Mientras, la coalición liderada por Arabia Saudita ha seguido librando su campaña contra los rebeldes hutíes, lo que ha provocado numerosas bajas civiles.
De acuerdo con cifras de la ONU, más de 22 millones de yemeníes necesitan ayuda humanitaria, 8 millones están en riesgo de hambruna y un brote de cólera ha afectado a más de un millón de personas.
Según los informes de los organismos internacionales, todos los bandos del conflicto han violado los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
¿Qué cambió en la estrategia de los hutíes?
En 2010, un estudio de la Corporación RAND, un think tank que asesora a las fuerzas armadas de Estados Unidos, planteaba la cuestión de si los hutíes podrían ir más allá de ser una serie de «grupos de lucha desconectados» para formar «una fuerza coordinada y sincronizada».
Nueve años después, los expertos coinciden en que no solo sucedió eso último, sino que también han sabido aprovechar desarrollos tecnológicos y estrategias militares que han hecho dejado mal parados los sistemas de defensa de Arabia Saudita.
«Los hutíes han demostrado ser políticamente listos y muy audaces al aprovechar las oportunidades. Han demostrado que son un oponente militar muy duro», señala Michael Knights, analista del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente.
De hecho, desde la intervención saudita, uno de los cambios que sucedió fue que la escalada militar comenzó a trascender las fronterasde Yemen.
Los hutíes, que tras el inicio de los ataques aéreos se concentraron en operaciones defensivas, comenzaron a contraatacar en el territorio de su vecino, bombardeando con drones y otros artefactos embarcaciones e infraestructuras vitales como instalaciones petroleras o aeropuertos internacionales.
En casi todas las ocasiones tras los ataques, la monarquía saudita ha acusado a Teherán de financiar y organizar los atentados.
«Los ataques hutíes contra la infraestructura de Arabia Saudita han añadido inevitablemente un nuevo frente a la confrontación entre Teherán y Riad», señala Marcus.
Sin embargo, un estudio del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente asegura que hay notables límites en los lazos de Irán con los rebeldes yemenitas.
«Las relaciones de los hutíes con la república islámica se parecen más a la relación Irán-Hamás que a la relación Irán-Hezbolá; es decir, los hutíes son socios autónomos que generalmente actúan de acuerdo con sus propios intereses, aunque a menudo con armas iraníes de contrabando y otra ayuda indirecta», indica.
De acuerdo con Michael Knights, a lo largo de los años han demostrado ser un «oponente militar muy duro» que sabe cómo corresponder a los ataques que recibe.
«Catorce años de conflicto los han fortalecido y saben cómo desarrollarse en condiciones de guerra. A nivel táctico, como señaló un oficial de la coalición del Golfo, ‘son duros, están dispuestos a morir, están organizados y mejoran con el tiempo'».
Entre tanto, los expertos señalan que los ataques del fin de semana suponen un cambio inesperado en el tenso contexto de la «lucha contra el terrorismo».
«Estos atentados del fin de semana muestran un cambio de juego radical para el que no estamos preparados», asegura a BBC Mundo Jorge Piñón, profesor de la Universidad de Texas.
«Diseñamos la tecnología de los drones, pero no fuimos capaces de darnos cuenta de la amenaza que suponían y ahora cualquier instalación, militar o petrolera, está en un potencial peligro, ya sean por parte de los hutíes o de cualquier otro grupo», agrega.
ALD/BBC