La Policía detiene a un timador en Madrid buscado por cinco juzgados por apropiarse de 1,2 millones de exparejas, amigos y conocidos en España.
Antilavadodedinero / ABC
El monto de las estafas superaría 1,2 millones de euros, realizadas pot Jorge Lozano, a quien los policías buscaban por estafa y quien volvió a la cárcel donde ya había cumplido condena por hechos similares.
Se presentaba como ingeniero industrial reconvertido en broker de éxito. En realidad era contable y había trabajado en bancos por lo que conocía la operativa. Garantizaba a sus víctimas ganancias sustanciosas con sus ahorros o con inversiones inmobiliarias. Se ganaba su confianza a través de familiares e incluso de sus parejas y después venía el golpe.
Los ahorros no volvían y no existían tales inversiones, sino que el dinero terminaba en cuentas del ahora detenido o lo utilizaba para mantener su alto nivel de vida. Para sostener el engaño falseaba supuestamente todo tipo de documentos privados y mercantiles como contratos, cheques, etc, según fuentes policiales.
Acumula víctimas por toda España. No solo han perdido su dinero, sino que varias han tenido que recibir tratamiento psicológico: unas porque se han quedado en la ruina y otras porque les ha hecho además trizas sus sentimientos a base de engaños y fantasías.
De apariencia impecable, modales cuidados y siempre dispuesto a ayudar a los demás era fácil caer rendido. «Llegó a despistarnos en un momento dado por la diferencia entre su aspecto perfecto y su labia en comparación con la ficha policial», admiten los investigadores.
A su primera esposa le sustrajo dinero y se vio implicada en sus estafas y en procedimientos judiciales. A la segunda pareja, abogada de profesión, le prometió un futuro idílico. «Tenemos que comprar un piso más grande (ella tiene dos hijos de su anterior pareja) antes de casarnos». La mujer le dio unos 30.000 euros para el contrato de arras de la vivienda, pero además él le robó relojes valiosos y su joyero personal. Luego se esfumó.
No fueron las únicas estafadas. Varias familias perdieron entre 300.000 y 500.000 euros por culpa de sus ardides. Una de Logroño se quedó prácticamente en la ruina. Cuando empezaron las denuncias en cascada desapareció. Llevaba más de un año escondido, cambiando de casa, de coche y hasta de acompañantes de pago, con predilección por las mujeres brasileñas.
Hace seis días la Unidad Adscrita de la Policía empezó a buscarlo y dio con él el lunes, pese a sus tejemanejes. Le reclamaban la Audiencia de Logroño y la de Madrid para ingreso en prisión por estafa y tiene otras tres órdenes de búsqueda y detención de tres Juzgados madrileños. Los motivos idénticos. Él mismo reconoció que se le daba muy bien y que llevaba poniéndolo en práctica toda la vida.