La corrupción roboLucionaria es para tomarla en serio. Nos referimos a la actividad nacional que suma más al PIB, después del narco -el petróleo ha quedado muy atrás.
Antilavadodedinero / CorreodelOrinoco
Ya, en 2018, Maduro y sus patoteros habían logrado el puesto 12º. Pero la desvergüenza, voracidad, el furor de Mesalina para meter mano en la Tesorería Pública, les deparó un apetitoso 5º lugar en el ranking mundial de la corrupción, 2019, publicado la semana pasada, por la ONG, Transparencia Internacional.
¡Y en 2020, no nos gana nadie! -eufórico, gritón, se puso el Segundo de a Bordo de la RoboLución cuando le dieron la buena noticia, mientras con el Mazo Dando, violentaba varias bóvedas del Banco Central, en la propia esquina de Carmelitas.
La corrupción roboLucionaria es para tomarla en serio. Nos referimos a la actividad nacional que suma más al PIB, después del narco -el petróleo ha quedado muy atrás. Pero los guisos no liquidan IVA, derecho de frente, patente de industria y comercio y dado su carácter semiinformal, nuestra economía no se beneficia del efecto colateral de toda industria en expansión.
Días atrás, por ejemplo, los chorizones locales y sus compinches, rusos, chinos, turcos, iraníes, castrocubanos, de las FARC, ELN, del Hezbollah, presenciaron, estupefactos, la diatriba pública entre un expresidente de Pdvsa y el ministro, “Chica del Tiempo” de la RoboLución que lo único que “comunica”, por TV son insultos a los opositores y todas sus “informaciones”, desinforman.
– ¡Guisador, barriga roja…
– ¡Más guisadora barriga roja serán tú y tu suegra que viven en un palacete en Milán!
– ¡Yo, me habré zampado dos mil millones de dólares pero a ti no te ahorcan por menos de diez millardos de dólares, euros, yenes, yuanes y hasta pesos macuquinos!
Pleitos de serrallo. Hay que desalentarlos, en toda forma, porque ponen nerviosa a la Bolsa de Valores de nuestro Wall Street del soborno.
Entre este último, por cierto, y la extracción del oro en el Alto Orinoco, existen evidentes paralelos. Ambos son, masivos, a cielo abierto, plena luz del día, impunes, con métodos artesanales que se traducen en evasión fiscal, depredación del medio ambiente y rendimientos decrecientes.
La única forma de corregir tales distorsiones es mediante la centralización de la “noble” actividad en una oficina pública: El Ministerio del Poder Popular Bolivariano para la Corrupción, el Guiso y los Sobreprecios. Cada traficante de influencias, ya no necesitará, ir de un despacho a otro, “retratarse” en una alcaldía, ponerse querendón en los puestos de la Guardia Nacional, ni preocuparse porque lo vayan a delatar, con la consabida alharaca, pérdida de dinero y tiempo, por antesalas, justificaciones, congestionamientos de vehículos, smog, pero sobre todo, el riesgo de equivocarse de corrupto.
Como rara vez son denunciados -castigados, solo cuando a la marioneta cucuteña, se lo ordenan desde La Habana- los guisadores carecen de referentes para calcular costos, lo que conlleva a la distorsión de la ley de la oferta y la demanda. El Ministerio Bolivariano de la Corrupción, adoptará los correctivos, centralizará toda la información, fijará cuotas contingentes; incentivos especiales; millaje por corrupto frecuente; tarifas mínimas, tarifas VIP y hasta subsidios a los pequeños y medianos rascabucheadores de la Tesorería Pública.
Galardones anuales, como los mencionados al comienzo, se otorgan tomando en cuenta la calidad y cantidad de los cohechos. Lo que habla del esfuerzo de la RoboLución, por superarse, como se superó, a sí misma, en 2019. No hay dinero para, comida, medicinas, para el mantenimiento de escuelas, hospitales, para la niñez abandonada. Han arruinado, Venezuela. Pero, para el floreciente guiso, no hay hecatombe humanitaria que valga. Es que, para la RoboLución, lo primero es lo primero.