Senado de EE.UU absuelve a Trump del cargo de abuso de poder y obstrucción al Congreso

El Senado de Estados Unidos declaró este miércoles que el presidente Donald Trump no es culpable de abusar de sus poderes, como había acusado la Cámara de Representantes.

En la primera de dos votaciones del juicio político, el Senado controlado por los republicanos desestimó las acusaciones contra el presidente de que actuó incorrectamente al retener la ayuda militar estadounidense a Ucrania.

La votación del Senado fue de 52-48. El senador republicano y ex candidato presidencial Mitt Romney votó a favor de la acusación.

A su vez, también se dictaminó declarar no culpable al presidente Trump por obstrucción al Congreso. Esto significa que el mandatario queda exonerado de todas las acusaciones en su contra.

Para condenar al presidente y destituirlo, se necesitaban más de dos tercios de los 100 votos, 67. Del cargo de abuso de poder, 52 senadores votaron a favor de exonerar al presidente, con un solo republicano sumado a los demócratas.

Acaba así el tercer impeachment de la historia, como los dos anteriores fallido, el primero que acaba antes incluso de que el presidente juzgado se presente a la reelección. Los republicanos cerraron filas tras el presidente y, al ser mayoría en el Senado, condenaron el proceso al fracaso.

La unidad republicana sólo la interrumpió este miércoles el senador conservador Mitt Romney, al votar a favor de condenar a Trump por uno solo de los dos delitos, el de abuso de poder.

«La cuestión que los senadores deben responder es si el presidente cometió unos delitos tan escandalosos que se pueden considerar graves, merecedores de la destitución, y la respuesta es que sí», dijo ayer Romney en un polémico discurso en el Senado, antes del voto.

Después, uno de los hijos del presidente, Don Jr. dijo que el senador Romney, que fue candidato a la presidencia en 2012, debería ser expulsado del Partido.

Los demócratas alabaron la decisión de Romney, que así se convierte en el republicano más independiente del Senado, un papel que hasta su muerte en 2018 desempeñó el senador John McCain, apodado «el rebelde».

Según el diputado demócrata Adam Schiff, que ejerció de fiscal en el Senado: «Demostré que Trump es culpable, y pregunté si había un sólo senador que podría decir basta. Pedí que al menos uno de los senadores se alzara en contra de un presidente que es peligrosamente inmoral. Que alguno demostrara algo de coraje moral. Alguien que aceptara cumplir su juramento de impartir justicia. Al menos uno de ellos lo ha hecho».

Fue una excepción, dado el apoyo firme del resto del partido. Hasta los senadores más centristas y críticos con Trump, como Lisa Murkowski de Alaska, dijeron que creen que su conducta fue errónea, pero se negaron a votar a favor de destituirle.

A última hora, tratando de salvar el naufragio del impeachment, el senador demócrata Joe Manchin propuso votar una simple censura del presidente por sus presiones a Ucrania para que investigara al ex vicepresidente Joe Biden, que se presenta a primarias. Sólo algunos demócratas se sumaron a esa fútil iniciativa.

El presidente, por su parte, se ha centrado en su agenda de gobierno y en su reelección. La semana pasada lanzó su propuesta de plan de paz para Oriente Próximo y firmó el nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y esta ha recibido al venezolano Juan Guaidó y ha pronunciado su tercer discurso del Estado de la Unión.

Contra el socialismo

En el discurso de Trump, la clave fue la advertencia de que, con los demócratas, EE.UU. puede precipitarse hacia un modelo socialista como el venezolano. «Para aquellos que están en casa esta noche, quiero que sepan: ¡nunca dejaremos que el socialismo destruya la atención médica de EE.UU.!», dijo el presidente, en referencia al intento de algunos de sus contrincantes demócratas de crear un sistema de sanidad universal.

Tras su fracaso en el juicio político, los demócratas se centran en elegir a un candidato a la presidencia, algo entorpecido por la debacle de los errores técnicos en los caucus de Iowa el lunes. No son esas las únicas elecciones a las que se enfrenta la oposición. En noviembre se elige presidente, se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes. Desde 2019 los demócratas son mayoría en esta última, y desde ella iniciaron el proceso de impeachment con la reprobación de Trump.

El lunes el presidente da un mitin en New Hampshire, un estado que al día siguiente celebra las primarias demócratas. Aún no hay resultados definitivos de la votación en Iowa, aunque el izquierdista Bernie Sanders y el centrista Pete Buttigieg van en cabeza.

En su discurso del Estado de la Unión el presidente Trump no habló ni en una sola ocasión del impeachment. Optó por ignorarlo, centrándose en la economía y sus reformas migratorias, para marcar distancias con la oposición. «América debería ser un santuario para los americanos que cumplen la ley, no para delincuentes extranjeros», dijo el presidente, que llegó al hemiciclo entre cánticos de «¡cuatro años más!», proferidos por diputados de su partido.

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