En la tercera elección que se realiza en menos de un año, el líder del Likud se habría impuesto sobre el exmilitar, Benny Gantz.
Antilavadodedinero / La Nación
Las acusaciones de corrupción que pesan sobre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no le impidieron cosechar ayer una victoria en las elecciones legislativas de Israel al enfrentar a su rival, Benny Gantz, según las primeras proyecciones al cierre de las urnas.
«Se trata de una gran victoria para Israel», tuiteó el primer ministro, adjudicándose el triunfo tras la difusión de las primeras estimaciones.
Los sondeos de boca de urna difundidos tras el cierre de los colegios electorales le daban al Likud, el partido de Netanyahu, entre 36 o 37 escaños de los 120 que conforman el Parlamento, mientras que la formación Azul y Blanco, de Benny Gantz, habría alcanzado entre 32 y 36 lugares. La tercera fuerza volvería a ser la Lista Conjunta árabe-israelí, con 14 asientos.
Sin embargo, si se suman los partidos ultraortodoxos aliados de Netanyahu, el actual primer ministro conseguiría sumar 60 asientos, uno por debajo de la mayoría absoluta, frente a los 52 del bloque que apoyaría a Gantz. En tanto, al margen de los dos bloques quedaría el partido Yisrael Beyteinu, de Avigdor Lieberman, con ocho asientos.
Sin embargo, si se suman los partidos ultraortodoxos aliados de Netanyahu, el actual primer ministro conseguiría sumar 60 asientos, uno por debajo de la mayoría absoluta, frente a los 52 del bloque que apoyaría a Gantz. En tanto, al margen de los dos bloques quedaría el partido Yisrael Beyteinu, de Avigdor Lieberman, con ocho asientos.
Netanyahu y Gantz se enfrentaron por tercera vez en menos de un año en elecciones legislativas, después de que los dos primeros comicios terminaran técnicamente empatados. Como en ambas ocasiones ninguno de los dos partidos pudo formar gobierno debió convocarse a una nueva elección.
Netanyahu, el mandatario que más tiempo estuvo en el poder en la historia del país, lleva más de un año como primer ministro en funciones, durante la prolongada parálisis política surgida de los comicios anteriores. Las elecciones de ayer resultaron determinantes para su futuro político, si se tiene en cuenta que se encuentra procesado por distintos cargos de corrupción.Ads by
No hubo grandes actos masivos durante los días previos a la votación. Tampoco se colgaron carteles en las calles. El hartazgo de los votantes fue uno de los factores que impulsó esas inéditas decisiones.
Las jornadas electorales son feriados nacionales en Israel y el país suele tener una de las tasas de participación más altas de las democracias occidentales.
Temores por el coronavirus
Tras votar en Jerusalén, Netanyahu les pidió a sus simpatizantes que acudieran en masa a las urnas para asegurar la victoria y aprovechó para opinar sobre el escenario global, atravesado por el brote de coronavirus que, en Israel, se encuentra bajo control. A los diversos partidos les preocupaba que las «noticias falsas» sobre la epidemia terminara disuadiendo a los electores.
«Insto a los ciudadanos de Israel a ir a votar. Este es un gran derecho democrático y deberíamos estar orgullosos de él», afirmó Netanyahu. «Hicimos todo lo que pudimos contra el coronavirus. Todo está bajo control y adoptamos todas las medidas posibles», indicó el primer ministro, líder del derechista Likud.
En Israel, país de nueve millones de habitantes, se confirmaron 12 casos de coronavirus. Para garantizar la normalidad de las elecciones, las autoridades designaron 16 colegios electorales especiales en todo el país para que los más de 5600 ciudadanos que se encuentran en cuarentena en sus casas pudieran ejercer su derecho a voto.
En este contexto, el candidato opositor, el exmilitar Gantz, habló después de votar en Rosh Haayin y criticó con dureza a Netanyahu: «Espero que hoy sea el día para cambiar de disco, acabar con la difamación y con las mentiras», indicó.
En las elecciones de abril y septiembre de 2019, el resultado entre el Likud y el partido del centro, Azul y Blanco (Kahol Lavan), de Gantz, había sido parejo. Para esta ocasión, más de seis millones de votantes estaban habilitados para volver a las urnas. Según la comisión electoral, la tasa de participación a las 20 locales era del 65,5%, la cifra más alta desde las elecciones de 1999.
Desde los últimos comicios se generó un quiebre importante: el procesamiento de Netanyahu, que se convirtió en el primer jefe de gobierno en la historia de Israel en ser inculpado por corrupción, malversación y abuso de confianza.
En una de las acusaciones, la Justicia sospecha que el primer ministro otorgó favores gubernamentales que habrían proporcionado millones de dólares al jefe de la compañía de telecomunicaciones Bezeq a cambio de que un medio de comunicación del grupo realice una cobertura mediática favorable.
Sin embargo, el procesamiento de Netanyahu, que enfrentará un juicio el próximo 17 de marzo, no parece haberle costado la pérdida de apoyos al Likud.
«Bibi Netanyahu nos ha llevado donde estamos hoy, políticamente, económicamente (…) y quiero que eso continúe. Además, sigue siendo inocente hasta que se demuestre lo contrario», dijo Ella Levy, de 63 años, tras votar en Jerusalén.
Por el contrario, Inbal, estudiante de matemáticas, defendió a Gantz como instrumento para bloquear el camino de Netanyahu. «No me impresiona, pero no hay otras opciones», confió.
Netanyahu cuenta con el respaldo de las formaciones judías ultraortodoxas de Shas, de Judaísmo Unido de la Torá y de la lista Yamina (derecha radical), mientras que Azul y Blanco tiene el apoyo de los partidos de izquierda que se unieron en una sola lista y podría obtener también el soporte de la Lista Unida, de los partidos árabes israelíes, que sorprendieron en septiembre al quedar terceros, una hazaña electoral que parecen haber repetido.
Netanyahu centró su campaña en la promesa de concretar la anexión del valle del Jordán y las colonias israelíes en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel en 1967, como contempla el plan de paz presentado por Estados Unidos.
Gantz, que también está de acuerdo con el proyecto estadounidense, focalizó su campaña en los problemas judiciales del primer ministro, que se mantuvo en el poder durante 14 años, los diez últimos sin interrupción.