La caída del peso es, desde luego, un elemento negativo para la economía mexicana. Muchos son los efectos que se registran por el desplome de nuestra moneda, casi todos perjudiciales.
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Pero, en México, el fortalecimiento del dólar era una buena noticia para una pequeña porción de la población; decimos “era” porque esta crisis amenaza con volver lo positivo en negativo, incluso para los receptores de divisas.
El peso ha registrado en marzo una depreciación acumulada máxima de hasta 31 por ciento con respecto al cierre de la paridad cambiaría del año pasado.
En las ventanillas de los bancos las cotizaciones de menudeo se ubicaron en un nivel máximo de 25.90 pesos a la venta y 24.30 pesos a la compra.
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Esta sería la buena noticia
Con el aumento del valor del dólar, los receptores de divisas teóricamente se ven favorecidos, reciben más pesos por sus dólares.
En enero de este año, los bancos compraban en promedio cada dólar en 18.50 pesos. Ahora el precio máximo al que han comprado es el ya señalado 24.30 pesos por dólar, al menos eso en la teoría.
De haberse aplicado estos precios, los receptores de divisas, especialmente dólares, deberían de recibir prácticamente 6 pesos adicionales por cada dólar.
Aunque las empresas que pagan remesas siempre han hecho su agosto en cualquier mes del año con los recursos que mandan nuestros paisanos que laboran en el exterior y castigan las cotizaciones. De cualquier manera, es un hecho que la caída del peso beneficia, aunque sea en una magnitud menor, a quienes reciben remesas en el país. Así era como funcionaba esta relación hasta ahora; quizás la crisis del Covid-19 podría cambiar el escenario y provocar que, por primera vez en la historia, la depreciación del peso no sea tan favorable porque provocaría otro fenómeno que también impactará negativamente.
Esta sería la mala noticia
En Estados Unidos viven alrededor de 57 millones de migrantes latinos, de los cuales el 63 por ciento son de origen latino, según cifras del Migration Policy Institute. Esto significa que en nuestro vecino del norte viven alrededor de 36 millones de mexicanos.
De estos, un alto porcentaje vive en California y Nueva York (la ciudad y el estado).
Por ejemplo, se calcula que alrededor de 1 millón de poblanos viven en Estados Unidos, y de ellos un alto porcentaje radica en Nueva York.
Justamente estas dos entidades son las más afectadas por la crisis del coronavirus y se calcula que el impacto económico en el país más poderoso del planeta se concentrará por lo tanto en California y Nueva York. La desaceleración económica en estas dos ciudades podría afectar a millones de mexicanos debido a que na buena parte de ellos son los empleados más frágiles de la cadena laboral por su condición de indocumentados.
Los mexicanos se ocupan preponderantemente en actividades como obreros, transportistas y trabajadores de la construcción, además de auxiliares en restaurantes y hoteles o en diversos sectores en áreas de intendencia, sin olvidar las actividades agrícolas.
Prácticamente todos estos rubros de la economía resultarán afectados por la recesión.
Aún no se puede medir la magnitud del impacto, pero lo que sí se sabe es que hace 12 años, con la recesión de 2008-2009, los indocumentados fueron el sector más golpeado, no hay razón para que ahora sea diferente.
Todos ellos mandan miles de millones de dólares en forma de remesas a nuestro país, 35 mil millones de dólares el año pasado, pronto sabremos la forma en que les pegó la crisis.