La corrupción y la crisis presionan a Áñez para que convoque a las urnas en Bolivia

Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia

En medio de una compra de respiradores con sobreprecios y de la protesta social, la oposición exige el llamado a elecciones en Bolivia.

Antilavadodedinero / lanacion.com

La frágil presidencia de Jeanine Áñez, que asumió el cargo de forma «transitoria» en noviembre pasado y tras la suspensión de los comicios del 3 de mayo gobierna ya sin fecha concreta de un llamado a elecciones, se hundió esta semana en una profunda crisis no solo por el alto número de casos de Covid-19, sino también por una compra de respiradores con sobreprecios, y la fuerte protesta social para el levantamiento de la cuarentena que asfixia la empobrecida economía del país.

Pese a que hay regiones cercanas a la frontera con Brasil con altísimo número de contagios -Santa Cruz de la Sierra y Beni, donde llega a un caso cada 500 habitantes, cuatro veces más que el promedio nacional-, en varias ciudades del país la gente desobedece la orden de aislamiento total. Muchos ya dejaron de usar barbijo y realizan sus actividades en un país donde la mayor parte de la economía funciona de manera informal. Se estima que el PBI caerá entre 3% y 10% este año, y varios millones de trabajadores serán despedidos.

«De una vez por todas Áñez debe fijar una fecha de elecciones en Bolivia, para que el pueblo elija el partido que lidiará con el problema sanitario y la enorme recesión que se viene. La gente en las calles está diciendo que quiere votar ya», dijo en diálogo con LA NACION el principal candidato opositor, Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS).

Arce, del partido de Evo Morales, lidera las encuestas, con el apoyo de aproximadamente un tercio de los votantes, seguido por Áñez y el candidato de centroizquierda Carlos Mesa. El exministro de Finanzas de Evo -artífice del llamado «milagro económico boliviano»- consideró que la pandemia no debería ser un obstáculo para realizar los comicios el 2 de agosto, la fecha que impulsa el Parlamento y que Áñez rechaza. «Los políticos tenemos que encontrar formas creativas de hacer campaña a través de las redes sociales para no poner en riesgo la salud de la población», dijo.

La presión sobre la presidenta para que convoque elecciones en Bolivia se hizo fuerte esta semana con reclamos de varios líderes opositores para que decline su candidatura y hasta pedidos de renuncia por la serie de escándalos que sacuden a su gobierno. «Fracasó en atender el tema del coronavirus y fracasó en la gestión del Estado, con decenas de casos de corrupción y nepotismo. Prácticamente toda la familia de Áñez tiene cargos en algún puesto del Estado», señaló Arce.

La crisis política se agravó cuando se supo que en medio de la pandemia el gobierno había comprado 170 respiradores a una empresa española por un valor de 27.683 dólares la unidad, el triple del precio de mercado. Además, los equipos solo pueden ser usados en ambulancias y no en las unidades de terapia intensiva. El escándalo derivó en la destitución y prisión preventiva del ministro de Salud, Marcelo Navajas, y de varios funcionarios.

Desde el gobierno buscaron presentar el rápido encarcelamiento del ministro como una prueba de su diferente accionar respecto de la corrupción, el caballito de batalla contra la gestión de Evo. «La presidenta Áñez marca la diferencia. La lucha contra la corrupción se comprueba no solo cuando se denuncia al adversario, sino especialmente cuando se actúa frente a personas cercanas», tuiteó Óscar Ortiz, ministro de Desarrollo Productivo, excandidato presidencial, incorporado al Ejecutivo para aportar su experiencia en gestión política.

Ortiz será el encargado de desactivar también la bomba de tiempo en que se ha convertido la conjunción de la pandemia, la crisis económica y política y la protesta social, que presionan para que se convoquen elecciones en Bolivia.

El excandidato presidencial Carlos Mesa, que asegura que Evo le «robó con el fraude» su triunfo en los comicios de octubre pasado, sostiene que por la crisis económica «hay que empezar a reanudar las actividades esta semana», pero coincide con el gobierno en que el MAS está detrás de las protestas en las calles contra la cuarentena.

«El MAS está en una línea que va más allá de la actividad política y pasa al marco de la desestabilización, lo cual complica más el panorama. Es inaceptable el bloqueo de rutas y otros desbordes», dijo Mesa en diálogo con LA NACION.

El líder de centroizquierda también consideró «imprudente» la realización de una campaña electoral en medio de la pandemia y elecciones el 2 de agosto, pero insistió en que Áñez debe declinar su candidatura presidencial.

El analista político Jorge Dulón no cree que en este momento la presidenta esté pensando en bajar su candidatura. «Lo que el gobierno va a tratar de hacer es buscar mejores resultados en la lucha contra el virus y aliviar la situación económica para relegitimar la candidatura de Áñez», dijo Dulón a LA NACION.

De todos modos, si la crisis continúa agravándose, el polítólogo no descartó la posibilidad de una declinación de la postulación «para poder dedicarse a gestionar la crisis sin la presión del MAS contra ella». En ese caso, sostuvo Dulón, «seguramente Áñez va a tratar de sumarse a un frente electoral único para derrotar al MAS».

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