Cartel del coronavirus: ¿posibilidad o pura ficción?. Los carteles forman parte de la historia del sistema de salud y su modo de operar está basado en el mal manejo de recursos que inicialmente deberían ser para el tratamiento de enfermedades.
Antilavadodedinero / Espectador
Este mal manejo se refiere específicamente a la manipulación y ajuste inescrupuloso de los servicios, procedimientos y medicamentos para obtener ingresos adicionales por parte del Estado. Entre los casos de Carteles —hemofilia, VIH, enfermedades mentales—, una de las causas más renombradas es la creación de falsos pacientes y alteración de historias clínicas.
Ahora bien, teniendo en cuenta esto, ¿será posible que en Colombia se esté gestando un nuevo cartel, al interior del sistema de salud, con el objetivo de beneficiar los bolsillos de unos cuantos a expensas de la vida y el dolor de cientos, quizás miles de personas?
Hasta ahora lo único que se ha podido escuchar es acerca de una serie de casos, denunciados por ciudadanos y ciudadanas de clase media-baja y baja, que relatan una misma historia sobre pacientes que ingresan con un cuadro de salud que nada tiene que ver con los síntomas asociados al Covid-19 y sus familias recibiendo la noticia que todos tememos cuando nos encontramos en la sala de espera de un hospital: su madre/padre, hijo/a, esposo/sa ha falleció, y en este caso, como el protocolo lo contempla su cuerpo no podrá ser entregado a sus familiares porque será cremado.
Algunos dirán que este un cuento de ficción, un chisme de pasillo o un meme que verán en alguna red social. Para otros son cuentos que se inventan para desprestigiar instituciones —que, por cierto, ningún prestigio tienen, porque ya se han visto involucradas en turbios casos sobre el manejo y cuidado de quienes son o han sido atendidos en ellas—, dirán también que es una estrategia más con el objetivo de debilitar el poder político que gobierna el país o para que les paguen, a los afectados, una indemnización para salir de su situación económica actual.
En estos momentos muchas familias ya están viviendo la pérdida de alguno de sus miembros. En unos meses serán cientos de familias las que estarán pasado por esto. Como ya lo predijo Harvard, el porcentaje de contagio del Covid-19 será alrededor del 70% de la población mundial y según la Organización Mundial de la Salud su tasa del mortalidad es diez veces superior a la de una gripe.
Estas cifras muestran el hecho de que actualmente un alto porcentaje de quienes entran a las clínicas lo hacen a causa de esta enfermedad y probablemente la razón de su muerte sea esto mismo. Sin embargo, genera un ruido enorme la cantidad de personas que están denunciando a las clínicas por haber reportado a su familiar que murió por otras causas, como sí hubiera muerto por esta enfermedad.
Pero, ¿cuál es el problema de fondo de esos reportes? Las entidades prestadoras del servicio de la salud le están cobrando al Estado un dinero que no es correspondiente al servicio que debieron prestar y le están quitando a la familia la posibilidad de iniciar un duelo con una representación simbólica que hasta el día de hoy para todos y todas es muy importante: ver a su ser querido por última vez.
Eso, sin mencionar que una nueva muerte se suma al registro que seguimos día a día, y que ha creado un miedo incesante –y muchas veces insensato— a la vida tal como la conocíamos antes. En otras palabras, esta manipulación está cobrando dinero que no corresponde, alterando el sistema de cifras en el país, generando una mayor desconfianza de la ciudadanía hacía las instituciones dedicadas al servicio de la salud y por lo tanto mayor nivel de pánico frente a la situación desarrollada por el coronavirus.
Entonces, en estos momentos en el que los malos manejos administrativos de la salud pudieran ser el comienzo de un futuro en el que nos encontremos en el penoso escenario de tener que aceptar que la humanidad —todos, quienes no participamos directamente seríamos cómplices si no hacemos nada al respecto— ha decido filtrar y manipular, por beneficios monetarios, quiénes viven, quiénes no y la causa de su muerte, de acuerdo a una serie de desventajas sociales y económicas, al contextos socio-económicos en que naciste, inclusive por aspectos que tienen que ver con tu raza, étnia, género y edad.
Este, es justo el momento de detenerlo, de aprender de la historia, de juzgar y no aceptar las acciones de quienes juegan con la vida, la salud física, mental y psicológica de los/as demás.
Como respuesta al título de este artículo, hasta el momento no hay datos precisos que permitan afirmar que el Cartel del COVID sea una realidad, no sabemos si en unos meses lo pueda llegar a ser.
Esperamos que no. La pregunta que encuentran al inicio no es más que un llamado, así como prestamos atención día a día a las predicciones que nos brindan disciplinas como la economía sobre el alza y baja de las monedas y la situación en la bolsa, deberíamos prestar atención a los ruidos — gritos desesperados— que oímos sobre falsos diagnósticos por coronavirus.
El Cartel del COVID, por lo pronto, parece una ficción que se ha filtrado en el imaginario colectivo a base de realidades que han ocurrido en nuestra ciudad y en nuestro país cientos de veces.