Acusado policía de Nueva York de traficar cocaína con red dominicana

Un agente de la policía de Nueva York está acusado de ayudar a una banda narcotraficante dominicana que movió cientos de kilos de cocaína, en un caso que revela cómo los grupos criminales dominicanos han infiltrado los organismos de la ley en uno de los principales mercados de drogas de Estados Unidos.

Antilavadodedinero / Insightcrime

El agente Amaury Abreu fue detenido y señalado de presunta conspiración con narcotraficantes radicados en República Dominicana y Estados Unidos para importar y distribuir cocaína en el área metropolitana de Nueva York entre enero de 2016 y octubre de 2020, según anunció el Departamento de Justicia el 9 de noviembre. En ese tiempo, las autoridades decomisaron 350 kilos de cocaína vinculados al grupo, según señalaron los agentes.

Abreu está sindicado en una imputación por tres cargos. Su abogado presentó una declaración de inocencia en la diligencia de imputación de cargos el 9 de noviembre en un tribunal federal de Brooklyn.

Los demás sindicados son Julio Bautista, César Díaz-Bautista y Gustavo Valerio, a quienes los fiscales señalan de ser miembros de alto rango de la red de tráfico encargada de la distribución de narcóticos en Nueva York.

En coordinación con contactos en República Dominicana, el grupo dependía de correos humanos que ingresaban a Estados Unidos en vuelos comerciales, y también ocultaban cocaína en importaciones legales y en “el correo y camiones de carga” que ingresaban al país procedentes de México, según una carta con fecha del 9 de noviembre, presentada por el fiscal estadounidense Richard Donoghue.

En una denuncia penal aparte, un quinto acusado, Junior Ortiz, fue imputado también como parte de la conspiración para importar cocaína. Ortiz figuraba como dueño y manejaba un negocio de importaciones en Nueva York que, según los fiscales, usaba la red para el trasiego de cocaína oculta en cajas de productos agrícolas, como señaló el agente especial Sean Sweeney, de la división de Investigaciones de Seguridad Nacional (Homeland Security Investigations, HSI) del Departamento de Seguridad Interior (Department of Homeland Security, DHS) de Estados Unidos.

En mayo de 2018, la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (Customs and Border Protection, CBP) de Estados Unidos decomisó 248 kilos de cocaína ocultos en un cargamento de tomate importado para Red Hook Port de Nueva York desde República Dominicana, para la empresa de distribución de productos agrícolas de Ortiz. Por su ayuda, Ortiz recibía presuntamente “US$50.000 a US$60.000 por contenedor”, según una conversación interceptada grabada por un testigo cooperante que fue anteriormente una “parte del mando” del grupo.

El informante del gobierno se declaró culpable de tráfico de cocaína en marzo de 2019, y está cooperando con la esperanza de reducir su sentencia.

Abreu, Bautista, Díaz-Bautista, Valerio y Ortiz fueron puestos en custodia el 9 de noviembre. De ser condenados, cada uno enfrenta una sentencia mínima obligatoria de 10 años y una pena máxima de cadena perpetua.

Aunque la corrupción sin freno muchas veces caracteriza a los organismos del orden en Latinoamérica, los grupos criminales transnacionales no podrían tener éxito en sus operaciones sin la complacencia de los organismos de orden público en Estados Unidos.

En este caso, Abreu fue el eslabón clave para el grupo narcotraficante. Dio información a sus miembros sobre las operaciones de la policía y consultó la base de datos del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD) buscando si había órdenes de captura vigentes contra ellos, según la carta de Donoghue del 9 de noviembre.

Más aún, se dice que incluso Abreu distribuyó personalmente la cocaína al menos en una ocasión. También cobró ganancias de la venta de narcóticos, que luego entregó a Valerio, uno de los mandos encargados de cobrar el dinero, afirman los fiscales.

El grupo narcotraficante también usó un agente corrupto de la CBP, según funcionarios estadounidenses, quien supuestamente se aseguraba de que varios de los correos humanos con cocaína fueron “acompañados en su paso por aduanas y la recogida de equipajes” luego de aterrizar en el aeropuerto internacional John F. Kennedy.

Este tipo de corrupción ha sido uno de los elementos que han permitido que los grupos narcotraficantes dominicanos establecidos en Estados Unidos lleguen a “dominar la distribución [en nivel medio]” de la cocaína en las ciudades de la Costa Este, como Philadelphia, Boston y Nueva York, donde tienen una diáspora grande, según la Administración para el Control de Narcóticos (DEA).

En alianza con proveedores de Colombia y contactos criminales en México, los grupos dominicanos radicados a lo largo de la Costa Este tienen la “infraestructura para manejar todas las facetas de la distribución de drogas hasta incluir los sectores mayorista, de nivel medio y minorista”, según el Balance Nacional de Amenaza por Drogas, elaborado por la DEA en 2019.

Estos grupos también mantienen contactos influyentes en República Dominicana, que detenta un rol importante como país de tránsito en el narcotráfico internacional. Una mafia recientemente desarticulada al mando de César Emilio Peralta, alias “El Abusador”, introdujo ilegalmente más de una tonelada de cocaína a Puerto Rico y Estados Unidos entre 2008 y 2017. En los últimos tres años, la red liderada por Peralta, a quien se conocía como el “rey de la cocaína” antes de su detención, lavó más de US$260 millones en ganancias de la droga.

En años recientes, los grupos narcotraficantes dominicanos en la Costa Este también aumentaron su participación en el tráfico de fentanilo al desatarse la crisis de los opiáceos en el país del norte. A finales de 2018, las autoridades de Boston detuvieron a dos dominicanos con 32 kilogramos de fentanilo por un valor comercial cercano a los US$30 millones.

El fentanilo estaba oculto en un camión de carga conducido entre la frontera Estados Unidos-México por un presunto cómplice a quien pagaban US$40.000 por el transporte de los narcóticos, según fiscales estadounidenses.

En oposición al incisivo interés de las autoridades estadounidenses en las pandillas callejeras centroamericanas como la MS13, las bandas narco dominicanas han mantenido un perfil relativamente bajo, cuya operación depende de los fuertes vínculos transnacionales con Latinoamérica.

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