En medio de una entrevista sobre su nueva vida, María Isabel Santos, la viuda del narcotraficante más temido de Colombia, habló con la prensa sobre los mitos de la fortuna de su esposo. Dice que él terminó su vida solo y sin dinero.
AntilavadoDeDinero / semana.com
Sobre la plata de Pablo Escobar se han contado cientos de mitos y de historias fantásticas. Aún hoy, 27 años después de su muerte, aparecen en los medios historias sobre sus caletas, sus bienes y su supuesta fortuna escondida. Sin embargo, pocas de esas historias son reales y muchas están llenas de la imaginación y la creatividad de quienes las inventan.
Por eso, se le preguntó a María Isabel Santos, la viuda de Escobar, qué tanto sabe de la legendaria fortuna de su fallecido esposo y qué pasó con todo lo que tenía. Ella, quien actualmente vive un proceso de transformación y ha logrado sanar varias de las heridas que le dejó la violencia del capo, dice que todo eso no es más que una leyenda y que el capo murió solo y sin dinero.
“Yo creo que ni siquiera Pablo supo cuánta plata tenía. Él era muy desprendido con el dinero. Eso, como ustedes dicen, para mí no es más que una leyenda. Pablo siempre se ocupó de su familia y me dio gusto, pero creo que nunca se imaginó que terminaría el final de su vida como lo terminó, solo y sin dinero”, dijo Santos. “Alguna vez tuvimos una vida muy cómoda, pero eso cambió durante los 10 años de guerra en Colombia, cuando a nosotros nos tocó quedarnos en casitas humildes con piso de tierra en nuestros largos encierros”.
Además, explicó que los bienes y propiedades que tanto disfrutaron en su momento, hoy están en poder del Estado. “El edificio Mónaco lo implosionó el alcalde de Medellín, la Hacienda Nápoles es un parque que tiene un acuerdo con una entidad estatal y otros bienes quedaron en manos de los enemigos de Pablo”.
Ella y sus hijos, por otro lado, viven en Buenos Aires como una familia de clase media, sin ningún tipo de comodidades excesivas. “Hay muchos mitos. No tengo casa propia. Desde hace 22 años pagaba alquiler en un apartamento modesto donde vivía sola. Sin embargo, con esta pandemia mi situación laboral se ha mermado considerablemente, tuve que entregarlo y me vine a vivir con mi hija porque no tuve otra opción”.
Santos explica que le ha tocado luchar mucho, pero que puede alzar la cabeza y decir que está tranquila con su vida. “Vivo una vida digna normal de una mujer trabajadora, valoro mis momentos y agradezco a Dios por estar viva y con salud”.
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