En ocasiones transportaban discretamente los billetes en sus propias maletas. Otras veces, las menos, el efectivo iba oculto en el doble fondo del salpicadero caleteado de alguno de sus coches. Todo para lavado de dinero.
Antilavadodedinero / Elespanol
Pero en la mayoría de los casos lo que más les funcionaba a los llamados remesadores era el sistema hawala, un método basado en la confianza, consistente en transferencias informales de grandes o pequeñas cantidades de dinero. Gracias a él no hacía falta recurrir a los bancos como intermediarios. El envío se consumaba de una manera rápida y sofisticada. Y su rastro resultaba, a la postre, muy difícil de encontrar.
Dicen los expertos investigadores en la materia que, la mayoría de las veces, la clave de una gran investigación policial consiste en olfatear el rastro del dinero. No son los golpes más vistosos, ni los más sencillos. En cambio, sí que son los más efectivos a la hora de descabezar el verdadero poder de una organización criminal. Pero llegar a esas figuras (en apariencia anónimas) es de las cosas más complicadas de enhebrar en el mundo policial. «Actúan en la sombra, parece que no están pero ahí están».
Llegar a establecer esa conexión entre el terrorista y el que le financia es complicado. En este caso, la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional ha logrado esta semana llevar a buen puerto una compleja operación a nivel internacional con la que ha logrado atajar varias de las vías que proporcionaban dinero a Daesh desde España. El resultado ha sido la detención de algunos de los remesadores del autodenominado Estado Islámico en territorio nacional. Estos efectivos surtían de capital a los terroristas.
Los dos detenidos, uno de origen sirio y el otro de procedencia marroquí, actuaban como una suerte de banqueros de la organización yihadista, obteniendo y almacenando dinero desde España con el que financiar sus actividades. Uno vivía en Fuenlabrada (Madrid) y el otro en el reducido municipio de Yuncos, en Toledo, de apenas 10.000 habitantes.
Ambos están ya en prisión como responsables de un delito de financiación de actividades terroristas. Esa extensa investigación logró determinar, antes de que fueran arrestados, que ambos habían organizado una estructura con la que hacían llegar a Siria dinero de simpatizantes del Estado Islámico. Gracias a sus aportaciones económicas, como las de otros muchos en numerosos lugares de Europa, DAESH ha logrado seguir adelante con sus pavorosas actividades.
El ‘hawala’
Un año y medio llevaban detrás de ellos. Ambos residían en suelo español. Cuentan a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación que fueron otras detenciones practicadas hace más de 12 meses las que les pusieron en la pista de este entramado. «Detectar la financiación de esta gente es de las operaciones más difíciles de llevar a cabo. Su oficina les mantiene conectados con sus contactos, que son los que permiten que las acciones se lleven a cabo».
Uno de los detenidos por la Policía Nacional esta semana. Policía Nacional
Tuvieron que actuar con precisión quirúrgica para detectar lo indetectable. Ya conocían el método; lo habían visto en el pasado. Tiraron del hilo de aquellas operaciones para localizar a quienes les financiaban y llegaron a estos dos individuos. La edad de uno de ellos rondaba los 40. El otro, no llegaba a la treintena.
Las indagaciones no resultaron fáciles. Los detenidos empleaban una precaución extrema en todo cuanto hacían para que nadie les detectara. Pero los agentes de la Comisaría General de Información lograron constatar que el método principal de trabajo de aquellos tipos era el del hawala.
«Empleaban una red de remesadores que, a cambio de una comisión económica, transfería los fondos recaudados para Daesh al país deseado. Allí, otro intermediario, a su vez, lo recibía y lo entregaba a su destinatario final, que se identifica con un código que reconoce a los intervinientes en la transacción», explican fuentes de la investigación.
Gracias a las investigaciones supieron que los dos remesadores, o banqueros tenían contacto directo con varios combatientes del Estado Islámico en zonas de conflicto en Oriente Medio. Los envíos de dinero no se producían de manera regular, y casi nunca era la misma cantidad. «En ocasiones pocos euros y en otras incluso algún millón de una sola vez».
Al poner en práctica su modo de financiación, los dos recaudadores buscaban personas o acudían a individuos previamente marcados a los que pedirles o exigirles que aportasen algo a la causa. Redes sociales, mensajería, chats internos y poco concurridos… Todo deja rastro, y por pequeño que sea luego es seguido por los investigadores.
Un sistema de confianza
El sistema de hawala cuenta con una larga tradición y hace años que arraigó en el seno de los países árabes. Para que surta efecto es preciso poseer dinero en efectivo y tener un lugar propicio en el que ocultarlo. Los terroristas también depositaban en estos dos individuos su confianza. Eran ellos los custodios del dinero con el que se hacía llegar a los yihadistas todo cuanto necesitaran. Una simple llamada, explican fuentes de la investigación, bastaba para que los banqueros efectuasen la operación solicitada.
Interior del edificio en el que se ocultaba uno de los ‘remesadores’ Policía Nacional
El sistema hawala no sólo es empleado para esas transacciones. También sirve para lavar grandes cantidades de dinero, aunque las actividades y los atentados que suele perpetrar el Estado Islámico y organizaciones similares no necesitan de una enorme inversión. «Es una delincuencia que no precisa de gran financiación. Eran un granito más de arena en todas esas actividades».
Lo más complicado fue demostrar el vínculo entre los terroristas que operaban en Siria e Irak y sus financiadores europeos. A veces el dinero no se queda en el mismo país. Cuando los terroristas necesitaban realizar alguna de sus operaciones simplemente llamaban a uno de sus banqueros. Este, a su vez, contactaba con personas de confianza en el círculo cercano del colaborador al que pretende enviar el dinero. Y ahí el rastro se convierte en una estela mucho más difusa.
Los agentes determinaron que la red facilitaba los movimientos de capital suministradas por los simpatizantes. Entablaban contacto de muchos modos, algunas veces a través de las redes sociales. En otras ocasiones se mostraban más cautos y empleaban canales cifrados para garantizar su propio anonimato. El fin era costear acciones destinadas a reorganizar las debilitadas estructuras terroristas de Daesh.
Sólo en el último año y medio, la Comisaría General de Información ha llevado a cabo tres operaciones más de similares características. En ellas se detuvo a otros tres individuos acusados de formar parte de la «oficina de remesadores» el Estado Islámico en Europa. Actualmente, todos ellos se encuentran en prisión provisional.
La operación supone sin duda un golpe para los intereses del yihadismo en suelo español y europeo. En la época en la que la banda terrorista ETA asesinaba sin piedad ni control las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado comenzaron a ganarles la batalla cuando lograron desarticular su sistema logístico.
Son investigaciones esenciales que contribuyen más que ninguna otra a poner en aprietos los ataques de estas organizaciones. Parafraseando al juicioso y sensato agente de policía Lester Freamon en The Wire, «Si sigues las drogas, encontrarás drogadictos y traficantes de drogas. Pero si empiezas a seguir el dinero, no sabrás a dónde demonios te llevará».