Durante la pandemia, los ciberataques aumentaron un 600%. Ante la perspectiva de que el trabajo se consolide y de que el comercio electrónico continúe creciendo, la protección de datos se consolida como uno de los mayores desafíos de las empresas en este 2021. Según las predicciones sobre la ciberseguridad en 2021 de Fujitsu, el 5G traerá consigo potenciales vulnerabilidades.
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La realidad demuestra que así es. El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) sufrió el pasado martes un ataque informático cuyos efectos aún no han sido solventados. El cobro de prestaciones por desempleo o Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) están en juego. Otro de los ciberataques al software de correo electrónico de Microsoft en Estados Unidos ha puesto en alerta a cientos de miles de empresas de todo el mundo. Y la Autoridad Bancaria Europea (EBA) fue víctima de un hackeo. Y todo esto, solo en esta semana.
La vicepresidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Montserrat Martínez, ha recordado la importancia de dedicar recursos a la ciberseguridad, ya que limitar y gestionar el riesgo de ciberataques mediante la inversión es una cuestión de supervivencia. Durante su intervención de clausura en las jornadas sobre fintech, Martínez ha asegurado que el 23% de las grandes empresas sufrió algún incidente de seguridad durante 2020. «Nos estamos acostumbrando a noticias de ataques para acceder a datos o realizar algún tipo de fraude y su tendencia es creciente», ha advertido.
En esta línea, ha reconocido que el nuevo reglamento de ciberseguridad de la Unión Europea (Dora) previsiblemente requerirá de un importante esfuerzo por parte de las empresas. “Una tecnología más potente facilita la comisión de fraudes” ha dicho Arturo López Linares, director de siniestros de AXA España. “Necesitamos, como sector, adecuarnos a esta situación. En 2020 hemos dedicado más de tres millones de euros a formación, pero no es suficiente. Necesitamos desarrollar más tecnología”.
Hacia un nuevo tipo de fraude al seguro: el digital
Las asegurdoras se enfrentan a tres tipos de fraude: el ocasional u oportunista, el premeditado y el organizado. El primero es en el que se aprovecha un siniestro real para engrosar un poco la indeminzación o el arreglo. Todos lo conocemos: intentar que el taller arregle un rayón anterior tras un parte de chapa, hacer creer a la aseguradora que tenemos el congelador lleno de solomillo de termera, bogavantes y caviar cuando la póliza de hogar nos va a cubrir los daños tras un corte eléctrico, y cosas similares.
En el fraude premeditado, los daños pueden ser reales o ficicios, pero han sido planificados con antelación. Y, por último, el fraude organizado, el más peligroso, es el que cometen bandas y tramas criminales organizadas.
A estos tres tipos de fraude al seguro, las compañías ya cuentan con que muy pronto habrá que añadir el fraude digital.Algunas tramas de delincuentes ya se apoyan en la tecnología. Falsifican documentos digitales, como facturas o documentos de identidad, manipulan páginas web de gestión de siniestros… el delito es digital. Y aquí es donde las compañías prevén un importante aumento de la delincuencia que, además, será cada día más sofisticado. «Va ser un fraude caro y cada vez más habitual», ha dicho Arturo López Linares, director de siniestros de AXA España.