El presidente de EE UU, Joe Biden, tiene previsto presentar una extensión del colosal plan de infraestructuras centrada en programas sociales, como ampliar la cobertura de protección a la infancia y mejorar la oferta educativa pública, entre otros, para lo que contempla subir los impuestos a las rentas más altas. A diferencia del plan de infraestructuras presentado hace unas semanas, consistente en una inversión de dos billones de dólares para modernizar el país y crear millones de empleos, y que la Administración demócrata aspira a financiar mediante la subida del impuesto de sociedades, esta segunda parte del plan se sufragaría con un aumento impositivo a los contribuyentes más ricos. En total, ambas iniciativas supondrán una inversión de unos cuatro billones de dólares.
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Para costear el plan social, el presidente contempla, según la información adelantada este jueves por The New York Times, aumentar la tasa impositiva a las rentas más altas, a partir de los 400.000 dólares anuales, así como el impuesto a las rentas del capital. Los estadounidenses más ricos podrían ver aumentar el impuesto sobre la renta al 39,6%, desde el 37% actual, fruto de la rebaja fiscal de Donald Trump en 2017. Las ganancias de capital se gravan ahora de manera diferente a los ingresos, a menudo con una tasa más baja, de hasta el 20%; según la propuesta de Biden, dicha tasa se elevaría también al 39,6% para quienes ingresen más de un millón de dólares al año.
La facción más progresista de los demócratas viene exigiendo desde hace tiempo una especie de impuesto a la riqueza, con iniciativas concretas planteadas en Estados como el de Nueva York para gravar a los millonarios. El objetivo es doble: enjugar las deficitarias arcas públicas y también recaudar fondos extra para afrontar la recuperación de la pandemia.
Otro aspecto a modificar del sistema impositivo actual sería el impuesto de sucesiones, según la información adelantada por el diario neoyorquino, que ahora solo se tributa en el momento de la herencia, y que no contempla la revalorización posterior de los bienes recibidos.
Está previsto que Biden presente el denominado Plan de Familia Americana antes de comparecer ante el Congreso la semana próxima. La propuesta no abordará una ampliación o mejora del sistema de salud, que constituiría una iniciativa legislativa aparte, según el diario. Algunas de las provisiones del Obamacare ya se incluyeron en el plan de estímulos contra la pandemia, el primero presentado por la Administración demócrata y el único aprobado hasta la fecha.
El programa social ―o plan “de infraestructuras humanas”, en definición de la Casa Blanca― prevé mantener hasta 2025 la ampliación de la deducción por hijo adoptada en el plan de rescate, con pagos en efectivo a los padres, incluso a los que por ingresos quedan exentos de tributar, para reducir sustancialmente la pobreza infantil, una lacra que la pandemia ha puesto dolorosamente de relieve. El objetivo último es sacar adelante a millones de estadounidenses, reduciendo a la mitad la pobreza que afecta a uno de cada seis niños.
“La propuesta combinada de infraestructuras se ha dividido en dos (infraestructuras físicas y sociales), ya que Biden cree que será políticamente más fácil impulsar las propuestas por separado”, apunta Jack Janasiewicz, estratega y gestor de carteras en la gestora de fondos Natixis IM. Las principales objeciones a lo que los republicanos consideran un dispendio no vendrán solo de la oposición en Congreso, sino también de sus propias filas. “Los moderados [demócratas] proponen una menor subida del impuesto de sociedades, del 25%”, añade Janasiewicz. Es el promedio que facilitaría la aprobación legislativa del primer plan, en torno al próximo 4 de julio según los cálculos de la Casa Blanca.