El asesinato de un prominente cantante de música folclórica en territorio guatemalteco puso al propietario de una discoteca nicaragüense en el centro de la atención pública y permitió conocer una red de tráfico de drogas ilícitas que se extendía desde Colombia hasta México. Esta red era facilitada por la policía de Nicaragua, un juez y un prominente abogado vinculado a la familia más poderosa del país.
Antilavadodedinero / InsightCrime
El 19 de mayo de 2020, cuando todos los focos de la opinión pública estaban dirigidos hacia la pandemia del coronavirus, una jueza de Managua ordenó inexplicablemente, y sin estar facultada para eso, la expulsión de Nicaragua del ciudadano nicaragüense-estadounidense Hugo Mauricio Jaén Figueroa, uno de los últimos dos “peces gordos” que quedaban presos de una banda de traficantes de drogas y lavadores de dinero que operaba en Nicaragua con la complicidad de la policía y las más altas esferas del poder político.
Originalmente, Jaén Figueroa fue condenado como parte de esa banda de 23 personas en el caso de narcotráfico de más alto perfil en Nicaragua en las últimas dos décadas: Henry Fariñas, el empresario que era blanco del ataque en el que fue asesinado a balazos, el 9 de julio de 2011, en Guatemala, el icónico cantante argentino Facundo Cabral.Escena del asesinato de Facundo Cabral
Fariñas y Cabral habían amanecido ese día en el mismo hotel en la ciudad de Guatemala y estaban manejando en el carro de Fariñas la corta distancia por el Bulevar Liberación hasta el aeropuerto cuando un vehículo grande se deslizó frente a ellos y les bloqueó el paso. Dos vehículos más se pusieron a cada lado y abrieron fuego con armas de grueso calibre, impactando el Range Rover de Fariñas por lo menos 18 veces, obligándolo a salir atropelladamente de la carretera. Fariñas quedó gravemente herido. Cabral murió en el lugar.
*Este informe fue elaborado entre InSight Crime y Expediente Abierto y contó con la colaboración de periodistas nicaragüenses que, por la situación que pasa ese país, solicitaron que sus nombres fueran omitidos. El informe fue coordinado por Javier Meléndez. Steven Dudley y Hannah Stone contribuyeron también al reportaje y la edición.
Indignada, la población guatemalteca salió a las calles a protestar contra el homicidio del conocido cantante. Pocos habían oído hablar del acompañante de Cabral, Fariñas, de 40 años en ese entonces, quien se había establecido en Guatemala luego de trasladarse allí en su juventud. Se había casado con la hija de un alto jefe militar guatemalteco, ya retirado, se ganaba la vida afinando pianos, y más adelante comenzó a trabajar con el club nocturno Élite, una cadena que operaba en varios países de Centroamérica.
El gobierno guatemalteco respondió rápidamente. El día del asesinato, el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, anunció que lo más probable era que el objetivo fuera Fariñas, pues la mayor parte de las balas se dirigían al puesto del conductor del Range Rover. Y más adelante en la misma semana, el ministerio anunció que el ataque había sido ordenado por narcotraficantes porque Fariñas había robado un cargamento de drogas.Henry Fariñas.
Las declaraciones de Menocal, un joven periodista guatemalteco que escribía sobre temas de seguridad y que se había convertido en ministro, cayeron como un terremoto en las autoridades nicaragüenses. La presidenta de la Corte Suprema de Justicia, la jueza sandinista Alba Luz Ramos, dijo que Guatemala estaba difamando la reputación del nicaragüense: “¿Han dicho, las evidencias son estas? No, no lo han dicho. Han especulado, nada más, puras especulaciones, y ahí me parece que no es correcto porque se está ensuciando el nombre de una persona”.
Recuperándose de sus heridas, Fariñas dijo a los investigadores guatemaltecos que el asesinato había sido ordenado por su antiguo socio de negocios, un costarricense llamado Alejandro Jiménez. Pero señaló que el motivo no fue el robo de sustancias ilegales, sino que surgió de un negocio fallido en la venta de parte de la franquicia Élite a Jiménez. Este, conocido también como “Palidejo”, fue capturado cuando intentaba ingresar a Colombia en marzo de 2012, y fue extraditado a Guatemala para responder ante una corte por la muerte de Cabral.Alejandro Jiménez, alias «Paleface.»
El crimen de la leyenda de la música puso en el ojo del huracán a Fariñas tanto en Guatemala como en Nicaragua y obligó a las autoridades nicaragüenses, que lo protegían, a investigarlo. Fariñas tal vez era un oscuro empresario de clubes nocturnos, pero tenía fuertes nexos con altos jefes policiales, había sido patrocinador del equipo de fútbol de la liga primera de la policía y tenía en sus filas como defensor al mismísimo abogado de la familia más poderosa de Nicaragua, que gobierna el país con mano de hierro desde 2007.