Agentes antinarcóticos le pusieron una trampa a Humberto Báez, un importador de productos agrícolas con sede en Pennsylvania, de quien sospechaban estaba ligado al narcotráfico. Un testigo cooperante del gobierno se encargó de ejecutar el plan: en una reunión con este se presentó como un empresario dispuesto a usar su negocio legítimo para transportar cocaína a Nueva York. Ese operativo condujo al arresto de Báez, su posterior juicio en una corte de Brooklyn y una condena a 13 años de prisión.
Antilavadodedinero / Univisión.
De 52 años y residente de Lancaster, Báez era parte de una red de distribuidores de cocaína producida en Guayaquil, Ecuador, que operaban en la zona metropolitana de Nueva York y en República Dominicana. La Administración para el Control de Drogas (DEA) comenzó a espiar a estos traficantes desde mediados de 2016, detalló Mark Hadzewyck, un oficial antinarcóticos, en una declaración jurada que es parte de la acusación sometida al Distrito Este de Nueva York del Departamento de Justicia.
La acusación señala a Báez y a su cómplice Garibaldy Jerez, alias ‘Cooper’. Ambos narcos charlaron varias veces en persona, por teléfono y vía mensajes de WhatsApp con el informante de la DEA. La primera vez que se vieron, en agosto de 2016, Báez le afirmó que trabajaba con un distribuidor dominicano de cocaína que tenía una organización que era capaz de mover múltiples kilos de la droga. Desde ese momento, todos los planes de estos criminales fueron grabados y examinados por la DEA.
Báez y el testigo cooperante, que las autoridades identifican como un traficante convicto en 2015 por participar en una conspiración internacional para importar marihuana hacia Nueva York, acordaron mandar dos cargamentos “secos” (sin narcóticos) para confirmar la seguridad de la ruta. Báez se había puesto en contacto con una empresa importadora que usó como fachada para transportar la droga.
Los primeros dos cargamentos legítimos llegaron dentro de contenedores en diciembre de 2017 a la terminal marítima Red Hook en Brooklyn, sentando así una relación comercial que evitaría el escrutinio de un tercer envío. Al menos eso creían Báez y su socio criminal.
El tercer contenedor con el alijo de cocaína no llegó inmediatamente después. Documentos judiciales describen una serie de comunicaciones en las cuales discutieron alquilar una bodega en Filadelfia para recibir y ocultar la droga. Además, el informante de la DEA viajó a Nueva York para reunirse en persona con Báez y Jerez para afinar los detalles del envío ilícito, pues al segundo no le gustaba hablar del tema por teléfono. Báez no tenía problemas con ello, por eso varias grabaciones de sus llamadas fueron presentadas como evidencia en su juicio que duró dos semanas.
El 27 de febrero de 2018, Báez fue notificado que el barco con su carga de droga, que en clave llamaron “tomates maduros”, ya había zarpado de República Dominicana. Informaron a las autoridades aduanales que era “chile morrón”. Al día siguiente, en una conversación telefónica que fue escuchada por agentes federales, Báez le dijo al testigo cooperante de la DEA que consiguiera un camión para transportar la cocaína de Miami, Florida, al almacén que rentaron en Filadelfia.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), que ya había sido notificada sobre esta operación, identificó y revisó el contenedor dirigido a la empresa de Báez el 1 de marzo. Abrieron las cajas marcadas como “chile morrón” y encontraron alrededor de 18 kilos de cocaína. La DEA llevó la carga ilícita en camión hasta su oficina en Nueva York. Mientras eso ocurría, el informante citó a Báez y a Jerez en un lugar de Nueva York para discutir cómo distribuiría la droga. Allí los arrestó la DEA.
“Ocultar cargamentos de drogas con productos agrícolas es una de las formas como los narcotraficantes intentan eludir a las autoridades. Este juego del ‘gato y el ratón’ evoluciona con el tiempo, lo que da como resultado que las fuerzas del orden recuperen drogas en varios lugares, como en el interior de cocos, sillas de ruedas, animales, personas, lápidas, etcétera”, dijo en un comunicado Ray Donovan, titular de la DEA en Nueva York.
Por su parte, Dermot F. Shea, comisionado de la Policía de Nueva York (NYPD), señaló: “Al conspirar para importar cocaína escondida en una caja de chiles morrón, Humberto Báez estaba alimentando un comercio violento que victimiza a los neoyorquinos”.
Registros de los envíos por buque, transcripciones de las escuchas telefónicas, informes bancarios, la geolocalización de los celulares de los acusados, así como fotografías de vigilancia en El Bronx, Filadelfia, Nueva York y República Dominicana, fueron parte de las pruebas que presentó la Fiscalía en este caso.
Báez fue declarado culpable por un jurado en febrero de 2019 por los delitos de conspirar para importar y distribuir cocaína, y por poseer con la intención de distribuir esa sustancia ilegal. El jueves, el juez federal Jack B. Weinstein le impuso una condena de 13 años de prisión.