España. – Agentes de los Mossos d’Esquadra han detenido a dos mujeres que se hacían pasar por revisoras del gas para estafar a personas de la tercera edad. Hasta ahora se han podido registrar hasta trece víctimas de Barcelona, Cornellà, L’Hospitalet de Llobregat y Badalona de las que consiguieron 43.000 euros. En un caso concreto, además de dinero en metálico también se llevaron joyas valoradas en 17.000 euros. Las dos detenidas, de 22 años y 25 años y nacionalidad peruana y argentina, ya han ingresado en prisión como presuntas autoras de los delitos de estafa, hurto y estafas bancarias con tarjeta. También han quedado investigadas otras tres personas, dos hombres y una mujer.
Antilavadodedinero / ABC.
Una serie de denuncias de personas de edad avanzada en relación con estafas llevadas a cabo por falsas revisores del gas pusieron en alerta a los investigadores. Según explica la policía catalana, las arrestadas, en coordinación con otros investigados, habían diseñado una operativa delictiva que funcionaba de la siguiente manera: seleccionaban a sus víctimas con llamadas sistemáticas a personas de edad avanzada de manera aleatoria hasta que en encontraban alguna que accedía a recibir la visita en casa de supuestos operarios de alguno de sus servicios de suministros.
A diferencia de estafas similares, en las que falsos revisores llevan un uniforme que supuestamente los identifica como personal de empresas de suministros, en esta ocasión las mujeres se servían del trato cordial y la buena presencia para ganarse la confianza de las víctimas. Una vez dentro del piso, las dos mujeres hacían ver que revisaban la caldera y pedían ver las facturas antiguas para comprobar que todo estaba correcto. En todo momento, destacan los investigadores, su comportamiento era cordial y cercano, por lo que las víctimas se fiaban. Era entonces cuando les hacían creer que había algún error en las facturas que había generado unos cargos excesivos y que harían los trámites para devolverles el dinero que habían pagado de más. Para ello, les pedían el número PIN asociado a su libreta o tarjeta con el pretexto de que era imprescindible para llevar a cabo la devolución.
Paralelamente otro de los falsos operarios accedía al piso por la puerta principal, que las dos mujeres se habían encargado de dejar entreabierta, para localizar la libreta o tarjeta. Una vez se habían apoderado y en disposición del PIN que ambas estafadores les habían proporcionado ya podían operar de tres maneras diferentes: compras de productos a través de internet, transferencias a cuentas de testaferros a cambio de una comisión y extracciones en cajeros de dinero en metálico.
Según destaca la policía, la vulnerabilidad de las víctimas, en tanto que personas mayores con ingresos muy limitados, se traducía en la precariedad económica en la que quedaban una vez les habían sustraído el poco dinero que tenían. Es por ello que los hechos han tenido la consideración de agravados y la Fiscalía ha solicitado una pena más contundente en base a los delitos investigados.