Exagente de inteligencia acusó de asesinato al príncipe de Arabia Saudita Mohamed bin Salman

El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, sugirió usar un «anillo envenedado» para matar al rey Abdullah, según un exagente de inteligencia de ese país.

Antilavado de Dinero / BBC.

En una entrevista transmitida por el programa 60 Minutes de la cadena estadounidense CBS, el exfuncionario de inteligencia Saad al-Jabri dijo que en 2014 Bin Salman le comentó a un primo que quería llevar a cabo un plan para quitarle el trono a su padre.

El gobierno saudita ha tachado a Jabri de «exfuncionario desacreditado con un largo historial de invenciones».

Este dijo en su entrevista que el príncipe heredero, gobernante de facto e hijo del rey Salman, es un «psicópata, asesino,con infinidad de recursos en Medio Oriente, que representa una amenaza para su gente, para los estadounidenses y para el planeta«.

De acuerdo con las declaraciones del exagente, Bin Salman le sugirió a su primo el príncipe Mohammed bin Nayef, quien en 2014 era ministro de Interior, planear el asesinato del rey Abdullah.

En ese entonces habia tensiones dentro de la familia gobernante sobre la sucesión al trono.

«Yo quiero asesinar al rey Abdullah. Puedo obtener un anillo envenenado de Rusia. Será suficiente apretarle la mano y estará muerto», dijo Bin Salman según el exfuncionario.

«Ya fuera en broma o no, lo dijo y lo tomamos en serio», agregó el exagente de inteligencia.

Jabri dijo que el asunto se resolvió en privado con la corte real, pero que el encuentro entre los primos fue grabado en secreto y que sabe dónde están dos de las copias de ese video.

El rey Abdullah murió un año después, en 2015, a los 90 años. Tras el fallecimiento, el trono pasó a estar a cargo de su mediohermano, Salman bin Abdulaziz, quien luego nombró a Mohammed bin Nayef como príncipe heredero.

En 2017, Mohammed bin Nayef fue reemplazado como heredero al trono por Mohammed bin Salman.

También perdió su rol como ministro del Interior y se reportó que fue puesto bajo arresto domiciliario antes de ser detenido el año pasado por cargos que se desconocen.

Jabri se mudó a Canadá luego de que Nayef fuera expulsado del cargo.

En la entrevista con CBS, comentó que un amigo de otro servicio de inteligencia de Medio Oriente le advirtió que Bin Salman había enviado un quipo para matarlo en octubre de 2018, días después de que agentes sauditas asesinaran al periodista disidente Jamal Khashoggi en Turquía.

Alegó que un grupo de seis personas aterrizó en el aeropuerto de Ottawa, en Canadá, pero fueron deportadas después de que los agentes les encontraron un «equipaje sospechoso a ser sometido a análisis de ADN».

El año pasadoJabri acusó al príncipe heredero de intento de asesinato en una demanda civil presentada ante un tribunal federal de Estados Unidos.

Bin Salman rechazó las acusaciones y también negó que tuviera algún vinculo con el asesinato del periodista Khashoggi, a pesar de que las agencias de inteligencia estadounidenses concluyeron que él habría aprobado la operación.

La BBC contactó al gobierno saudita para que comentara sobre las acusaciones.

En un comunicado enviado a CBS, la embajada de Arabia Saudita en Washington calificó a Jabri de «un exoficial gubernamental desacreditado con una larga historia de invenciones y creación de distracciones para ocultar los crímenes financieros que ha cometido, que ascienden a miles de millones de dólares, para que él y su familia pudieran llevar un estilo de vida acomodado».

Varias entidades sauditas demandaron a Jabri por corrupción y un juez en Canadá congeló sus bienes alegando que hay una «abrumadora evidencia de fraude».

El exagente de inteligencia negó haber robado dinero del gobierno y justificó que era generosamente recompensado por su trabajo.

En marzo de 2020, las autoridades de Arabia Saudita detuvieron a sus hijos, Omar y Sarah, lo que grupos de derechos humanos han descrito como un esfuerzo para obligarlo a regresar al país.

El pasado mes de noviembre, dos meses después de que Jabri demandara al príncipe heredero, sus hijos fueron sentenciados a nueve y seis años y medio de prisión, respectivamente, por un tribunal saudita por lavado de dinero e «intentar escapar» del país. Ellos negaron los cargos.

Posteriormente, un tribunal de apelaciones confirmó sus sentencias en una audiencia secreta en la que no estuvieron presentes.

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