Una década de informes de la inteligencia de Estados Unidos, CIA, sobre lo que llama el «problema vasco» revelan que veían «tibio» al PNV frente al terrorismo, alertaban de los vínculos del PSOE con la guerra sucia y abogaban por la retirada de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Antilavadodedinero/ Eldiario
Lo que tantas tiranteces políticas genera en España, la consideración de Navarra como uno más de los territorios vascos, era asumido con total naturalidad en la Transición por la CIA, la agencia de Inteligencia de los Estados Unidos, que monitorizaba desde su estación en Madrid la situación política vasca, el terrorismo de ETA (a la que denomina Basque Fatherland and Liberty) o la aparición del GAL vinculada a aparatos del Estado. Uno de estos reportes tenía el título en castellano (‘Que se vayan!’) y hacía referencia a la oposición en los territorios vascos a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a la posibilidad de crear lo que ahora es ya una realidad, la Ertzaintza.
Los informes analizan también el papel del PNV. La documentación generada por los espías y analistas estadounidenses durante una década, que en su momento recibió la calificación de «confidencial», «secreta» o incluso la de «top secret», es perfectamente accesible ya al estar desclasificada. Fue generada en los mandatos presidenciales en la Casa Blanca de Gerald Ford, Jimmy Carter y Ronald Reagan (republicano, demócrata y republicano). El mecanismo FOIA (Freedom of Information Act) es algo que no existe en España a la espera de una modificación de la Ley de Secretos Oficiales, vigente desde el franquismo.
[Nota: el material original está en inglés y ha sido traducido al castellano por este periódico. En todos estos documentos hay algunas partes no desclasificadas, habitualmente por contener la identidad de informadores o agentes o por cuestiones que siguen suponiendo un problema de seguridad en el presente]
Documento 1: Terrorismo en España (19 de noviembre de 1975)
En un informe más general sobre Europa Occidental, Canadá y organismos internacionales que tiene datos sobre la situación política de Portugal o Italia, se incluye un anexo sobre el terrorismo en España. El documento es de una fecha muy significativa, el 19 de noviembre de 1975. Era la víspera de la muerte del dictador, Francisco Franco, algo que se da por hecho, puesto que la CIA alude constantemente a los cambios que llegarán con el reinado de Juan Carlos I, entonces príncipe. La CIA alude a tres tipos de organizaciones operativas en el territorio, las «regionales y nacionalistas», las de «ultraderecha» y las de «extrema izquierda». En el apartado «los vascos», se reseña que «la mayoría de la violencia es atribuida a una pequeña organización de guerrilla llamada Basque Fatherland and Liberty».
«Aunque generalmente es considerada como marxista, su principal facción enfatiza el nacionalismo […]. Los militantes vascos son usualmente reclutados en universidades e institutos, donde reciben una estricta educación católica. El número de militantes en la clandestinidad en España o en el exilio en el sur de Francia no rebasa los 500 y podría ser considerablemente inferior.
Otros aproximadamente 700 están en cárceles españolas. La mayoría de la población en las cuatro provincias vascas no tolera la violencia. No todos los vascos están convencidos de que el objetivo independentista de estos militantes es deseable. Muchos quedarían satisfechos con algo de autonomía, particularmente en materias económicas y culturales. Los habitantes de dos de las provincias vascas, Álava y Navarra, están mucho menos intranquilos que los de las otras dos. Álava y Navarra tienen privilegios administrativos mucho más amplios e independencia financiera», explica la CIA.
Y añade: «El nacionalismo vasco es, en cualquier caso, un movimiento minoritario en el País Vasco. La industrialización de esta región en las pasadas dos décadas ha atraído una media anual de 20.000 trabajadores de otras partes de España. Hoy, menos de la mitad de los tres millones de habitantes de las cuatro provincias tienen origen vasco». La CIA consideraba que, en la dictadura, el PNV era «más representativo» que ETA, aunque admitía que este segundo grupo tenía más tirón entre los jóvenes porque «explota una imagen de estar haciendo algo por el problema vasco» y porque la «dura represión» del Gobierno «crea simpatías por su causa».
Destaca la CIA del PNV su carácter católico y su apego a las tradiciones. «Es el mejor organizado y más experimentado grupo político y podría jugar un papel destacado en Madrid», augura sobre una organización con la que el espionaje estadounidense había mantenido estrechos vínculos tras la Guerra Civil.
El archivo completo sobre la colaboración del SVI y la OSS está desclasificado e incluye operaciones secretas como Airedale, una organización de vascos entrenada en París para combatir a los nazis durante la II Guerra Mundial. Por el contrario, sostenían los analistas estadounidenses que, en Catalunya, «el sentimiento autonomista era mucho menos intenso» en 1975. «Los catalanes, en general, parecen más atraídos por el comercio que por la política. […] Los industriales catalanes se resisten a apoyar movimientos que puedan afectar a sus negocios en otras provincias españolas», se lee en el informe.
Documento 2: Spain: Que se vayan! (Aspectos de seguridad del problema vasco) (31 de agosto de 1978)
«Ante la escalada de violencia el pasado mes en la problemática región española del País Vasco, el Gobierno de Madrid parece estar jugueteando con la idea de permitir una fuerza de Policía vasca nativa para que asuma la responsabilidad del control del orden público. Esto retiraría de la escena vasca una cuestión irritante, pero hay serios obstáculos. Ni Madrid ni los militares españoles aceptarían una sustitución de las Policías nacionales por una fuerza vasca […]. Los vascos tiene una gran antipatía hacia los uniformes y estarían poco dispuestos a unirse incluso a una fuerza policial regional.
El Gobierno de Madrid está preocupado de que las únicas personas que se sumen sean terroristas u otros extremistas infiltrados. Se necesitaría al menos un año para que esta fuerza vasca pudiera convertirse en efectiva».
La CIA elaboró un largo informe monográfico en el verano de 1978, a meses de la promulgación de la Constitución española y el año previo al Estatuto de Gernika, sobre la situación de las Fuerzas de Seguridad del Estado en las provincias vascas. Eran cuerpos todavía no democratizados y que habían heredado las estructuras de la dictadura. Llegaba el reporte apenas unas semanas después del asesinato en los Sanfermines del joven Germán Rodríguez. Dos años atrás, los ‘grises’ habían tiroteado a trabajadores en una iglesia de Vitoria.
«El odio entre los vascos y los dos cuerpos nacionales, la Guardia Civil paramilitar y la Policía Armada, está profundamente asentado. […] Las fuerzas de seguridad -reclutadas, de hecho, fuera de las provincias vascas- fueron instrumentos de represión [con Franco]. La Policía ha sido el objetivo principal de la organización terrorista vasca ETA. Cuando vascos son asesinados por la Policía, los manifestantes cantan ‘¡ETA, véngalos!'».
La CIA cita a un partido llamado EIA, vinculado a ETA político-militar, que aseguraba que «en el País Vasco, cuando muere un oficial de Policía, todo el mundo lo celebra». «En Euskadi, como los vascos llaman a su región, los cuerpos nacionales de Policía son considerados una fuerza de ocupación. Incluso el pago adicional del 20% por trabajar en las provincias vascas no es compensación suficiente para la Guardia Civil y la Policía Nacional, que se sienten blancos fáciles para ETA y cuyos hijos son acosados y atacados en los colegios», se lee en el documento, que tiene algunas partes no desclasificadas.
«Es comprensible que agentes bajo este nivel de presión sobrerreaccionen a las provocaciones y es fácil decir que no habrá solución duradera al problema vasco -o incluso la paz para tratar de lograr esa solución- hasta que la Guardia Civil y la Policía Armada hayan dejado Euskadi», llega a sostener la CIA. A partir de ahí, desgrana las posibilidades de creación de una Policía autonómica. Destaca que la idea del Estado -que es lo que ocurrió- era dejar a las Fuerzas de Seguridad del Estado «en la retaguardia» mientras el cuerpo vasco haría el trabajo más «visible» y se encargaría del control del orden público.
Acertó también la inteligencia estadounidense ya que aludía que se elegiría como fórmula jurídica para crear la Ertzaintza la restitución de las Policías forales históricas de los territorios, «los Miqueletes de Guipúzcoa, los Minones [sic] de Álava y los Forales de Vizcaya».
Eso sí, destacaba que había otra «alternativa», la de «expandir las competencias de la existente pero altamente ineficiente Policía local». «También suelen ser maquetos (nacidos fuera de Euskadi), pero al menos no llevan los odiados uniformes de la Guardia Civil y la Policía Armada. En la reciente violencia en Pamplona, por ejemplo, agentes municipales se movieron con impunidad entre los manifestantes hostiles que intentaban provocar choques con la Policía Armada».
Documento 3: Repaso sobre terrorismo (19 de enero de 1984)
El informe de la CIA apunta a que España lleva ya dos décadas en «combate» con ETA y asegura que la llegada del PSOE al Gobierno generó dudas sobre su capacidad para derrotarla, ya que algunos de sus miembros tuvieron «simpatías» hacia la banda por su pasado opositor común al franquismo. Apunta que, en los primeros meses de ese mandato, cayó en picado el número de operaciones policiales contra la banda pero que el escenario ha cambiado de raíz. En el momento de redacción del informe sí se constata ya que la lucha antiterrorista es una prioridad. En concreto, afirma que la «erradicación» del terrorismo constituyó el gran objetivo de la primera etapa de aquel gabinete. Así las cosas, la inteligencia estadounidense señala que -en aquel 1984- la rama militar de ETA es la más fuerte con entre 300 y 600 activistas «a tiempo completo», mientras la político-militar tendría, como mucho, un centenar. Según una fuente en la Policía española, la organización habría perdido «dos tercios» de su capacidad operativa desde el inicio de la década. La capacidad de reclutamiento de nuevos miembros es mínima, aunque Estados Unidos ha localizado una excepción: «Mientras la población vasca en general está empezando a ver el Estado vasco independiente como un objetivo poco realista, la mayoría de los habitantes vascoparlantes de la aislada comarca de las montañas del Goiherri [sic] aparentemente no. ETA continúa reclutando masivamente en esta región, aunque probablemente también a un ritmo algo menor que en el pasado».
No obstante, la gran novedad de este informe es que la CIA aprecia un riesgo de «guerra sucia». Apunta a que la Gendarmería detectó una «refriega» entre policías españoles y un miembro de ETA político-militar en Francia. Los analistas entienden que esos funcionarios intentaban un «secuestro». «El Gobierno parece determinado a adoptar una estrategia no ortodoxa en relación con ETA. González ha estado de acuerdo en la formación de un grupo de mercenarios, controlado por las fuerzas armadas, para combatir a los terroristas al margen de la ley. Los mercenarios no tienen por qué ser necesariamente españoles y su misión sería asesinar a líderes de ETA en España y Francia. Un grupo autodenominado GAL, similar en naturaleza a los grupos especiales contemplados por el Gobierno, ha emergido ya en el sur de Francia. El GAL ha asesinado a dos muy conocidos activistas de ETA militar en el sur de Francia y secuestrado a un hombre de negocios español en Hendaya que era sospechoso de haber colaborado con los terroristas. Madrid ha negado con la boca pequeña cualquier conocimiento o conexiones con el GAL, pero políticos vascos, claramente convencidos de la complicidad gubernamental, han protestado airadamente», escribe la CIA en una reflexión ya conocida que contiene algunas frases no desclasificadas.
Estados Unidos hace también un análisis sobre la situación política. Entiende que el Gobierno central ha perdido una «oportunidad de oro» al no sumar al PNV a los acuerdos políticos contra el terrorismo y lamenta que las instituciones autonómicas queden al margen de algunas informaciones importantes sobre ETA. El informe se detiene a hacer un análisis detallado sobre el PNV, entonces liderado por Xabier Arzalluz, y afirma que tras haber sido «tibio» en la condena de la violencia de ETA durante años ahora se ha dado cuenta «al fin» de que es la violencia de ETA y no la «represión de Madrid» el mayor peligro «para la democracia española y, por consiguiente, para la autonomía vasca». En otro reporte se remarca también esa «equidistancia» del nacionalismo vasco entre ETA y el Gobierno central.
Documento 4: España. Terrorismo vasco y respuesta del Gobierno (noviembre de 1984)
En noviembre de 1984, Euskadi seguía viviendo momentos convulsos. ETA mató ese año a más de 30 personas y, en esos días, el GAL asesinó al parlamentario de Herri Batasuna Santiago Brouard. La guerra sucia había emergido a finales de 1983. En ese contexto, la CIA elabora un extenso informe secreto titulado ‘España. Terrorismo vasco y respuesta del Gobierno’. Arranca considerando que el gabinete de Felipe González «ha hecho considerables progresos en el combate de ETA». y también sostiene que la oposición social a la violencia empieza a ser una realidad, citando movilizaciones contra asesinatos como el del senador socialista Enrique Casas. La organización, además, «está plagada de liderazgos inefectivos» y tiene problemas de financiación y de reclutamiento, según el espionaje de Estados Unidos.
«Muchos pensaban que el Gobierno socialista del primer ministro [sic] Felipe González iba a ser blando con el terrorismo» pero «ha mostrado una determinación prácticamente despiadada para erradicar a ETA a través de una combinación de concesiones políticas a la minoría vasca e intensificación las políticas de seguridad», como la creación de unidades policiales especiales o el endurecimiento de las leyes. Estados Unidos destaca aquí la puesta en marcha del plan ZEN (Zona Especial Norte), dotado con 110 millones de dólares (no se da la indicación en pesetas pero, al cambio actual, serían unos 16.000 millones) para luchar contra ETA. Explica que era una iniciativa ya diseñada por el gabinete de Adolfo Suárez (UCD) pero que fue asumida por González. El plan incluía la compra de vehículos camuflados, barcos y helicópteros, así como también de armas. También se renovarían las dependencias policiales «de las cuatro provincias vascas» y se realizaría «propaganda anti ETA». Un censo enumeraría los colaboradores de la organización y habría intentos de infiltración en la banda. Sobre esto, la CIA es escéptica por los agentes españoles no dominaban el euskera: «Consideramos que la probabilidad de éxitos de infiltración en ETA es dudosa. Esfuerzos pasados de las autoridades para penetrar en ETA se han demostrado problemáticos por las dificultades idiomáticas y por los estrechos vínculos con la cultura vasca».
«Adicionalmente, la decisión del Gobierno de Francia de negar un santuario a los miembros de ETA y el asesinato de miembros de ETA en Francia a manos de justicieros antiterroristas españoles ha privado a ETA de sus bases operativas allí», se puede leer en el informe, que habla de la creación del GAL y de sus consecuencias. Del GAL, al que se dedica un apartado completo en este informe, se apunta que es un fenómeno «umbrío». Se alude a la «incierta procedencia» de sus integrantes aunque se reseña en un momento del documento que «la prensa española y muchos observadores sospechan fuertemente que el grupo podría estar respaldado por el Gobierno español» y, en otro, que las embajadas propias de Madrid y de París sospechan también de esos «vínculos» con las fuerzas de seguridad. Sí se añade, como valoración política, que «si la participación putativa de Madrid fuera confirmada, las credenciales democráticas del Gobierno español y de los socialistas quedarían seriamente empañadas». Y sigue: «Aunque la táctica de combatir el terrorismo con terrorismo es poco novedosa […], los asesinatos del GAL simplemente han creado nuevos mártires y han animado el reclutamiento entre la juventud vasca».
No obstante, este informe es mucho menos concluyente que el anterior, de inicios de 1984 y que llevó a formaciones políticas como el PNV o la izquierda abertzale hace solamente unos meses a concluir que la CIA daba por sentada la participación de González en la creación del GAL hace más de tres décadas. «Aunque las actuaciones policiales contra ETA tienen un apoyo popular generalizado, Madrid tendrá que tener cuidado de no ir demasiado lejos. Si al Gobierno se le viera que está buscando la eliminación física de ETA, podría crecer la simpatía hacia el grupo y el respaldo político del PSOE, que ha logrado avances en Euskadi este año, podría decaer. […] Si se hace patente que Madrid ha patrocinado la acción justiciera del GAL, crecería marcadamente la simpatía hacia ETA entre los vascos», entiende Estados Unidos, aunque también asegura que no todos los apoyos de HB respaldaban la práctica del terrorismo. Según la CIA, asimismo, el arranque de la autonomía en 1979 había minimizado el «sentimiento separatista» aunque entiende que muchos vascos sentían «correctamente» que eran considerados ciudadanos «de segunda clase» en España.
Lo que tantas tiranteces políticas genera en España, la consideración de Navarra como uno más de los territorios vascos, era asumido con total naturalidad en la Transición por la CIA, la agencia de Inteligencia de los Estados Unidos, que monitorizaba desde su estación en Madrid la situación política vasca, el terrorismo de ETA (a la que denomina Basque Fatherland and Liberty) o la aparición del GAL vinculada a aparatos del Estado. Uno de estos reportes tenía el título en castellano (‘Que se vayan!’) y hacía referencia a la oposición en los territorios vascos a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a la posibilidad de crear lo que ahora es ya una realidad, la Ertzaintza. Los informes analizan también el papel del PNV. La documentación generada por los espías y analistas estadounidenses durante una década, que en su momento recibió la calificación de «confidencial», «secreta» o incluso la de «top secret», es perfectamente accesible ya al estar desclasificada. Fue generada en los mandatos presidenciales en la Casa Blanca de Gerald Ford, Jimmy Carter y Ronald Reagan (republicano, demócrata y republicano). El mecanismo FOIA (Freedom of Information Act) es algo que no existe en España a la espera de una modificación de la Ley de Secretos Oficiales, vigente desde el franquismo.Airedale: una organización paramilitar vasca al servicio de Estados Unidos
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[Nota: el material original está en inglés y ha sido traducido al castellano por este periódico. En todos estos documentos hay algunas partes no desclasificadas, habitualmente por contener la identidad de informadores o agentes o por cuestiones que siguen suponiendo un problema de seguridad en el presente]
Documento 1: Terrorismo en España (19 de noviembre de 1975)
En un informe más general sobre Europa Occidental, Canadá y organismos internacionales que tiene datos sobre la situación política de Portugal o Italia, se incluye un anexo sobre el terrorismo en España. El documento es de una fecha muy significativa, el 19 de noviembre de 1975. Era la víspera de la muerte del dictador, Francisco Franco, algo que se da por hecho, puesto que la CIA alude constantemente a los cambios que llegarán con el reinado de Juan Carlos I, entonces príncipe. La CIA alude a tres tipos de organizaciones operativas en el territorio, las «regionales y nacionalistas», las de «ultraderecha» y las de «extrema izquierda». En el apartado «los vascos», se reseña que «la mayoría de la violencia es atribuida a una pequeña organización de guerrilla llamada Basque Fatherland and Liberty».
«Aunque generalmente es considerada como marxista, su principal facción enfatiza el nacionalismo […]. Los militantes vascos son usualmente reclutados en universidades e institutos, donde reciben una estricta educación católica. El número de militantes en la clandestinidad en España o en el exilio en el sur de Francia no rebasa los 500 y podría ser considerablemente inferior. Otros aproximadamente 700 están en cárceles españolas. La mayoría de la población en las cuatro provincias vascas no tolera la violencia. No todos los vascos están convencidos de que el objetivo independentista de estos militantes es deseable. Muchos quedarían satisfechos con algo de autonomía, particularmente en materias económicas y culturales. Los habitantes de dos de las provincias vascas, Álava y Navarra, están mucho menos intranquilos que los de las otras dos. Álava y Navarra tienen privilegios administrativos mucho más amplios e independencia financiera», explica la CIA.
Y añade: «El nacionalismo vasco es, en cualquier caso, un movimiento minoritario en el País Vasco. La industrialización de esta región en las pasadas dos décadas ha atraído una media anual de 20.000 trabajadores de otras partes de España. Hoy, menos de la mitad de los tres millones de habitantes de las cuatro provincias tienen origen vasco». La CIA consideraba que, en la dictadura, el PNV era «más representativo» que ETA, aunque admitía que este segundo grupo tenía más tirón entre los jóvenes porque «explota una imagen de estar haciendo algo por el problema vasco» y porque la «dura represión» del Gobierno «crea simpatías por su causa».
Destaca la CIA del PNV su carácter católico y su apego a las tradiciones. «Es el mejor organizado y más experimentado grupo político y podría jugar un papel destacado en Madrid», augura sobre una organización con la que el espionaje estadounidense había mantenido estrechos vínculos tras la Guerra Civil. El primer lehendakari, José Antonio Aguirre, puso a disposición de la OSS (como se llamaban entonces los servicios secretos) toda la organización de la CIA vasca, llamada Servicio Vasco de Información (SVI) y que llegó a tener agentes en prácticamente toda América latina. El archivo completo sobre la colaboración del SVI y la OSS está desclasificado e incluye operaciones secretas como Airedale, una organización de vascos entrenada en París para combatir a los nazis durante la II Guerra Mundial. Por el contrario, sostenían los analistas estadounidenses que, en Catalunya, «el sentimiento autonomista era mucho menos intenso» en 1975. «Los catalanes, en general, parecen más atraídos por el comercio que por la política. […] Los industriales catalanes se resisten a apoyar movimientos que puedan afectar a sus negocios en otras provincias españolas», se lee en el informe.
Documento 2: Spain: Que se vayan! (Aspectos de seguridad del problema vasco) (31 de agosto de 1978)
«Ante la escalada de violencia el pasado mes en la problemática región española del País Vasco, el Gobierno de Madrid parece estar jugueteando con la idea de permitir una fuerza de Policía vasca nativa para que asuma la responsabilidad del control del orden público. Esto retiraría de la escena vasca una cuestión irritante, pero hay serios obstáculos. Ni Madrid ni los militares españoles aceptarían una sustitución de las Policías nacionales por una fuerza vasca […]. Los vascos tiene una gran antipatía hacia los uniformes y estarían poco dispuestos a unirse incluso a una fuerza policial regional. El Gobierno de Madrid está preocupado de que las únicas personas que se sumen sean terroristas u otros extremistas infiltrados. Se necesitaría al menos un año para que esta fuerza vasca pudiera convertirse en efectiva».
La CIA elaboró un largo informe monográfico en el verano de 1978, a meses de la promulgación de la Constitución española y el año previo al Estatuto de Gernika, sobre la situación de las Fuerzas de Seguridad del Estado en las provincias vascas. Eran cuerpos todavía no democratizados y que habían heredado las estructuras de la dictadura. Llegaba el reporte apenas unas semanas después del asesinato en los Sanfermines del joven Germán Rodríguez. Dos años atrás, los ‘grises’ habían tiroteado a trabajadores en una iglesia de Vitoria.
«El odio entre los vascos y los dos cuerpos nacionales, la Guardia Civil paramilitar y la Policía Armada, está profundamente asentado. […] Las fuerzas de seguridad -reclutadas, de hecho, fuera de las provincias vascas- fueron instrumentos de represión [con Franco]. La Policía ha sido el objetivo principal de la organización terrorista vasca ETA. Cuando vascos son asesinados por la Policía, los manifestantes cantan ‘¡ETA, véngalos!'». La CIA cita a un partido llamado EIA, vinculado a ETA político-militar, que aseguraba que «en el País Vasco, cuando muere un oficial de Policía, todo el mundo lo celebra». «En Euskadi, como los vascos llaman a su región, los cuerpos nacionales de Policía son considerados una fuerza de ocupación. Incluso el pago adicional del 20% por trabajar en las provincias vascas no es compensación suficiente para la Guardia Civil y la Policía Nacional, que se sienten blancos fáciles para ETA y cuyos hijos son acosados y atacados en los colegios», se lee en el documento, que tiene algunas partes no desclasificadas.
«Es comprensible que agentes bajo este nivel de presión sobrerreaccionen a las provocaciones y es fácil decir que no habrá solución duradera al problema vasco -o incluso la paz para tratar de lograr esa solución- hasta que la Guardia Civil y la Policía Armada hayan dejado Euskadi», llega a sostener la CIA. A partir de ahí, desgrana las posibilidades de creación de una Policía autonómica. Destaca que la idea del Estado -que es lo que ocurrió- era dejar a las Fuerzas de Seguridad del Estado «en la retaguardia» mientras el cuerpo vasco haría el trabajo más «visible» y se encargaría del control del orden público. Acertó también la inteligencia estadounidense ya que aludía que se elegiría como fórmula jurídica para crear la Ertzaintza la restitución de las Policías forales históricas de los territorios, «los Miqueletes de Guipúzcoa, los Minones [sic] de Álava y los Forales de Vizcaya».
Eso sí, destacaba que había otra «alternativa», la de «expandir las competencias de la existente pero altamente ineficiente Policía local». «También suelen ser maquetos (nacidos fuera de Euskadi), pero al menos no llevan los odiados uniformes de la Guardia Civil y la Policía Armada. En la reciente violencia en Pamplona, por ejemplo, agentes municipales se movieron con impunidad entre los manifestantes hostiles que intentaban provocar choques con la Policía Armada».
Documento 3: Repaso sobre terrorismo (19 de enero de 1984)
El informe de la CIA apunta a que España lleva ya dos décadas en «combate» con ETA y asegura que la llegada del PSOE al Gobierno generó dudas sobre su capacidad para derrotarla, ya que algunos de sus miembros tuvieron «simpatías» hacia la banda por su pasado opositor común al franquismo. Apunta que, en los primeros meses de ese mandato, cayó en picado el número de operaciones policiales contra la banda pero que el escenario ha cambiado de raíz. En el momento de redacción del informe sí se constata ya que la lucha antiterrorista es una prioridad. En concreto, afirma que la «erradicación» del terrorismo constituyó el gran objetivo de la primera etapa de aquel gabinete. Así las cosas, la inteligencia estadounidense señala que -en aquel 1984- la rama militar de ETA es la más fuerte con entre 300 y 600 activistas «a tiempo completo», mientras la político-militar tendría, como mucho, un centenar. Según una fuente en la Policía española, la organización habría perdido «dos tercios» de su capacidad operativa desde el inicio de la década. La capacidad de reclutamiento de nuevos miembros es mínima, aunque Estados Unidos ha localizado una excepción: «Mientras la población vasca en general está empezando a ver el Estado vasco independiente como un objetivo poco realista, la mayoría de los habitantes vascoparlantes de la aislada comarca de las montañas del Goiherri [sic] aparentemente no. ETA continúa reclutando masivamente en esta región, aunque probablemente también a un ritmo algo menor que en el pasado».
No obstante, la gran novedad de este informe es que la CIA aprecia un riesgo de «guerra sucia». Apunta a que la Gendarmería detectó una «refriega» entre policías españoles y un miembro de ETA político-militar en Francia. Los analistas entienden que esos funcionarios intentaban un «secuestro». «El Gobierno parece determinado a adoptar una estrategia no ortodoxa en relación con ETA. González ha estado de acuerdo en la formación de un grupo de mercenarios, controlado por las fuerzas armadas, para combatir a los terroristas al margen de la ley. Los mercenarios no tienen por qué ser necesariamente españoles y su misión sería asesinar a líderes de ETA en España y Francia. Un grupo autodenominado GAL, similar en naturaleza a los grupos especiales contemplados por el Gobierno, ha emergido ya en el sur de Francia. El GAL ha asesinado a dos muy conocidos activistas de ETA militar en el sur de Francia y secuestrado a un hombre de negocios español en Hendaya que era sospechoso de haber colaborado con los terroristas. Madrid ha negado con la boca pequeña cualquier conocimiento o conexiones con el GAL, pero políticos vascos, claramente convencidos de la complicidad gubernamental, han protestado airadamente», escribe la CIA en una reflexión ya conocida que contiene algunas frases no desclasificadas.
Estados Unidos hace también un análisis sobre la situación política. Entiende que el Gobierno central ha perdido una «oportunidad de oro» al no sumar al PNV a los acuerdos políticos contra el terrorismo y lamenta que las instituciones autonómicas queden al margen de algunas informaciones importantes sobre ETA. El informe se detiene a hacer un análisis detallado sobre el PNV, entonces liderado por Xabier Arzalluz, y afirma que tras haber sido «tibio» en la condena de la violencia de ETA durante años ahora se ha dado cuenta «al fin» de que es la violencia de ETA y no la «represión de Madrid» el mayor peligro «para la democracia española y, por consiguiente, para la autonomía vasca». En otro reporte se remarca también esa «equidistancia» del nacionalismo vasco entre ETA y el Gobierno central.
Documento 4: España. Terrorismo vasco y respuesta del Gobierno (noviembre de 1984)
En noviembre de 1984, Euskadi seguía viviendo momentos convulsos. ETA mató ese año a más de 30 personas y, en esos días, el GAL asesinó al parlamentario de Herri Batasuna Santiago Brouard. La guerra sucia había emergido a finales de 1983. En ese contexto, la CIA elabora un extenso informe secreto titulado ‘España. Terrorismo vasco y respuesta del Gobierno’. Arranca considerando que el gabinete de Felipe González «ha hecho considerables progresos en el combate de ETA». y también sostiene que la oposición social a la violencia empieza a ser una realidad, citando movilizaciones contra asesinatos como el del senador socialista Enrique Casas. La organización, además, «está plagada de liderazgos inefectivos» y tiene problemas de financiación y de reclutamiento, según el espionaje de Estados Unidos.
«Muchos pensaban que el Gobierno socialista del primer ministro [sic] Felipe González iba a ser blando con el terrorismo» pero «ha mostrado una determinación prácticamente despiadada para erradicar a ETA a través de una combinación de concesiones políticas a la minoría vasca e intensificación las políticas de seguridad», como la creación de unidades policiales especiales o el endurecimiento de las leyes. Estados Unidos destaca aquí la puesta en marcha del plan ZEN (Zona Especial Norte), dotado con 110 millones de dólares (no se da la indicación en pesetas pero, al cambio actual, serían unos 16.000 millones) para luchar contra ETA. Explica que era una iniciativa ya diseñada por el gabinete de Adolfo Suárez (UCD) pero que fue asumida por González. El plan incluía la compra de vehículos camuflados, barcos y helicópteros, así como también de armas. También se renovarían las dependencias policiales «de las cuatro provincias vascas» y se realizaría «propaganda anti ETA». Un censo enumeraría los colaboradores de la organización y habría intentos de infiltración en la banda. Sobre esto, la CIA es escéptica por los agentes españoles no dominaban el euskera: «Consideramos que la probabilidad de éxitos de infiltración en ETA es dudosa. Esfuerzos pasados de las autoridades para penetrar en ETA se han demostrado problemáticos por las dificultades idiomáticas y por los estrechos vínculos con la cultura vasca».
«Adicionalmente, la decisión del Gobierno de Francia de negar un santuario a los miembros de ETA y el asesinato de miembros de ETA en Francia a manos de justicieros antiterroristas españoles ha privado a ETA de sus bases operativas allí», se puede leer en el informe, que habla de la creación del GAL y de sus consecuencias. Del GAL, al que se dedica un apartado completo en este informe, se apunta que es un fenómeno «umbrío». Se alude a la «incierta procedencia» de sus integrantes aunque se reseña en un momento del documento que «la prensa española y muchos observadores sospechan fuertemente que el grupo podría estar respaldado por el Gobierno español» y, en otro, que las embajadas propias de Madrid y de París sospechan también de esos «vínculos» con las fuerzas de seguridad. Sí se añade, como valoración política, que «si la participación putativa de Madrid fuera confirmada, las credenciales democráticas del Gobierno español y de los socialistas quedarían seriamente empañadas». Y sigue: «Aunque la táctica de combatir el terrorismo con terrorismo es poco novedosa […], los asesinatos del GAL simplemente han creado nuevos mártires y han animado el reclutamiento entre la juventud vasca».
No obstante, este informe es mucho menos concluyente que el anterior, de inicios de 1984 y que llevó a formaciones políticas como el PNV o la izquierda abertzale hace solamente unos meses a concluir que la CIA daba por sentada la participación de González en la creación del GAL hace más de tres décadas. «Aunque las actuaciones policiales contra ETA tienen un apoyo popular generalizado, Madrid tendrá que tener cuidado de no ir demasiado lejos. Si al Gobierno se le viera que está buscando la eliminación física de ETA, podría crecer la simpatía hacia el grupo y el respaldo político del PSOE, que ha logrado avances en Euskadi este año, podría decaer. […] Si se hace patente que Madrid ha patrocinado la acción justiciera del GAL, crecería marcadamente la simpatía hacia ETA entre los vascos», entiende Estados Unidos, aunque también asegura que no todos los apoyos de HB respaldaban la práctica del terrorismo. Según la CIA, asimismo, el arranque de la autonomía en 1979 había minimizado el «sentimiento separatista» aunque entiende que muchos vascos sentían «correctamente» que eran considerados ciudadanos «de segunda clase» en España.