El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio inicio este jueves a la Cumbre por la Democracia de manera virtual con presencia de más de 110 países, donde exigió rechazar el autoritarismo.
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En su discurso inaugural, el mandatario, quien se mostró acompañado del secretario de Estados norteamericano, Antony Blinken, explicó que hace mucho tiempo venía planeando esta cumbre. “Renovar las democracias es un esfuerzo constante”, dijo, al tiempo que alertó que “hace 15 años la democracia está en retroceso”.
Biden apuntó contra los autócratas que “tratan de buscar más poder”. “Lo que vemos indica que estamos en sentido contrario”, señaló, y advirtió que la libertad de expresión “está siendo amenazada a nivel mundial”.
Asimismo, llamó a defender “los valores que nos unen: la libertad de expresión, de prensa y religión”. “La democracia no es perfecta, pero podemos hacer que sea mejor. Vamos a defenderla en todo el mundo”, expresó.
En lo que respecta a la democracia en Estados Unidos, el presidente instó a “facilitar el derecho de votar y no hacerlo mas difícil”. “La democracia de EEUU puede hacer grandes cosas”, agregó.
Sobre la actualidad del periodismo y la persecución que sufren muchos trabajadores de los medios en todo el mundo, Biden se comprometió a protegerlos.
Una encuesta global del Pew Research revela que una gran mayoría de los ciudadanos apoya la democracia, pero una media del 56% en 17 economías avanzadas afirma que su sistema político necesita cambios importantes o debe ser reformado por completo.
En este contexto, Biden lanzó la Cumbre por la Democracia, que se celebra virtualmente este 9 y 10 de diciembre. Está concebida para empezar a abordar estas preocupaciones. Con más de 100 discursos en vídeo de los líderes invitados, la cumbre da el pistoletazo de salida a lo que la administración y los activistas de la democracia esperan que sea un año de coordinación y reforma entre las democracias, para apuntalar su reputación en casa y en el mundo. Es una idea que Biden ya tenía antes de llegar a la Casa Blanca. La pandemia del coronavirus le impidió hacerla con un gran encuentro de líderes en Washington y la pompa que hubiera querido.
Si bien, no hay una agenda prístina sobre lo que se busca como resultado, en el fondo lo que Estados Unidos necesita es una revitalización de lazos con las democracias occidentales que aíslen y compitan con la creciente influencia de China y Rusia. El Atlantic Council, el centro de estudios washingtoniano, adelantó que uno de los resultados buscados podría ser una Alianza de Democracias mundial, con un grupo básico de 30 a 40 países como miembros fundadores.
La corresponsal de asuntos internacionales de la revista Político, Nahal Toosi lo describió de esta manera: “Esta es la cumbre de la democracia y por las democracias. Se trata de elevar, construir y proteger este concepto de democracia. Pero está renga. Le falta equilibrio. Turquía quedó fuera, Hungría quedó fuera, Bangladesh quedó fuera, Singapur quedó fuera. Durante un tiempo, Serbia y Kosovo quedaron fuera, pero cambiaron de opinión. Algunas de las decisiones fueron geoestratégicas: ‘Si vamos a invitar a India y no invitamos a Pakistán, nos va a causar problemas’. Y no todo el mundo estaba contento con ello. Se invitó a Polonia, y creo que eso se debió en parte a que había una sensación de que hay que intentar asegurarse de que no caigan por el precipicio antidemocrático”.
Y su colega Usha Sahay, una de las editoras generales de Político, agregó en un podcast que “Esta idea de que todo el mundo quiere democracia y nadie quiere autocracia, es una visión muy binaria. Lo que la gente quiere es un gobierno competente. Así que lo que ésta administración trata de decir es que no podemos limitarnos a: ‘Bueno, tenemos elecciones, y por tanto somos mejores’. Tenemos que demostrar que la democracia puede dar resultados. La pandemia ha puesto en tela de juicio la competencia de muchos países democráticos, incluido Estados Unidos”.
Aunque en un principio la Administración Biden esperaba celebrar esta primera cumbre antes, y en persona, su elección del 9 al 10 de diciembre tiene cierto significado. El 9 de diciembre es el Día Internacional contra la Corrupción, mientras que el 10 de diciembre es el Día de los Derechos Humanos. Se espera que la administración dé a conocer nuevas sanciones contra los cleptócratas y los violadores de los derechos humanos en esos días. Temas que prevalecen entre las iniciativas que la Casa Blanca pondrá a consideración de los líderes: La defensa contra la autocracia, la lucha contra la corrupción y la promoción de los derechos humanos.
De América Latina, quedaron sin invitación Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y El Salvador. Algo que profundiza la grieta ya existente en las decisiones continentales y pone en aprietos a algunos países en los que las inversiones chinas están teniendo un papel preponderante. “Aunque el auge de los regímenes autoritarios, como el de China, también puede desempeñar un papel en la crisis global de la democracia, dar prioridad a esta tendencia probablemente hará que los gobiernos latinoamericanos tengan más dudas sobre todo el esfuerzo de promoción de la democracia”, explica Oliver Stuenkel, de la Fundação Getulio Vargas (FGV) de San Pablo. “Si la cumbre hace demasiado hincapié en la preocupación por la creciente influencia china o rusa en todo el mundo, los escépticos de la cumbre en la región describirán rápidamente la reunión como poco más que un esfuerzo por reforzar la alianza liderada por Estados Unidos contra Pekín y Moscú. Ningún líder latinoamericano, ni siquiera el presidente de Brasil, fervientemente pro-Estados Unidos, quedarían en una posición muy cómoda, dados los fuertes lazos económicos de la región con China. En lugar de permitir que la geopolítica enmarque el debate como una lucha entre democracias y autocracias, los líderes latinoamericanos preferirían centrarse en los factores internos de la erosión democrática.”
El gran desafío de Biden en esta cumbre es el de presentar iniciativas que vayan mucho más allá de la retórica y que comprendan las raíces del malestar global con la democracia. La creciente desigualdad está erosionando todo el entramado social.
Sus consecuencias, la corrupción, la cleptocracia, la falta de oportunidades para los más jóvenes, la pobreza y la miseria, hacen el resto. El viernes por la noche se sabrá si la cumbre logró ir más allá de los enunciados y abordó la democracia integral para preservarla o si la crisis sigue su curso hacia el abismo.