“La nueva guerra de Estados Unidos” por Pablo Hiriart

Derrotado su proyecto social que iniciaría la reforma al capitalismo en este país, el presidente Biden necesita victorias rotundas en otras áreas porque de lo contrario su fracaso será humillante e histórico.

Antilavado de Dinero / El Financiero.

Uno de los frentes estará en la guerra contra los cárteles trasnacionales de las drogas, para traer a los principales capos del mundo a una prisión de Estados Unidos.

Incluso de haberse aprobado la iniciativa de infraestructura social, esa guerra se iba a dar. Con Biden o con Trump reelecto, era inevitable.

De hecho, el presidente Trump planteó en su gabinete de seguridad enviar tropas a México y detener a los principales jefes de las mafias.

Sus asesores, de acuerdo con la nota exclusiva del New York Times, lo persuadieron de no hacerlo por tratarse de una invasión al territorio de un país aliado, y principal socio comercial de Estados Unidos.

¿Cuánto tiempo va a durar esa sensatez?

No lo sabemos, pero la invasión es una posibilidad latente y aumenta en la medida que en México crece la simbiosis entre poder político de distintos niveles de gobierno, y cárteles de las drogas. (Sugiero leer la columna de Raymundo Riva Palacio, Los mensajes cruzados del CJNG, https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/2021/12/08/mensajes-cruzados-al-cjng/).

Aquí las alarmas están encendidas, y aunque no es culpa de México ni de China que los estadounidenses se droguen, si es vista como una responsabilidad de los gobiernos de esos países la producción de drogas que están matando a estadounidenses.

Las muertes por sobredosis de drogas alcanzaron la cifra de 50 mil personas en 2018. Una barbaridad. Sin embargo, en este año que termina, los decesos por esa causa superarán los cien mil, de acuerdo con datos preliminares del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS).

Hace unos días el presidente Biden creó el Consejo contra el Crimen Organizado Trasnacional, en el que participan las cinco principales agencias de seguridad de este país.

La cantidad de droga que entra por la frontera sur es inaceptable para cualquier gobierno, y no hay manera se detectarla cuando pasa a territorio estadounidense.

Ya no es la mariguana, que se introducía en tráilers, con complicidades de los dos lados de la frontera.

Los aviones cargados con tabiques de cocaína han ido perdiendo rentabilidad (sin dejar de ser negocio) ante las drogas sintéticas. Y esas no hay forma de detectarlas.

Luchar contra el trasiego de metanfetaminas, o de fentanilo, que es la más moderna y mortífera de las drogas, es tiempo perdido.

¿Por qué? Jorge Fernández Menéndez explica en su reciente libro La Nueva Guerra, del Chapo al fentanilo, que es un opiáceo sintético, barato en China, del que se pueden hacer miles de dosis con una cantidad pequeña del precursor.

Señala que “se puede producir en cualquier cocina, no huele, su apariencia es de azúcar glass, se vende en pequeñas pastillas imposibles de distinguir de cualquier medicamento, y las utilidades que deja son geométricamente superiores” a la cocaína y la mariguana.

De acuerdo con reportes de la DEA citados en medios de esta ciudad, en el mercado estadounidense el gramo de cocaína tiene un precio de 153 dólares. El de heroína mil 168 dólares, y el de fentanilo mil 600 dólares.

En China, el kilo de fentanilo cuesta cuatro mil dólares, que una vez hecho pastillas se convierten en un millón 600,000 dólares dentro de Estados Unidos.

EU va a apretar a los gobiernos –es decir al de México en primer lugar- para que detengan y extraditen a todos los capos de los cárteles y sus cómplices.

La semana pasada puso una recompensa de cinco millones de dólares por quien dé informes que lleven a la detención de los hijos de Joaquín Guzmán, El Chapo.

En el acta de acusación contra la esposa del Chapo, Emma Coronel, la DEA señala que el Cártel de Sinaloa es el más poderoso y sofisticado del mundo. Le sigue el Jalisco Nueva Generación.

Y la semana pasada el gobierno de este país incluyó en su lista negra de narcotráfico internacional a Los Rojos y Guerreros Unidos (que están implicados en el secuestro y asesinato de los 43 normalistas de Ayoptzinapa).

En cualquier momento Estados Unidos declara a esos cárteles como grupos terroristas, y se arroga el derecho de perseguirlos hasta sus madrigueras.

La respuesta del gobierno de México fue correcta: esa tarea sólo corresponde a los mexicanos. Sí, pero por el bien de la soberanía nacional, tiene que actuar.

De acuerdo con el reporte de la semana pasada, cuando se dio el anuncio de la creación del Consejo Contra el Crimen Organizado Trasnacional, el cártel de Sinaloa tiene once laboratorios de metanfetaminas (sí, 11) en esa entidad, y producen entre 1.3 y 2.2 toneladas de droga sintética al mes.

Por eso quieren a Ovidio y a sus hermanos. ¿Quién los va a detener? ¿Y a Los Rojos, cercanos al grupo político que controla la normal rural Isidro Burgos? ¿Y a Guerreros Unidos, de la familia que gobernaba Iguala?

Tendrá que ser el gobierno mexicano.

Pero el terreno es delicado. No es juego.

Biden necesita triunfos que levanten su credibilidad.

Una lucha exitosa contra los cárteles extranjeros le puede ayudar a cambiar la imagen de que es un presidente que, diría Vicente Fox, no saca un perro de una milpa.

Por: Pablo Hiriart.

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