Veinte senadores, diez demócratas y otros tantos republicanos, pusieron este domingo la legislación estadounidense sobre armas en el camino de una reforma histórica.
Antilavadodedinero / Heraldo
Después de una intensa y larga negociación acordaron firmar una declaración que sienta las bases para introducir modestos cambios destinados a frenar el comercio indiscriminado de pistolas, escopetas o fusiles.
Son peticiones moderadas, pero de alto calado en una sociedad aturdida y bloqueada por los constantes tiroteos, que asiste con inquietud al aumento de jóvenes de 18 años y menores de edad convertidos en pistoleros solitarios.
El acuerdo establece que los jueces podrán determinar si una persona está capacitada para disponer de un arma o representa un peligro para sí misma o los demás.
En el caso de los menores de 21 años, la posibilidad de entrar en una armería requerirá de una verificación previa de antecedentes penales a nivel federal y que el cliente esté limpio de tropiezos juveniles con la Justicia y no haya tenido problemas de salud mental.
Incluso los senadores proponen ir más allá de la actualidad en quienes hayan sido condenados por violencia de género. Hasta ahora se prohibía vender armas a los cónyuges, pero si el acuerdo sale adelante, tampoco lo podrán hacer los novios que hayan agredido a sus parejas, lo que constituye ahora una laguna legal por la que cientos de crímenes son cometidos cada año en el país
El acuerdo fue anunciado representa un hito histórico también por su inmediatez. Los senadores comenzaron a trabajar en los días posteriores a la masacre de la escuela elemental de Uvalde (Texas), ocurrida el 24 de mayo, donde un joven de 18 años asesinó a tiros a doce niños y dos profesoras.
La matanza produjo un especial horror a la sociedad estadounidense por la propia dimensión trágica del tiroteo -a medida que pasaron las horas se supo que el criminal, Salvador Ramos, se cebó con los pequeños, baleados hasta quedar irreconocibles-, pero también porque se trata de una población colmada de sangre.
Sólo diez días antes otro individuo asesinó a una decena de personas en un supermercado de Buffalo. En lo que va de año, Estados Unidos ha registrado 213 tiroteos masivos y se han contabilizado 17.000 muertes por armas de fuego. De ellas, cerca de 9.500 se han archivado como suicidios y entre todas las víctimas mortales hay 650 niños.
Lo habitual es que anualmente 40.620 personas pierdan la vida bajo las balas como promedio, según el Gun Violence «Hay mas asesinato en masa que días en el año», afirma el senador demócrata de Conneticut, Chris Murphy.
Los veinte senadores del grupo de trabajo han propuesto además un ambicioso plan de inversión de miles de millones en programas de salud mental, habida cuenta de que un alto número de tiradores presentan síntomas de perturbación previos a cometer sus crímenes o carecen de otro móvil que impulse sus actos.
También plantean dedicar parte de los fondos a mejoras en materia de seguridad en las escuelas, que se añadirían a las iniciativas puestas en práctica en los últimos veinte años, desde la matanza del Instituto Columbine, para blindar los centros educativos frente a intrusos armados.