Un hombre de Florida, de 35 años, y una mujer, de 29, son arrestados por ‘realizar una estafa inmobiliaria de $10 millones en Miami que implicaba hacerse pasar por dueños de propiedades que en realidad pertenecían a venezolanos a los que se les prohibió hacer negocios bajo las sanciones de EE. UU.
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El grupo de estafadores incluía al menos seis cómplices adicionales que ahora cumplen entre dos años y medio y seis años y medio de prisión. Las casas opulentas a las que apunta el grupo son propiedad de venezolanos de élite que fueron sancionados durante la administración Trump por una serie de fechorías.. Los estafadores pudieron convencer a los prestamistas locales de que eran dueños de las casas y sacaron hipotecas multimillonarias en su contra.
Con pasaportes falsos y mucha sagacidad, una pareja explotó un vacío legal de Florida para vengarse de la élite venezolana. Se hicieron con casi diez millones de dólares pero fueron descubiertos por el Servicio Secreto.
De Venezuela a Florida, de la crisis económica a los millones de dólares, de caminar a viajar en los autos más lujosos del mundo. Carlos Castañeda y Génesis Martusciello salieron de su país en busca de una vida mejor y, en menos de tres años, se hicieron con una riqueza difícil de igualar para cualquier inmigrante. Su historia, sin embargo, no es una de superación y progreso, sino de uno de los fraudes inmobiliarios más audaces de Estados Unidos.
Ahora, Castañeda, Martusciello y sus cómplices enfrentan sentencias que van desde los 28 meses hasta los seis años, y fuentes familiarizadas con el asunto avisaron que es posible que se realicen más detenciones, ya que la investigación continúa y se cree que hay más personas vinculadas al fraude. Castañeda y Martusciello se declararon culpables de robo de identidad, fraude bancario y fraude electrónico
¿Qué hicieron exactamente? Gracias a una sagacidad poco común y la ayuda de pasaportes falsos, la pareja y sus asociados se hicieron pasar por propietarios de mansiones y penthouses en el área de Miami. Después, engañaron a prestamistas para lograr casi 10 millones de dólares en hipotecas sobre esas casas entre 2019 y 2020. Pidieron dinero prestado contra las casas y lo transfirieron a cuentas bancarias que controlaban.
Así, lograron una vida de lujos y riqueza: vivían en las casas opulentas de sus víctimas y gastaron su fortuna en joyas, relojes y mascotas. También robaron algunos de los autos de lujo de sus víctimas, incluidos un Ferrari, un Bentley y un Rolls-Royce, informó el Wall Street Journal (WSJ). Sin embargo, una larga investigación y una operación encubierta del Servicio Secreto estadounidense los descubrió, y ahora la vida de lujos y riqueza pasó a ser una vida en prisión.
El fraude inmobiliario más audaz de Estados Unidos
Castañeda, hoy de 35 años, y Martusciello, de 29, se conocieron en Florida cuando ella trabajaba como camarera y conductora. Con su matrimonio en decadencia, Génesis se enamoró de Carlos y se mudó con él. A principios de 2019, tres años después de haberse escapado de la crisis en su natal Barquisimeto, Martusciello se dispuso a escuchar un plan que Castañeda quería contarle.
El objetivo era hacerse millonarios. El método, un fraude inmobiliario. ¿Las víctimas? Venezolanos. Pero ninguno de los inmigrantes que se habían ido a regañadientes, sino funcionarios del gobierno de Maduro pertenecientes a la élite venezolana. “Hay un dicho que dice que el ladrón que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón”, declaró al WSJ Jonnathan González, quien se declaró culpable de participar en el esquema, en un mensaje desde la cárcel.
Una idea surgida tras un decreto de Donald Trump
¿Cómo iban a hacerlo? La idea comenzó con un decreto del entonces presidente Donald Trump, que había sancionado o acusado a altos funcionarios del gobierno venezolano y sus asociados. Como ya no podían viajar a Estados Unidos, nadie controlaría sus mansiones ni sus autos. Allí es donde entraban Castañeda y sus asociados.
Para lograr los millones que obtuvieron, los ladrones explotaron un nicho opaco y ligeramente regulado del mercado inmobiliario llamado «préstamo de dinero duro». El WSJ explicó que hay veces que una licencia de conducir o un pasaporte con un nombre que coincida con el de la escritura de propiedad es a veces toda la información de identificación que los compradores necesitan para obtener un préstamo. “Es como firmar y conducir”, dijo un agente hipotecario de Miami, comparando la facilidad de obtener un préstamo de dinero fuerte con la compra de un automóvil usado.
Obtener millones de dólares fáciles y vengarse del régimen venezolano, al que consideraban corrupto, fueron las dos razones por las que Castañeda y Martusciello pusieron manos a la obra. Y lograron casi diez millones de dólares.
Los robos están «fuera de control»
El esquema de fraude que elaboró la pareja venezolana es uno de los casos más exitosos de una ola de estafas inmobiliarias que azota al sur de Florida. La región es ideal, ya que se combinan dos factores que propician el desastre. Por un lado, muchas casas de lujo son propiedad de extranjeros y permanecen vacías gran parte del año. Sumado a esto, los corredores y prestamistas no tienen una regulación firme, por lo que suelen cerrar préstamos rápidamente sin demasiadas preguntas o papeleo.
De hecho, la ley de Florida permite que los corredores que manejan préstamos de dinero fuerte lo hagan sin licencias profesionales. Un investigador de fraudes de la Oficina del Tasador de Propiedades del Condado de Broward advirtió recientemente que los robos de propiedades residenciales en el sur de la Florida están “fuera de control”. “Esto sucede constantemente”, dijo David Haber, un abogado del sur de la Florida que representa a propietarios que creen que fueron estafados. “Y cuando acudo a las autoridades, la respuesta siempre es la misma: no tenemos suficientes recursos para estas cosas”.
Con esto en mente, los ladrones primero apuntaron a Luis Carlos de León-Pérez, un exejecutivo petrolero estatal venezolano, del que lograron 4,5 millones de dólares en préstamos contra dos departamentos de lujo de Bal Harbour registrados a su nombre. El siguiente fue el empresario Samark López Bello, de quien obtuvieron una hipoteca de 1,95 millones de dólares por una mansión, que poco después refinanciaron con otra hipoteca de 3 millones de dólares.
Así, se permitieron la misma vida de lujos que hasta hace poco despreciaban: viajaron a Las Vegas, se compraron un Lamborghini, adquirieron un perro de 8.000 dólares y hasta gastaron 6.000 dólares en una «bruja». Por si eso fuera poco, Castañeda vivió en un departamento de López Bello, mientras que González y su novia disfrutaron de una mansión que era propiedad de un hombre que actuaba como testaferro de los hijastros del presidente venezolano Nicolás Maduro, según documentos del Servicio Secreto citados por el WSJ.
Gracias a un informante, el fraude comenzó a desmoronarse, y una operación encubierta del Servicio Secreto simuló un préstamo que hizo caer a Castañeda, Martusciello y algunos de sus cómplices.
Sin embargo, una gran parte del dinero sigue desaparecido. Según el diario, Castañeda escondió cientos de miles de dólares en relojes en la República Dominicana, donde vive su madre y fuera del alcance de las autoridades estadounidenses.