En el 2022 fueron asesinadas 52 mujeres en Rosario,Argentina, y más de la mitad de los crímenes se produjeron en enfrentamientos entre bandas y en ataques a puntos de venta de drogas. La historia de Tania Rostro, ligada a la banda de Los Monos, y los sangrientos asesinatos de Daiana Paiva y Agustina Thomson.
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Rosario enfrentó este año un recrudecimiento de los homicidios, que llevaron a que se supere la cifra récord de 2013, año en que se produjeron crímenes emblemáticos en la trama narco, que provocó una explosión de venganzas. En los 262 asesinatos que se produjeron este año hay un rasgo acentuado: hay un incremento de crímenes de mujeres. Ya fueron asesinadas 52 en lo que va de este año, una cifra que representa más del 22% de las víctimas, más del doble de la media entre 2015 y 2021 que fue del 10%. ¿A qué responde este incremento de mujeres como víctimas de una violencia cada vez más aguda?
El último informe del Observatorio de Seguridad Pública señala que en lo que va de 2022 es más alto el porcentaje de mujeres asesinadas, al alcanzar el 22,7% del total de víctimas de homicidios. “En relación con el género de las víctimas, el universo se compone mayoritariamente de varones. Aun así, se observa una presencia relativa de mujeres sobre el total de víctimas marcadamente superior a años anteriores: a lo largo del período 2015-2021 este indicador se mantuvo relativamente estable en torno al 10%, mientras que en lo que va del 2022 alcanza a casi la cuarta parte de las víctimas”, señala el organismo oficial.
Este fenómeno se da en Rosario, pero no en la capital provincial, donde en lo que va de 2022 fueron asesinadas dos mujeres –de acuerdo al informe- que representan el 3,4% de las víctimas totales.
A la par surge otro punto distintivo. Se incrementó el número y el porcentaje de mujeres asesinadas, pero según los registros oficiales bajó la cantidad de crímenes en contextos de violencia de género. A nivel provincial se advierte, de acuerdo a estos datos, que en 18 crímenes en la que la víctima del homicidio es una mujer se detectaron, en principio, elementos de violencia de género.
“Se trata de un porcentaje comparativamente bajo (25,7%) si se tiene en cuenta que durante el año 2020 hubo 45 mujeres víctimas de homicidio y que en 26 de estos casos (57,8%) se detectaron elementos de violencia de género. En los casos de 2021, por su parte, de manera preliminar surge de las investigaciones que en el 51,4% de los homicidios de mujeres existieron elementos de violencia de género”, agrega el informe.
Para pasar en limpio: hay más mujeres asesinadas, pero un porcentaje menor de casos se dio en situaciones de violencia de género. El encuadramiento de femicidio queda al margen de estas características.
A Virginia Ferreyra y su madre las asesinaron para sembrar el terror.
Los crímenes de Virginia Ferreyra, profesora de danzas árabes, y su madre Claudia Del Debbio, que fueron atacadas el 23 de julio, muestra la brutalidad que deriva del narcotráfico. La madre e hija esperaban el colectivo cuando sicarios que disparaban contra un edificio comenzaron a tirarles a ellas que no tenían nada que ver con la trama criminal. Solo esperaban el ómnibus en una plaza en la zona sur de Rosario.
Este ataque demencial contra las dos mujeres que esperaban el colectivo se inscribió, según la fiscalía de Rosario, en que los narcos buscaban irradiar terror en esa zona. Y lo consiguieron matando a dos personas indefensas que nada tenían que ver con esa trama criminal.
¿Qué llevó a que estas dos mujeres indefensas que esperaban un ómnibus que fueran blanco de un ataque narco? Solo estar en la calle, el lugar donde se pretendía sembrar terror. El fiscal Patricio Saldutti lo dejó en claro en la audiencia imputativa. Se sospecha que René Ungaro, preso en el penal de Ezeiza y luego trasladado a Rawson, pagó para que Fernando Cortez, de 45 años, y a su hijo Lautaro dispararan “con el fin de causar temor en la zona y herir o matar a cualquier persona ajena al conflicto para asegurar el territorio”.
En este caso, Claudia y Virginia fueron atacadas sin razón o con el único objetivo de sembrar terror. Estaban ajenas a la trama criminal que se tejía en ese momento en el barrio Municipal. Pero hay otros casos en el que las mujeres fueron víctimas de los grupos criminales en planos diferentes, como fue el doble homicidio de Carla Cabaña y Magalí Páez. Este caso se investigó como un femicidio.
Estas dos mujeres fueron asesinadas en una casa precaria de Nuevo Alberdi, a metros de donde dormían cuatro niños. A las dos mujeres las mataron por una supuesta una deuda por drogas que tenía la pareja de Carla. Eran adictas y se sospecha también que ejercían la prostitución en las visitas a las cárceles. El fiscal Patricio Saldutti calificó el doble crimen como femicidio, por el contexto de vulnerabilidad de las víctimas. Este año fueron asesinadas 52 mujeres, más de la mitad de los crímenes se produjeron en enfrentamientos entre bandas y en ataques a puntos de venta de drogas.
El rol de las mujeres en las bandas narco de Rosario
Comienza a verse también que las mujeres ganaron poder dentro de las organizaciones criminales y ese ascenso en la estructura criminal la expone a una mayor violencia, tanto como víctimas como victimarias. Este es otro rasgo particular del crecimiento de las mujeres como víctimas de homicidios.
Uno de los ejemplos más nítidos de este nuevo rol es la historia de una de las mujeres más bravas de la mafia rosarina, como es Tania Rostro, una joven de 26 años, que por sus acciones no tiene miramientos a la hora de matar. En julio del año pasado fue detenida en la Zona Cero, en el norte de Rosario. Tania está sospechada de ordenar la ejecución en octubre de 2018 de Emanuel Sandoval, el sicario que atentó en 2013 contra el entonces gobernador santafesino Antonio Bonfatti.
Agustina Thomson fue asesinada en Massa al 400, en la zona norte de Rosario.
Rostro no solo está bajo sospecha por el crimen de Sandoval, sino también del de Agustina Thomson, testigo de otro asesinato narco. Esta mujer está ligada a la banda de Los Monos desde hace tiempo, como una delegada en la zona norte y en Granadero Baigorria.
Rostro estaba siendo investigada por los fiscales Miguel Moreno y Valeria Haurigot por el crimen de Agustina Thomson, quien fue acribillada el 10 de febrero de 2020. Esta ejecución que habría ordenado Rostro fue en represalia por otro crimen que se había registrado pocas horas antes.
Daiana Paiva, de 26 años y lugarteniente de Rostro, había sido asesinada en Olivé al 1900, en el barrio Sarmiento, cuando llegaba a su casa. En ese momento dos hombres que se trasladaban en una moto abrieron fuego. La mujer recibió cinco disparos con un arma calibre 9 milímetros, uno de ellos en la cabeza. Como venganza, Rostro habría ordenado –según las fuentes judiciales– matar a Agustina Thomson, una joven que tenía una larga historia en el mundo del narcotráfico a pesar de tener solo 20 años.
Thomson fue asesinada en Massa al 400, en la zona norte de Rosario, un barrio cercano al río Paraná. Según fuentes policiales, fue atacada por dos hombres que pasaron en una moto. La policía encontró en el lugar del homicidio cinco vainas servidas de calibre 9 milímetros.
El nombre de esta joven apareció por primera vez en la escena pública el 12 de marzo de 2019, cuando fue detenida por la PSA en el bar de una estación de servicio del centro de Rosario, donde junto a otras tres personas fueron a buscar a las oficinas del correo una encomienda que ocultaba 10 kilos de cocaína. Al poco tiempo, Thomson fue excarcelada. Dos meses después, su nombre volvió a aparecer en una historia ligada a la violencia y a las drogas. Thomson escuchó, encerrada en el departamento cómo mataban a su novio, Carlos Señuque.
Los investigadores sospechan que Señuque estaba ligado a la banda de Los Monos y que manejaba parte del negocio de la noche. En el departamento, los policías se sorprendieron por el cuadro que colgaba de una de las paredes: era la camiseta de Ángel Correa, un jugador que declaró en la causa de Los Monos porque su carrera futbolística estuvo ligada a la familia Cantero.
Tras la muerte de Paiva, la lugarteniente de Tania, su lugar lo habría ocupado Sharon Luna, una joven que se transformó en la jefa operativa de la banda y que fue detenida el año pasado, junto con la madre de Rostro, María Beatriz G., quien maneja varios merenderos en ese barrio de la zona norte de Rosario.