La profesión de Ahmet Yilmaz* no debería ser peligrosa. No es ni policía ni criminal: es importador de bananas en Turquía. “Esta es mi tercera década en la industria”, dijo con orgullo en su conversación con InSight Crime. “Mi compañía hizo las primeras ventas de Turquía a países como Irak e Irán. Hasta 2010, éramos el representante regional de empresas como Chiquita y Del Monte”.
antilavadodedinero / InSightCrime
En aquel entonces, el comercio de frutas tenía poco que ver con el crimen organizado. Los gánsteres locales utilizaban principalmente buques de carga y barcos de pesca para llevar heroína afgana a Europa, y casi nunca se involucraban con productos agrícolas legales. Pero la situación cambió cuando la cocaína llegó a las costas turcas. Hoy en día, en palabras de Yilmaz, el sector bananero es un nicho desfigurado por el crimen.
“El sector se empezó a involucrar en 2010. Y aumentó su participación [rápidamente]. Ya la mayoría de las empresas que hicieron este trabajo en el pasado están fuera del mercado. El cartel se ha apoderado del mercado de contenedores”, dijo Yilmaz a InSight Crime. “Las cajas y contenedores de bananas son ideales para ocultar el tráfico… y tanto los empleados como el sistema técnico son propensos al soborno”.
Actualmente hay un flujo constante de contenedores de bananas que cruzan el Atlántico provenientes de Colombia, Costa Rica y, sobre todo, Ecuador. Según observadores de Turquía entrevistados por InSight Crime, la corrupción facilita los trayectos y está al tanto del traslado de drogas hasta Rusia, el Cáucaso y el Golfo Pérsico.
Corrupción institucional
El crimen organizado turco ha recurrido a la corrupción en los altos niveles desde la época del Imperio Otomano. Tras la caída del Imperio a principios del siglo XX, estos lazos simbióticos fueron tan fuertes que la heroína ayudó a construir el nuevo Estado turco, como afirma el profesor Ryan Gingeras, autor de Heroin, Organized Crime, and the Making of Modern Turkey [“Heroína, crimen organizado y la construcción de la Turquía moderna”]
“Desde la década de 1940 hasta la de 1970, el nivel de las alianzas de los traficantes de heroína con figuras políticas, o la protección que recibían de dichas figuras políticas [no tenía paralelo]”, dijo el profesor a InSight Crime.
Sin embargo, continúa Gingeras, la situación mejoró en la década de 2000, gracias a una labor de democratización que se llevó a cabo por décadas y a los esfuerzos antinarcóticos entre Estados Unidos y Turquía. La policía y las aduanas de Turquía fueron efectivas en la incautación de drogas, y en 2013 el país incluso alcanzó su mejor puntaje anticorrupción en el índice anual de Transparencia Internacional, ocupando el puesto 53 de 177.
Pero todo eso terminó en diciembre de 2013, tras un escándalo de corrupción que involucró a 52 miembros del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi, AKP), entre ellos tres hijos de ministros del gabinete. El primer ministro del AKP elegido recientemente, Recep Tayyip Erdoğan, pudo haber reaccionado de varias maneras.
Pero el eligió el cólera. En cuestión de días, cinco jefes de policía que habían estado al frente de las redadas fueron expulsados por lo que según él fue “abuso de poder”. Otros 350 fueron despedidos poco después en todo el país, incluidos los jefes de la unidad de crimen organizado y las subunidades de lucha contra el contrabando y la delincuencia financiera.
“Casi toda la división antinarcóticos —alrededor de 8.000 policías— perdió sus empleos […] más del 95 por ciento del [personal]”, cuenta Mahmut Cengiz, quien fue jefe de división de 2011 a 2015.
“El gobierno destruyó la memoria institucional”, dijo Cengiz a InSight Crime.
Esto creó una oportunidad sin precedentes para los narcotraficantes. Además de mutilar la capacidad antinarcóticos del país, la corrupción de los funcionarios de repente se facilitó mucho más. El intento de golpe de Estado contra Erdoğan en 2016, después del cual se destruyeron departamentos de policía enteros, no hizo sino acelerar la situación, según el exjefe de división.
“El mensaje para los oficiales recién nombrados fue que, si se obedecía al gobierno y al régimen de Erdoğan, estos se harían los de la vista gorda ante las irregularidades”, dijo Cengiz a InSight Crime. “Después de 2016, un mayor número de fiscales, jueces, militares y policías [se involucraron] en el tráfico de cocaína”.
Al año siguiente, en 2017, las incautaciones de cocaína se dispararon en Turquía. Han aumentado cada año desde entonces, en contraste directo con el ranking de corrupción del país publicado por Transparencia Internacional, que ha caído de manera abrupta: Turquía se encuentra actualmente por debajo de Colombia y Brasil.
En mayo de 2021, esto culminó en una dramática serie de acusaciones. Sedat Peker, un gánster turco convicto que vive en Dubái, publicó varios videos en los que acusa a los principales miembros del partido AKP de tráfico de cocaína y de homicidio. Afirma que las 4,9 toneladas incautadas en 2020 en el puerto de Buenaventura, Colombia, habían sido parte de este esquema.
Según Peker, la interceptación convenció a ciertos funcionarios del gobierno de que debían encontrar una nueva ruta hacia Turquía, esta vez a través de Venezuela. Sin proporcionar mayores detalles, sugirió que los buques de carga salían cargados de cocaína desde el puerto de La Guaira, en el norte de Venezuela, hacían escala en Panamá y luego salían hacia Turquía.
Estas acusaciones conmocionaron al régimen de Erdoğan. Un mes después, las autoridades turcas realizaron la mayor incautación de cocaína del país: 1,3 toneladas, en la ciudad portuaria de Mersin. Una semana después, de nuevo en Mersin, incautaron otros 463 kilogramos. Ciertos medios de comunicación manifestaron su escepticismo, dado que ambas incautaciones fueron el resultado de denuncias, y en ambos casos los puertos de salida y de llegada eran los mismos.
“Todo el mundo aquí sabe que los equipos de rayos X [de Mersin] ni siquiera pueden detectar un elefante en un contenedor”, afirma Ahmet Yilmaz, el importador de bananas. “Todos los contenedores incautados fueron atrapados bajo aviso”.
InSight Crime intentó comunicarse con Sedat Peker para la redacción de este artículo, pero no recibió respuesta alguna. Y les preguntó a las cuatro personas entrevistadas sobre las acusaciones de Sedat Peker: todos dijeron que creían su versión.
“Sedat Peker representa un subestrato del crimen organizado que tradicionalmente no ha estado asociado con el narcotráfico […] Una de las cosas que ha dicho sobre sí mismo es que es un gánster que lucha contra el narcotráfico, lo cual encaja [con esta revelación]”, afirma el profesor Ryan Gingeras.
“Lo descrito por Sedat Peker se confirma por muchas cosas. Especialmente en lo que respecta a Venezuela, donde el contrabando [de cocaína] podría ser una extensión del comercio de petróleo y oro durante el embargo”, puntualiza el periodista investigativo Cengiz Erdinc.
Ninguno expresó optimismo sobre las posibilidades de que Turquía reduzca la corrupción.
“Creo que en el futuro los traficantes turcos de heroína se pasarán al comercio de cocaína”, predice el expolicía Mahmut Cengiz.
En efecto, no les faltarán puntos de destino.
Mercados de cocaína emergentes
Ubicada entre Europa y Oriente Medio, Turquía está en una posición ideal para traficar drogas a cualquiera de las dos regiones. Históricamente, la heroína ha pasado de Oriente Medio a Europa, la MDMA y los precursores de opiáceos han pasado de Europa a Oriente Medio, y la marihuana se ha movido en ambos sentidos, según el Informe Mundial Sobre Drogas 2022, publicado por la ONUDD.
Sin embargo, la cocaína ha cambiado las reglas del juego, pues su importancia ha aumentado a medida que la brújula se mueve de oeste a norte, y luego al este. Los expertos siguen divididos en cuanto al tamaño de la participación turca en la cocaína que llega a cada región, pero hay consenso en que a Oriente Medio llega por lo menos tanto como a Europa.
“Podemos estimar que el 60-70 por ciento del tráfico se dirige a Oriente Medio y el 30 por ciento a Europa”, afirma Cengiz Erdinc. “Creo que Rusia tiene una participación significativa en la porción que va hacia Europa”.
Irónicamente, Gran Bretaña y la Unión Europea, el epicentro mundial del comercio de cocaína, pueden ser destinos menos rentables para los contrabandistas de cocaína ubicados en Turquía, por el solo hecho de que todos los grupos europeos con mejores conexiones están más cerca del mercado final.
Esto incluye a sus antiguos socios traficantes de heroína en Albania, que junto con la mafia italiana ‘Ndrangheta dominan actualmente el negocio de la cocaína en Europa. Según el Informe de la Estrategia Internacional de Control de Estupefacientes (INCSR) 2021, del Departamento de Estado de Estados Unidos, los narcotraficantes de Turquía a veces solamente intercambian su cocaína en los Balcanes, conformándose con cargas robustas de marihuana albanesa.
Estos no son los primeros que pierden frente a los intermediarios. Como lo constata una investigación de InSight Crime en 2021, fue precisamente este obstáculo geográfico lo que convenció a los barones de la cocaína colombianos de poner la mirada en Europa, en lugar de Estados Unidos, país que dejaron a sus antiguos transportistas de drogas mexicanos.
De manera similar, los grupos turcos están mirando cada vez más hacia el norte, hacia Europa del este y el Cáucaso. El consumo de cocaína continúa extendiéndose por todo el antiguo bloque soviético, y los funcionarios de aduanas en estos países tienen poca experiencia en la detección de drogas, como señala el INCSR.
Rusia es un sitio clave, tanto por los canales marítimos en el Mar Negro como por las rutas terrestres que atraviesan Armenia y Georgia, como le dijo un experto a InSight Crime. El INCSR menciona los puertos marítimos del sur de Ucrania como otra zona de tránsito de cocaína, aunque la agencia antidrogas de la UE informó recientemente que la invasión de Rusia ha interrumpido esa conexión.
Tanto Rumania como Moldavia, principales nodos de tránsito en la Ruta de los Balcanes, también han realizado grandes incautaciones de cocaína en los últimos años.
Sin embargo, los expertos afirman que ningún lugar es tan rentable para los importadores de cocaína de Turquía como el Medio Oriente. Aunque el consumo sigue siendo extremadamente bajo, la dificultad de acceder a estos mercados implica que los precios son asombrosamente altos.
Por ejemplo, las cifras de la ONUDD muestran que, en promedio, un gramo de cocaína se vendía al por menor en Bélgica por US$55 en 2017. Ese mismo año, un gramo valía más de US$115 en Israel y US$170 en Jordania. Para cuando llegaba al Golfo Pérsico, ese mismo gramo había disparado su valor, cotizando a US$475 en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y más de US$500 en Arabia Saudita.
Eso convierte al Golfo Pérsico en el mercado de cocaína más caro del mundo. Los principales destinos son Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), según el periodista Cengiz Erdinc, dato que corrobora el exdirector antinarcóticos turco Mahmut Cengiz, quien incluye además a Bahréin y Qatar.
Parte de ese producto ingresa por puertos marítimos, en tanto que las cantidades de menos kilogramos ingresan regularmente por mensajeros aéreos. Pero los expertos entrevistados por InSight Crime afirman que una parte igualmente importante, pero rara vez detectada, viaja desde Turquía en camiones, atravesando Irak y el desierto de Arabia.
Ahmet Yilmaz, el importador de bananas, es enfático en este sentido. Al igual que el periodista Cengiz Erdinc, afirma que fueron los narcotraficantes sirios desplazados por la guerra civil del país quienes establecieron la ruta de la cocaína por el desierto, haciéndose cargo del comercio de bananas en Mersin y enviando camiones cargados de drogas y frutas por el norte de Irak.
Todavía hay poca evidencia, pero no se carece de ella. Un perfil de Irak elaborado en 2021 por la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC) concluye que, aunque el consumo interno es escaso, la cocaína transita por el país en su trayecto hacia los mercados vecinos.
Además, en 2019, un artículo de medios extranjeros citó las palabras de un político iraquí de alto rango, quien afirmaba que recientemente se había interceptado media tonelada de cocaína en un cargamento de banano ecuatoriano, pero que el contrabandista fue liberado y no se levantaron cargos en su contra.
“Un ejemplo sencillo”, describe Ahmet Yilmaz: “La semana pasada llegaron 679 contenedores de bananas a Mersin, 30 de los cuales fueron importados para el mercado interno turco, que tiene una población de 85 millones de habitantes […] y más de 500 contenedores se enviaron a la región del norte de Irak”.
En sus palabras se nota la exasperación: “El norte de Irak tiene una población de 5 millones. ¿Qué están haciendo estas bananas [allí]?”.
* El nombre ha sido modificado para proteger la identidad de la fuente.