Con niveles históricos de decomisos de cocaína en toda Latinoamérica, ¿cómo pueden los gobiernos destruir las sustancias confiscadas en forma rápida y segura? El gobierno de Ecuador puede haber hallado una solución, con una novedosa técnica para destruir los cientos de toneladas de cocaína decomisadas anualmente.
antilavadodedinero / InSightCrime
En un proceso conocido como “encapsulamiento”, las autoridades pulverizan los ladrillos de clorhidrato de cocaína en granos diminutos usando maquinaria pesada. A continuación, mezclan la cocaína en polvo con cemento, sal y acelerantes químicos, entre otros materiales, para formar una lechada, como explicó Edmundo Mera, subsecretario de control de drogas del Ministerio del Interior de Ecuador, en entrevista con InSight Crime.
La mezcla fluida se vierte en moldes para formar bloques de concreto, y se deja secar unas pocas horas antes de endurecerse completamente. En la etapa final, es imposible extraer la cocaína de los bloques sólidos del material
Hasta el 14 de octubre de 2022, Ecuador había destruido casi 180 toneladas de drogas en total, y el 61% de lo decomisado este año se destruyó usando la técnica de encapsulamiento, comentó Mera.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) ya antes ha recomendado el encapsulamiento como una forma viable para desechar drogas y materiales tóxicos usados en el procesamiento de drogas, pero Ecuador es el primer país que destruye cocaína a tan gran escala, según comentó Martin Raithelhuber, experto en drogas sintéticas ilícitas para la ONUDD, en conversación con InSight Crime.
Escalar las operaciones de encapsulado podría impactar el futuro de la destrucción de drogas para los gobiernos de Latinoamérica, y Ecuador está haciendo su parte para demostrar qué tan efectivo puede ser el proceso.
La incineración en hornos y gestores ambientales es una opción segura que se ha usado tradicionalmente en Ecuador, pero demanda maquinaria muy específica. “La cocaína no se incinera bien. Es importante quemarla en un incinerador que sirva para ese solo propósito, que tenga dos cámaras y que pueda alcanzar temperaturas tan elevadas para eliminar los gases de escape y la formación de sustancias indeseadas”, señaló Raithelhuber.
Además, solo unas cuantas toneladas de cocaína decomisada pueden superar rápidamente la capacidad de incineración del país. Las autoridades se ven obligadas a almacenar la cocaína durante semanas y meses esperando la incineración. En la actualidad, se usa el encapsulado como suplemento de la incineración, pero ya ha demostrado ser un proceso viable por varias razones.
En primer lugar, el encapsulado permite a las autoridades destruir 1500 kilos por hora, mientras que la incineración se limita a unos 70 kilos por hora de las mismas sustancias, según Mera. Una serie de intentos de robo en las bodegas donde la policía almacenaba las drogas incautadas en Quito, Guayaquil y Tena, puso de relieve las inseguridades que conlleva la incapacidad de destruir rápidamente las sustancias decomisadas
Redoblar la velocidad en la destrucción de la droga es crucial en Ecuador, donde la ley estipula que los jueces deben estar presente durante la destrucción de drogas. La reducción drástica del tiempo que este proceso requiere implica que las autoridades pueden regresar a actividades más sustanciales en lugar de hacer de testigos de la destrucción de la droga.
En segundo lugar, acelerar la destrucción implica reducir costos para Ecuador. El encapsulado puede destruir la cocaína diez veces más rápido que la incineración, puntualizó Mera. Puede invertirse menos dinero en el equipo y el personal necesario en esta tarea, menos seguridad para vigilar lo incautado, entre otros costos.
Tercero, aunque la incineración es un proceso riguroso que sigue estrictas regulaciones ambientales, el encapsulado en Ecuador también es un método ambientalmente seguro. “La cocaína está tan bien encapsulada en esos moldes de concreto que no puede destilarse al medio ambiente, algo que se quiere evitar”, dijo Raithelhuber.
El ministerio del interior contrató a gestores ambientales para supervisar el proceso desde el mezclado de las drogas y el cemento hasta la disposición final de los moldes y las instalaciones de encapsulado ubicadas por fuera de zonas pobladas, además de minimizar los riesgos de contaminación, indicó Mera. Pero el encapsulado, advirtió Raithelhuber, no es una solución para todo.
“Queremos identificar buenas prácticas y compartirlas con otros países de la región que enfrentan problemas similares para ver cómo pueden usar o adaptar la metodología en su contexto. Y creo que esa es la palabra clave. La metodología es buena, funciona y es segura, pero siempre debe analizarse el contexto. Nuestras directrices explican cómo [el encapsulado] puede usarse también para ciertos tipos de químicos, pero no es apto para todo”.