Otoniel, el antiguo jefe de los Urabeños, se declaró culpable de varios delitos ante una jueza en Estados Unidos. Su declaración pone fin a una era dominada por los capos de Colombia en el narcotráfico mundial.
antilavadodedinero / InSightCrrime
El bajo mundo criminal de Colombia ya no está dominado por poderosos capos de la droga, figuras solitarias con grandes ejércitos privados, que podrían influir en el comercio internacional de cocaína por su cuenta.
El 25 de enero, Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, y quien fuera el máximo comandante del grupo criminal Los Urabeños, se declaró culpable de dirigir una organización criminal, conspiración para la distribución marítima de narcóticos y conspiración para importar narcóticos, frente a una jueza en el distrito de Nueva York, Estados Unidos, según un comunicado del Departamento de Justicia de ese país.
Como parte del acuerdo de culpabilidad, Otoniel también pagará US$216 millones y enfrentará una sentencia de entre 20 años y cadena perpetua, una vez sea condenado. Las acusaciones en contra del capo colombiano fueron transferidas al distrito este de Nueva York, donde tendrá que rendir cuentas. De acuerdo con un reporte de France24, tras la audiencia, Otoniel reconoció por medio de una declaración que había hecho llegar a los Estados Unidos unos 96.800 kilos de cocaína a través de México y Centroamérica.
Desde el 2009, Otoniel estuvo a la cabeza de Los Urabeños, también conocidos como Clan del Golfo o Autodefensas Gaitanistas de Colombia, grupo con el que traficó toneladas de cocaína, haciendo alianzas con otros grupos del crimen trasnacional organizado, entre los que se encuentran los principales carteles de México.
Breon Peace, Fiscal del Distrito Este de Nueva York, señaló que «con la declaración de culpabilidad de hoy (enero 25), el sangriento reinado del narcotraficante colombiano más violento y significativo desde Pablo Escobar ha terminado”.
Luego de varios años de varios operativos, Otoniel fue capturado en zona rural de Antioquia, Colombia, en octubre de 2021 y extraditado en mayo de 2022 a los Estados Unidos por las imputaciones en tres cortes distintas de ese país.
Pablo Escobar. El Loco Barrera. Don Berna. Otoniel. El juicio de este último se produce cuando Colombia deja atrás a estas poderosas figuras y se encuentra en el umbral de un proceso de paz tentador y frágil.
Forjado en el conflicto colombiano, Otoniel llegó al extinto Ejército Popular de Liberación (EPL) cuando solo era un niño. Se desmovilizó a los 19 años, junto con otros miembros del EPL y retornó a las armas bajo el ala de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con 25 años y tras una segunda desmovilización en 2005, vio su oportunidad de hacerse al mando del grupo criminal más poderoso de Colombia: Los Urabeños.
Otoniel y su hermano, Juan de Dios Úsuga David, alias «Giovanni», convirtieron al incipiente grupo en la fuerza de narcotráfico más importante de Colombia. El control sobre algunos de los territorios cocaleros más importantes de Colombia, y las alianzas con carteles mexicanos y grupos mafiosos italianos, consolidaron la importancia de Otoniel.
Sus antecedentes, como guerrillero de izquierda y paramilitar de derecha, ayudaron a forjar a Otoniel como el líder en el que se convirtió. Se ganó una reputación de sanguinario, incluso entre sus pares criminales. Uno de los narcotraficantes más infames de Colombia, Daniel Barrera, alias «El Loco«, lo describió como un «animal», tras el arresto de Barrera en 2012.
Otoniel también evadió la captura mucho más de lo que nadie esperaba. Viajando por el Nudo de Paramillo, una cordillera en el norte de Colombia, y rodeado de familiares, Otoniel mantuvo la unidad y el imperio del narcotráfico de Los Urabeños. Eludió, durante años, un esfuerzo de búsqueda con el objetivo de derribarlo, que fue varias veces mayor que el desplegado contra Pablo Escobar.
Con su caída, una era post-Urabeños se asoma. Ninguno de sus sucesores parece acercarse a lo que en su momento logró Otoniel, y la fugaz dinámica criminal del país han llevado a cada célula de lo que fue el grupo a buscar su propio beneficio, incluyendo alianzas con viejos enemigos.
Solo una persona parece intentarlo: la antigua mano derecha de Otoniel, Jobanis de Jesús Ávila, alias “Chiquito Malo”, sería ahora el principal cabecilla de Los Urabeños, aunque se desconoce su verdadero alcance como líder, y es probable que su poder solo incluya las facciones más cercanas a Urabá.
El futuro del grupo es incierto. Otoniel se ha declaró culpable y llegó a un acuerdo con los fiscales de Nueva York, que podrían verlo cooperar y proporcionar información sobre su antiguo grupo.
Al mismo tiempo, el gobierno colombiano del presidente Gustavo Petro está involucrando a Los Urabeños como parte de su enfoque de «Paz Total«, un plan para negociar una desmovilización de numerosas pandillas y grupos en toda Colombia. Pero sin Otoniel, y con el legado fragmentado que dejó atrás, es incierto si hay un líder capaz de hablar por toda la organización.
De hecho, el gobierno de Gustavo Petro solicitó levantar las órdenes de captura contra los principales líderes del grupo, entre ellos Chiquito Malo, quien podría ser el vocero de la organización, pero la Fiscalía General de la Nación se ha negado a la petición.
Al igual que la muerte de Pablo Escobar, el icónico capo colombiano, la salida de Otoniel del panorama criminal deja un rompecabezas que, difícilmente, alguna figura podrá unificar en el corto plazo. Así, que atrás las viejas épocas de grandes capos, persecuciones, escondites y fortunas sin gastar.