Su coordinador, Pedro Strecht, admitió que “no es posible cuantificar el total de crímenes” por abusos sexuales en iglesias de Portugal. En el informe final se validaron en total 512 testimonios que describen casos desde 1950 en adelante.
antilavadodedinero / Infobae
La comisión independiente que investiga los abusos en el seno de la Iglesia Católica en Portugal validó 512 testimonios de víctimas en su informe final, aunque estima que el número mínimo supera las 4.800, afirmó hoy su coordinador, el psicólogo Pedro Strecht.
“No es posible cuantificar el total de crímenes”, admitió Strecht, que denunció que “la mayoría de las víctimas fueron abusadas más de una vez” según las conclusiones de la investigación desarrollada por la comisión sobre los abusos ocurridos en la Iglesia en los últimos 70 años en Portugal.
Altos cargos de la Iglesia portuguesa habían afirmado anteriormente que sólo se habían producido un puñado de casos.
La Comisión Independiente para el Estudio de los Abusos a Menores en la Iglesia Católica, creada por los obispos portugueses hace poco más de un año, examinó presuntos casos desde 1950 en adelante. El panel presentó su informe final el lunes. Está previsto que los obispos portugueses debatan el informe el mes que viene.
Del total de las denuncias recibidas, la comisión ha enviado a la Justicia apenas 25 casos porque, en su mayoría, ya están prescritos, aunque la comisión prepara una lista con los abusadores todavía en activo.
La mayoría de los abusadores eran hombres (96%) y sacerdotes -alrededor del 70%-. y los abusos se produjeron en seminarios, centros de acogida, escuelas o instituciones deportivas.
Por zonas, los delitos se registraron en el todo el país, con especial incidencia en Lisboa, Oporto y Braga. (REUTERS/Pedro Nunes)
La media de edad de las víctimas apenas superaba los 11 años y ahora la mayoría tiene unos 52 años. El grueso eran niños y se apartaron de la Iglesia.
Por zonas, los delitos se registraron en el todo el país, con especial incidencia en Lisboa, Oporto y Braga.
El 48% de las personas que denunciaron los abusos lo hicieron por primera vez. La mayoría de las presuntas víctimas eran hombres, aunque el 47% eran mujeres, según el informe.
Según el informe, hay lugares en Portugal, como algunos seminarios e instituciones religiosas, que son “auténticos puntos negros” de abusos.
La Comisión no publicó los nombres de las víctimas, las identidades de los presuntos agresores ni los lugares donde supuestamente se produjeron los abusos. Sin embargo, a finales de mes enviará a los obispos una lista de presuntos abusadores que siguen activos en la Iglesia. El informe final incluye un anexo independiente -y confidencial- de todos los nombres de miembros de la Iglesia denunciados a la comisión, que se enviará a la Conferencia Episcopal Portuguesa y a la policía.
La comisión reclamó la acción decidida de la Justicia y pidió atención psicológica para las víctimas y la suspensión de la prescripción del delito durante 30 años.
“Los testimonios son emocionalmente muy intensos” y deben servir para acabar con “una larga noche de silencio, vergüenza, miedo y culpa”, afirmó Strecht durante la presentación del informe, al que asistieron, en primera fila, Manuel Clemente, cardenal de Lisboa y José Ornelas, Obispo de Leiria-Fátima, entre otros miembros de la cúpula de la Iglesia católica lusa.
La Iglesia portuguesa no ha comunicado si tiene intención de indemnizar a las víctimas.
La comisión, creada por la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) a finales de 2021, está compuesta por seis expertos, Strecht, psicólogo infantil, y psiquiatras, un exministro de Justicia y hasta una cineasta.
El informe llega cuatro años después de que el Papa Francisco reuniera en el Vaticano a líderes eclesiásticos de todo el mundo para abordar la crisis de abusos sexuales en la Iglesia. Esa reunión se celebró más de 30 años después de que el escándalo estallara por primera vez en Irlanda y Australia y 20 años después de que golpeara a los Estados Unidos.
En aquella época, los obispos y otros superiores católicos de muchas partes de Europa seguían negando que existieran abusos sexuales por parte del clero o insistían en dar poca importancia al problema.