Responsable de uno de los fraudes más impactantes de la historia, que alcanzó los 64.800 millones de dólares y quedó al desnudo en el año 2008.
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Por si nunca escuchaste hablar de él, te cuento que Bernard Madoff fue responsable de uno de los fraudes más impactantes de la historia, que alcanzó los 64.800 millones de dólares y quedó al desnudo en el año 2008, en plena crisis de las hipotecas subprime (de baja calidad crediticia) de EEUU.
¿Cómo fue la estafa? Madoff se presentaba como administrador de inversiones bursátiles (sin estar registrado para ofrecer el servicio) y prometía rendimientos del 9% anual en dólares sin riesgo, algo casi imposible de lograr de manera regular todos los años en inversiones de renta variable (acciones), más aún en un mundo donde la inflación era mucho más baja que la actual.
En realidad, el dinero que recibía Madoff por parte de los inversores que confiaban en él nunca se invertía, sino que iba a parar a una cuenta del falso administrador, quien destinaba una parte a financiar su altísimo nivel de gastos y otra parte a pagar con buen premio los rescates que iban haciendo los inversores que, por distintos motivos, decidían retirarse del fondo.
Como puede observarse, se trataba de un esquema de estafas Ponzi como los que analizamos en este espacio tiempo atrás.
Más allá de lo atrapante del caso para el mundo financiero y policial, con su costado trágico incluso para la familia Madoff, en la columna de hoy nos centraremos en las cinco lecciones más importantes que nos deja como ahorristas e inversores la estafa más grande de la historia cometida por una sola persona
1) Desconfiar de las ganancias superiores a la media
Como ya vimos en esta columna, se denomina benchmark a la tasa de rendimiento de referencia para un determinado tipo de inversión.
En el largo plazo, los bonos del Tesoro de EEUU a 10 años funcionan como referencia para los rendimientos que busca el mercado por ser considerados “libres de riesgo” en dólares.
Al momento de escribir esta columna, el rendimiento de estos bonos se encuentra entre 3,50 y 4% anual en dólares, por lo que toda inversión que prometa un rendimiento por encima de ese nivel entrañará inevitablemente un cierto riesgo y es normal que así sea. Cuanto mayor sea la diferencia entre el rendimiento prometido y los bonos mencionados, mayor será el riesgo implícito de la inversión.
En el caso de Madoff, el rendimiento prometido del 9% anual no era necesariamente lo que generaba sospechas. Si bien se trataba de un número alto, es un nivel que los mejores inversores han logrado superar en el largo plazo, aunque no necesariamente todos los años. En los informes a los inversores que le entregaban su dinero, Madoff, llamativamente, enseñaba resultados positivos todos los meses, incluso en tiempos de fuertes caídas como los de la crisis del Nasdaq del año 2001 o en los inicios de la crisis de las hipotecas subprime, ya en 2007.
¿Cómo hacía para lograr esta notable marca? Muy fácil, fraguando números y mostrándole a sus clientes operaciones ficticias, puesto que el dinero, como dijimos anteriormente, ni siquiera era invertido.
Un inversor debe siempre desconfiar de las tasas de rendimiento muy superiores a la media y, sobre todo, si estas no registran jamás variaciones negativas.
Como se puede apreciar en la serie, Harry Markopolos, un investigador de fraudes financieros de Wall Street, determinó que era imposible obtener los rendimientos enseñados por Madoff en forma regular y sin fisuras, por lo que denunció al estafador ante la SEC (la Comisión de Bolsa estadunidense), que decidió no dar entidad a sus advertencias hasta que fue demasiado tarde.
2) Exigir siempre una explicación detallada de la estrategia de inversión
“Al que hacía muchas preguntas le decíamos o bien que no invierta con nosotros o que retire su dinero si ya era cliente”, confiesa el propio Madoff en el documental.
Las palabras del estafador nos enseñan a otorgar valor a nuestras inversiones y realizar todas las preguntas que consideremos necesarias, sin importar si algunas pueden resultar incómodas para los administradores a quienes confiemos nuestro dinero.
Por eso, si elegimos delegar el manejo de los ahorros en un tercero (estrategia que aquí desaconsejamos), además de las cuestiones importantes a tener en cuenta que analizamos en notas anteriores, debemos saber que estamos en todo nuestro derecho de exigir una explicación detallada de los mecanismos de inversión utilizados y los riesgos asumidos.
Si el porfolio manager elegido se niega a responder al pedido, probablemente es porque hay información que prefiere ocultar, con lo que la probabilidad de que se trate de un fraude crece considerablemente y lo mejor es alejarnos de ese gestor.
3) Revisar comprobantes en el sitio del organismo regulador
Las Bolsas son mercados regulados. Esto quiere decir que existe un organismo gubernamental (la Comisión Nacional de Valores en nuestro país y la Security and Exchange Commission en EEUU, por ejemplo) que regula a los agentes que intervienen en la Bolsa y velan por los intereses de los inversores.
Ya sea que estemos hablando de un fondo de inversión o un broker, la custodia de los activos no suele ser administrada por las entidades financieras, sino que existe una empresa o un organismo encargado de hacerlo, como la Caja de Valores en nuestro país o Pershing en EEUU, responsables de certificar que los activos estén a nombre del inversor o del fondo de inversión elegido.
Por lo tanto, un inversor responsable debe siempre chequear los registros oficiales para estar seguro de que la inversión existe tal cual la detalla el gestor de los fondos y regularmente controlar que la tenencia que le figura sea la misma que marcan los documentos del organismo regulador.
En nuestro país, la Caja de Valores envía mails directamente a los inversores ante cada movimiento en las cuentas (compraventa de activos, pago de dividendos) con el objetivo de mantenerlos informados. Ingresando en su web con nuestro usuario y contraseña, sabremos si el agente está actuando de buena fe o existen movimientos no autorizados en nuestras cuentas.
4) Diversificar las inversiones
Los testimonios de los inversores estafados por Madoff son contundentes y el documental los exhibe con crudeza. Aparecen matrimonios que dicen haber perdido todos sus ahorros e incluso haber sido obligados a vender sus viviendas.
Al respecto, hemos aprendido en columnas anteriores que la diversificación es uno de los pilares más importantes de cualquier inversión exitosa. Invertir todos los ahorros en una sola acción, bono o fondo de inversión puede significar un “suicidio financiero”, sin importar la confianza que tengamos en ese activo o el rendimiento que prometa.
Los inversores que confiaron en Madoff, pero supieron limitar su aporte al fondo del estafador, seguramente sintieron el golpe, pero no al punto de perderlo todo. Si actuaron con cierto rigor, probablemente no le cedieron más del 5% de su cartera de inversión.
5) No dejarnos impresionar por los títulos y pergaminos
¿Cómo es que las personas confiaban tanto en Madoff como para delegarle el manejo de todos sus ahorros sin exigirle nada cambio? Una de las razones podría vincularse con su trayectoria profesional en Wall Street, que lo llevó a ser presidente del mercado Nasdaq y una figura conocida y respetada en la Bolsa de Nueva York.
La lección es clara: no importan los pergaminos o títulos que ostente el potencial asesor de inversiones. Si vamos a delegarle el manejo de una parte de nuestro capital, por menor que sea, debemos tomar todos los recaudos mencionados en esta columna, sin excepciones.