Las grandes farmacéuticas colocaron calmantes opioides sin recetas en supermercados y botiquines. Al tener que ser retirados, los consumidores habían desarrollado adicción y los sustituyeron por heroína y fentanilo. «Hubo un capitalismo farmacéutico desbocado», explican los expertos.
Los consumidores de fentanilo apenas pueden mantenerse en pie. En la calles de Filadelfia, Estados Unidos, grupos enteros de adictos yacen en el suelo inmóviles, sin poder controlar sus movimientos o los impulsos. La cruda realidad del fentanilo se expande como la pólvora por EEUU. Para comprender la crisis actual, con 100.000 muertes por sobredosis, hay que remontarse a finales de los 90, cuando los analgésicos llegaron sin control ni receta a supermercados y botiquines.
Así lo narra Claudio Vidal, director de Energy Control, que explica que «hubo un capitalismo farmacéutico desbocado». «Con el Oxicontyn se creó una demanda de opioides que una vez que se empieza a restringir, la demanda ya estaba creada u hubo una sustitución importante de estos analgésicos por heroína», ha añadido Vidal.
Desde entonces, decenas de miles de personas se convirtieron en adictas. Y ante la retirada de los calmantes de los comercios, pasaron a buscarlos de manera ilegal en la calle. Es el caso de Megan Defranco, exadicta, que en declaraciones a la ‘Voz de América’ ha asegurado que, «desafortunadamente, ya eres adicta en ese punto y no puedes vivir sin ellos«.
Vino a sustituir a la heroína
El fentanilo vino a sustituir a la heroína, pero está tiene efectos narcóticos 50 veces superiores. Una droga sintética y barata fabricada por los carteles mexicanos. El pionero fue el del Chapo Guzmán. Ahora una dosis ronda los 20 dólares. Un kilogramo de fentanilo supone 1.000 dólares, pero en el mercado negro puede dar beneficios de hasta un millón y medio de dólares.
En España, por el momento, no hay registros de consumo ilegal. Claudio Vidal ha afirmado que desde sus «servicios de análisis y trabajo en el terreno no han detectado fentanilo». En los últimos años, las fuerzas del orden han decomisado únicamente 336 gramos. De los cuales, 291 correspondían a una sola intercepción.
El sistema sanitario español, tanto el público como el privado, mantiene un fuerte control de esta sustancia, restringida a ámbitos hospitalarios para enfermedades oncológicas y grandes traumatismos.