Personas incapaces de moverse, en mitad de la calle o en cualquier lugar. Las imágenes que en estos momentos llegan especialmente a través de las redes sociales y de los medios de comunicación a todos los rincones del globo desde zonas como Kensington, en Filadelfia, son sobrecogedoras, y mantienen al mundo entero con la mirada puesta en lo que está ocurriendo en Estados Unidos.
¿La causa? El consumo de fentanilo que ya se ha convertido en una epidemia en el caso americano pero no, no ha llegado a nuestras fronteras. Pero, ¿qué es el fentanilo? Tal y como recuerda Marta Fernández de Aguirre, responsable del Área de Adicciones y Tratamiento Ambulatorio en la Fundación Gizakia, el fentanilo es un “agonista opioide sintético, creado en el año 1960.
Es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Esa mayor potencia (intensidad de efecto) es la que aumenta el riesgo de sobredosis a dosis mucho menores”.
Y, ¿a qué se debe la proliferación de su uso en diferentes puntos del país americano? Fernández de Aguirre explica que la situación en Estados Unidos es diferente de la que hay en el Estado, empezando por el propio origen del problema.
“Hay un problema en Estados Unidos que tiene que ver con que en un momento dado hay un acceso muy importante y desproporcionado en muchos casos al tema del fentanilo, y el control de la prescripción es mucho menor”, explica, aunque matiza que sí hay un cierto control porque no todos los médicos pueden prescribir, “pero la prescripción está mucho menos controlada que aquí, que hay incluso recetas específicas para el tema de la morfina y derivados, para los opioides”.
Es por eso que recuerda que la problemática que se ha generado en Estados Unidos de personas que se han hecho dependientes desde los opioides de prescripción, “aquí en este momento no está y no es previsible que vaya a ocurrir en esas dimensiones. Sí es cierto que los opioides, que al principio se utilizaban prácticamente en personas en situación terminal de paliativos, en este momento se están utilizando para otras patologías crónicas de dolor, que ahí es donde en un momento dado pudiera haber algún problema, si bien hay unas buenas prácticas para hacerlo”, señala.
Además, ¿cuál es el fentanilo más adictivo? La doctora explica que se trata del de absorción rápida, que es específicamente restrictivo “con una indicación muy clara del dolor disruptivo en personas que ya están en tratamiento con opioides”, rememora, por lo que reitera que el control es “muchísimo mayor”.
Y, en el caso estadounidense, señala además otro problema, el que tiene que ver con el fentanilo ilegal, que “viene particularmente de México”, que se está vendiendo en sí mismo y también recuerda que se comercializa como adulterante de otras sustancias. “Aquí (en el Estado), además del control de los opioides de prescripción, lo que está circulando por análisis de sustancia por parte de Energy Control, en lo que nosotros también analizamos desde la sala de consumo, no está apareciendo, y tampoco en situaciones de urgencia… En la información también por parte por ejemplo del SUMMA de Madrid de sobredosis no ha aparecido… Afortunadamente no está viniendo”, asegura Fernández de Aguirre.
En las últimas semanas, en definitiva, los medios de comunicación y las redes sociales han retransmitido las preocupantes y sobrecogedoras imágenes grabadas alrededor de esta crisis, acompañadas de informaciones igualmente preocupantes, como la muerte de un bebé en Nueva York por esta cuestión.
¿Hay alguna forma de evitar que esto se extienda? Para Fernández de Aguirre, el control de la prescripción es “fundamental”, para esto y para muchas sustancias de prescripción. “El control de la prescripción es fundamental, pero no solo controlar desde el punto de vista de qué pasa con las recetas, sino que haya una buena indicación clínica de para qué se utiliza”.
Y ahí llega la otra parte, la que puede descontrolarse, la que tiene que ver con el mercado ilegal y “con que haya fentanilo de origen ilegal. Eso es más complicado de controlar”, rememora, “porque no lo estamos controlando con otras cosas, como la heroína, las drogas de diseño…”.
Kits antisobredosis
En estos momentos, en algunos puntos de Estados Unidos se están repartiendo especialmente en las zonas más afectadas además kits antisobredosis para hacer frente a los casos de sobredosis que pueda haber. Para esta doctora, la ventaja que tiene esta medida es que los opioides tienen un antídoto, un antagonista claro, que es la naloxona. “El fentanilo provoca sobredosis más complicadas, que necesitan mucha cantidad de naloxona para revertir, lo que puede ser un problema porque a veces esos kits no llevan naloxona suficiente”, recalca. Y es que explica que si una sobredosis normal se puede revertir con una o dos ampollas de naloxona, en este caso podemos estar hablando de 8 o 10.
Y ahora, aunque en Europa no está autorizada pero en Estados Unidos sí, hay una naloxona de presentación nasal que no es inyectable. Se trata de un espray nasal mucho más fácil de utilizar, señala Fernández de Aguirre, para el personal no sanitario.
Y es que, a finales de marzo de este mismo año la FDA aprobó la venta libre de naloxona en un intento por reducir las muertes de sobredosis por fentanilo, ya que según las guías de los CDC, la naloxona puede restablecer en tres minutos la respiración normal de una persona si se administra a tiempo.
Los opioides, en televisión
De la crisis de los opioides y del narcotráfico en general también llevan años haciéndose eco las plataformas de streaming. De esta manera, sin ir más lejos, la plataforma Netflix ha estrenado este mismo año Painkiller (Medicina letal en su traducción al español), donde en clave de drama tratan la crisis de los opioides en Estados Unidos, en una producción protagonizada por Matthew Broderick (Inspector Gadget) y Taylor Kitsch (John Carter) entre otros intérpretes.