La respuesta del presidente de la República, Gustavo Petro, al atentado terrorista de Hamás en Israel ha sido deplorable. Su centenar de publicaciones en la red social X no ayudan a la causa palestina, como quizá pretenda el mandatario, ni son útiles en la búsqueda de la paz en el Medio Oriente, con lo que parecería justificarse.
Responderle a Marcos Peckel, director de la Comunidad Judía en Colombia, que “Dios no bombardea niños”, por dar un ejemplo, es útil para obtener interacciones en redes sociales, pero es una burda simplificación y caricaturización de lo que ocurre, y no es la manera de construir una política exterior seria.
El contraste con otros presidentes de izquierda de la región, como Lula da Silva en Brasil y Gabriel Boric en Chile, es palpable y deja heridas de muerte las pretensiones del Gobierno de convertir a Colombia en un referente diplomático global.
El problema de estar todo el día en X es que es inevitable no caer en las peores prácticas de esa red social. Lo que el presidente gana en alcance lo pierde en perspectiva, agudeza y estrategia. Es curioso que el mandatario colombiano se queje de la desinformación, pero, por citar otro ejemplo, desde su cuenta republique una fotografía del 2014 sobre supuesta ayuda que está llegando hoy a Gaza.
No es la única mala práctica. El presidente responde como tuitero en temas serios y suplanta a la Cancillería en su labor: mientras Lula y Boric hicieron comunicados mesurados rechazando el atentado terrorista de Hamás, en Colombia tenemos un centenar de publicaciones con falsas analogías, desinformación y afirmaciones temerarias.
Pero la Cancillería colombiana tampoco es que haga un mejor trabajo. Refiriéndose al asesinato de Ivonne Rubio, ciudadana colombo-israelí, el Ministerio de Relaciones Exteriores publicó un comunicado en el que dice que fue “desaparecida junto con su novio, Antonio Macías, en medio de los gravísimos sucesos ocurridos en un desierto al sur de Israel el pasado sábado”.
¿Desaparecida? En ningún punto de la publicación se menciona el ataque terrorista de Hamás ni el hecho de que Rubio fue vilmente asesinada, como lo fueron más de 1.000 personas en Israel. ¿Por qué el temor a rechazar el terrorismo? ¿Por qué la necesidad de utilizar un lenguaje encubridor de la violencia indiscriminada?
Lo peor es que, en su afán de polarizar la discusión, el presidente Petro pierde la oportunidad incluso de ser una voz que aporte a la causa palestina, que al parecer pretende exaltar. Por supuesto que debemos hablar de la solución de dos Estados, así como vigilar que la respuesta de Israel al ataque terrorista no incurra en crímenes de guerra. Sabemos que la violencia engendra violencia y que quienes sufren en este conflicto son los millones de civiles que viven en la zona.
Sin embargo, lo que hizo Hamás no tiene matices: se trató del asesinato de personas inocentes, de un acto de horror sin precedentes. Rechazarlo con claridad no es negar las raíces del conflicto entre Israel y Palestina.
Hoy Colombia podría estar utilizando los canales diplomáticos para condenar el terrorismo y buscar la paz, para apoyar a Palestina sin perder los lazos construidos durante décadas con el pueblo israelí. No obstante, lo que tenemos es un presidente popular en X que ha generado rechazo de sus aliados internacionales y expone al país con una política exterior absolutamente incoherente.