Director de “Harry Potter” cambia la magia por el fentanilo

David Yates, quien deja a un lado la magia de la saga “Harry Potter” para sumergirse en un mundo siniestro que nada tiene que envidiarle a las filas de los Mortífagos: los opioides como el ahora famoso fentanilo.

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Existe todo un subgénero de la ficción donde se examinan las consecuencias de la avaricia. ¿Hasta dónde llegan las personas con tal de cumplir sus objetivos? ¿Qué es tan valioso para ellos como para llevarlos a violar la ley? ¿Hasta dónde se elevarán, entre risas y gritos, antes de caer por el peso de sus propias acciones?

Si la historia está bien narrada, no importa cuán conocida sea, o lo evidente que sea el final; el espectador la seguirá viendo hasta que caigan los créditos.

La más reciente de estas historias es “El negocio del dolor” (“Pain Hustlers”), película de Netflix dirigida por el británico David Yates, quien deja a un lado la magia de la saga “Harry Potter” para sumergirse en un mundo siniestro que nada tiene que envidiarle a las filas de los Mortífagos: los opioides como el ahora famoso fentanilo, empleados para tratar el dolor y recetados de maneras poco éticas y donde están involucrados desde visitadoras médicas, doctores, gerentes, CEOs y más engranajes de una industria que debería apuntar a curar a las personas.

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Si bien la película se basa en el libro homónimo del periodista Evan Hughes, el guion se inventa personajes y empresas para contar su historia con mayor libertad. Es una ficción que toma la esencia de lo real como insumo, pero no sigue los hechos al pie de la letra.

Es un híbrido enfocado en Liza Drake (Emily Blunt), una mujer que no terminó la secundaria, con una hija enferma, que descubre su talento como vendedora; justo lo que una empresa farmacéutica al borde de la quiebra necesita para elevarse sobre la competencia y que cuenta con inescrupulosos como Pete Brenner (Chris Evans), quien descubre el talento de Liza y no duda en explotarlo.

¿Por qué estas historias de auges y caídas gustan tanto entre los espectadores? De acuerdo a Lawrence Grey, productor de la película, las personas que vieron la cinta antes del estreno en los “focus groups” destacaron la empatía que se generaba con la protagonista interpretada por Blunt, esta mamá soltera que tiene “dentro de ella un don increíble, esta brillantez e inteligencia para darle al mundo”.

“Ella quiere que su vida importe, quiere ser parte de algo, y luego obtiene la oportunidad de hacerlo, pero involucra estas decisiones morales complejas que tiene que tomar. Y creo que eso es algo que mucha gente experimenta en su vida”, indicó el productor en conversación con El Comercio. Por su parte, David Yates apela a otro motivo que explica la compulsión humana a estas historias.

“Nos dan esta idea de que todos deberíamos prosperar y que nos vaya bien, pero es un sistema competitivo donde hay ganadores y perdedores. El auge y la caída están en todas nuestras historias. Todos tenemos periodos de nuestras vidas donde sentimos que prosperamos y hay días donde tropezamos, así que por eso esta historia podría provocar empatía”, sostuvo el cineasta.

Sea como fuere, la historia de “El negocio del dolor” tiene víctimas reales: personas a las que se les recetó fentanilo para calmar el dolor, pero que no reunían las condiciones para consumir la droga de manera segura. ¿Cómo llegó la droga a estas personas?

En la vida real, compañías sobornaron a médicos para que recetaran ciertos medicamentos, además de emplear a personas no calificadas para convencer a estos médicos. ¿El resultado? Una incontable cantidad de adictos, varios de los cuales pueden ser vistos en grandes ciudades de Estados Unidos, en las calles, caminando como “zombies”. Ellos son la otra cara de estas historias de triunfo y debacle.

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