Brasil enfrenta un aumento de la violencia a manos de poderosas bandas de narcotraficantes y milicias parapoliciales que controlan territorios, en especial en Rio de Janeiro, lo que impulsó a Lula a considerarlo un problema de seguridad nacional.
«La situación se volvió muy grave, la violencia que hemos visto se ha agravado cada día», dijo el mandatario izquierdista en rueda de prensa en el palacio de Planalto tras firmar el decreto del despliegue militar.
La operación, que contará con 3.700 efectivos del Ejército, la Marina y la Aeronáutica, pretende «ayudar a Brasil a liberarse de las cuadrillas del tráfico de drogas y de armas», añadió Lula.
Las medidas especiales se extenderán hasta mayo de 2024 y se circunscribirán al puerto de Santos, el mayor del país, en el estado de Sao Paulo, y otros dos en el estado de Rio de Janeiro: el de la ciudad de Rio e Itaguaí.
Igualmente abarcan los aeropuertos de Guarulhos, en Sao Paulo, y Galeao, en Rio.
«Si fuera necesario reforzar en más puertos y aeropuertos, lo vamos a hacer», afirmó el mandatario.
Los militares actuarán en coordinación con la Policía Federal para intensificar las detenciones de sospechosos y la confiscación de bienes de las bandas criminales, especialmente en Rio de Janeiro, según una nota del gobierno.
El ministro de Justicia, Flavio Dino, dijo que era esencial «quitar el dinero al crimen organizado», que en Brasil gestiona «miles de millones de reales».
La situación es especialmente delicada en la zona oeste de Rio de Janeiro, bajo control de las milicias, grupos creados por expolicías que practican la extorsión, y en los últimos años, también el tráfico de drogas.
La semana pasada, el ataque de una de esas poderosas organizaciones criminales en la capital turística de Brasil dejó 35 autobuses y un tren en llamas, como respuesta a una operación policial que mató a uno de sus líderes, según las autoridades.