La evasión fiscal es un tema que, cada tanto, vuelve a estar en agenda. ¿Un enemigo a combatir? Sí, pero no de cualquier manera. La solución debería ser a largo plazo y beneficiosa para todos.
No se trata de atacar “sin ton ni son”, sino de pensar una estrategia que tenga sentido y que cuide a quienes tienen que ser cuidados: los pagadores de impuestos.
¿Por qué digo esto? Estoy cansado de escuchar a quienes creen que la forma de terminar con la evasión fiscal es a través de carpetazos, amenazas, filtraciones de información, inspecciones interminables, interpretaciones arbitrarias de normas, más burocracia y juicios. Lejos de eso debería estar la solución al problema.
De hecho, algunas de esas posibilidades –las válidas, claramente– deberían ser la última opción a aplicar. Y, por las dudas, aprovecho a aclarar que la aplicación de normas diseñadas para combatir el lavado de dinero o el financiamiento del terrorismo tampoco es la forma de ir contra la evasión fiscal.
¿Cómo se combate entonces la evasión fiscal?
La solución es clara: se necesita un buen sistema tributario, que genere los incentivos adecuados para la inversión y para el ahorro. De la misma forma, se precisan autoridades fiscales que estén al servicio de los pagadores y no que busquen un rédito personal ni crear constantemente nuevas estrategias para sacar más provecho de los pagadores de impuestos, que ya están bastante cansados (¡y con toda la razón!).
La aplicación de normas diseñadas para combatir el lavado de dinero o el financiamiento del terrorismo tampoco es la forma de ir contra la evasión fiscal
Por eso, desde hace mucho tiempo sostengo que es imprescindible producir cambios que promuevan una reforma tributaria integral que implique una reducción relevante en el esfuerzo fiscal que hacen los pagadores de impuestos argentinos, con la eliminación y reducción de tasas. De la misma manera, es fundamental proteger la privacidad de los ciudadanos argentinos y no ponerlos en riesgo todo el tiempo.
Es verdad que la mayoría de los cambios que necesita Argentina en este ámbito requieren leyes del Congreso, pero no todos. Hay muchas acciones que se pueden llevar a cabo rápidamente desde el Poder Ejecutivo y/o desde la propia AFIP para facilitar la vida de los argentinos honestos, que representan la inmensa mayoría de quienes deben pagar impuestos.
La solución es clara: se necesita un buen sistema tributario, que genere los incentivos adecuados para la inversión y para el ahorro
Ante la llegada de un nuevo gobierno a Argentina, es fundamental insistir con la necesidad de una verdadera reforma tributaria, que termine con el ataque a los pagadores de impuestos argentinos que, sencillamente, ya no pueden más.
Habrá qué esperar un poco más para ver qué nos depara el futuro. Sea lo que sea que suceda, espero que nos encuentre con más libertad y con nuestra privacidad más protegida.