Este 19 de agosto se cumplen 71 años del golpe de Estado en Irán promovido por Washington y Londres, considerado como el origen del resentimiento iraní hacia los norteamericanos.
La tensión entre Irán y EE.UU. no es nueva. Los antecedentes de esta enemistad que va desde el riesgo de un enfrentamiento directo por su apoyo a partes rivales en las guerras de Siria, Yemen o Gaza, hasta su desacuerdo sobre el pacto nuclear y las sanciones que asolan a Teherán, se remontan décadas.
Uno de esos hitos clave en esta compleja relación, fue el golpe de Estado en Irán del 19 de agosto de 1953, orquestado por Estados Unidos y el Reino Unido, que derrocó al primer ministro elegido democráticamente, Mohammad Mosaddegh. Un hecho que es considerado como el origen de la aversión histórica entre Washington y Teherán, según explica el periodista e historiador Ryszard Kapuściński, en su libro «El Sha».
La operación, conocida como Operación Ajax y orquestada por la CIA y el MI6 británico, representa el inicio de “una incesante intromisión estadounidense en los asuntos internos de Irán”, según señaló la misión de Irán ante Naciones Unidas.
De hecho, justo en el aniversario número 71 del golpe, un tribunal de Irán comenzó un juicio contra el Gobierno de Estados Unidos y algunos de sus funcionarios por su responsabilidad en los hechos. La demanda la presentaron aproximadamente 402.000 iraníes y apunta contra el Departamento de Estado, la CIA, el Departamento del Tesoro, la Cámara de Representantes y la Reserva Federal.
Según la denuncia, EE.UU. y Londres “diseñaron el golpe violando principios internacionales y manipulando los asuntos internos de Irán para mantener su influencia y saquear el país”. En esa línea sostienen que “el golpe marcó el inicio de la dominación completa de Irán por EE.UU., limitando su independencia y progreso”.
Además, el golpe es catalogado como la primera acción encubierta de Estados Unidos para derrocar a un gobierno extranjero en tiempos de paz, según describió Mark J. Gasiorowski, profesor experto de la Universidad de Tulane de Nueva Orleans y asesor del Departamento de Estado de los EE.UU.
El golpe
Tras ganar unas elecciones democráticas, Mohamed Mossadegh gobernó Irán entre 1951 y 1953 durante la monarquía parlamentaria del rey Mohamed Reza Pahlevi. Entró en los libros de historia tras tomar la decisión que alimentó los deseos occidentales de derrocarlo: nacionalizar uno de los mayores imperios petroleros de la época, la Anglo-Iranian Oil Company, en manos de Reino Unido y precursora de la actual British Petrolium (BP).
Además, en el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos temía que Irán pudiera alinearse con la Unión Soviética, con la que tuvo cada vez más acercamiento, gracias a la buena relación que mantuvo con el partido comunista iraní, Tudeh.
Como reacción a las políticas nacionalistas de Mossadegh, la búsqueda de la recuperación de la soberanía iraní sobre sus recursos y un mayor acercamiento a la URSS, Washington y Londres decidieron fraguar una operación para derrocarlo.
El golpe fue planeado por la CIA de Estados Unidos y el MI6 británico. Kermit Roosevelt Jr., un agente de la CIA y nieto de Theodore Roosevelt, fue el principal arquitecto de la acción en el terreno.
El plan original consistía en que el monarca de Irán destituyera a Mossadegh mediante un decreto real y nombrara a un nuevo primer ministro, el general Fazlollah Zahedi. Sin embargo, Mossadegh se enteró del plan y arrestó a los oficiales involucrados. Por su parte, el Shah (título con el que se conocía a los monarcas iraníes) huyó a Iraq y después a Italia.
A pesar del fracaso inicial, Kermit Roosevelt decidió continuar con la operación, y tras asegurarse el apoyo de militares leales, el 19 de agosto de 1953 las fuerzas golpistas tomaron edificios clave, incluido el cuartel general de la policía y la radio nacional.
Finalmente, Mossadegh fue arrestado y luego juzgado con detención domiciliaria hasta su muerte en 1967.
Con su deposición, se buscó reinstalar al Shah Mohammad Reza Pahlevi, quien asumió el poder absoluto hasta el año 1979.
El golpe despertó un amplio rechazo que se manifestó en masivas protestas en la época, en la que hubo al menos 300 muertos por disturbios y cientos de miles de detenidos.
Con esta operación se consolidó la influencia occidental en Irán durante las décadas siguientes, y ello se convirtió en uno de los factores clave que alimentaron el sentimiento antiimperialista y antiamericano en Irán.
“Estados Unidos sembró odio en los corazones de los iraníes por medio del golpe», explicó el profesor iraní Ehsan Rahmani, en una entrevista a la agencia AP.
El gobierno de Mohammad Reza Pahlevi, apoyado por Estados Unidos y el Reino Unido, se volvió cada vez más represivo, especialmente con la creación de la policía secreta SAVAK, que persiguió y torturó a opositores políticos.
La larga enemistad de Irán y Estados Unidos
Tras el restablecimiento del Shah en 1953, se instaló una fuerte represión en Irán que décadas después llevó al estallido de la revolución iraní de 1979, como lo señala Ervand Abrahamian, historiador iraní en su obra «El Golpe: 1953, la CIA y las raíces de las relaciones modernas entre Estados Unidos e Irán».
A raíz de esta represión, en 1979 comenzaron protestas que tuvieron como objetivo la Embajada de EE.UU, la cual tomaron. Los manifestantes secuestraron durante 444 días a 52 diplomáticos, dando lugar a uno de los episodios de mayor tensión entre Irán y EE.UU. que se conoció como “la crisis de los rehenes”.
Este evento provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países y, desde entonces, las relaciones entre Washington y Teherán han estado marcadas por una serie de eventos conflictivos que han llevado a ambos países a estar al borde de una escalada en varias ocasiones.
Como resultado de las protestas de 1979, se depuso al monarca y se estableció el sistema político que gobierna Irán a día de hoy: la República Islámica.
En los años siguientes, las tensiones continuaron aumentando con la Guerra Irán-Iraq, que tuvo lugar entre 1980 y 1988. Durante este conflicto, Estados Unidos brindó apoyo militar a Iraq, lo que intensificó la animosidad con Irán.
Además, el acuerdo nuclear de 2015, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), fue un intento significativo de desescalar las tensiones entre Irán y las potencias mundiales, incluida Estados Unidos. Irán acordó limitar su programa nuclear a cambio de un alivio parcial de las sanciones.
Sin embargo, la controversia en torno al acuerdo persistió. En 2018, el presidente Donald Trump decidió retirarse unilateralmente del acuerdo nuclear. Esta decisión reimpuso sanciones a Irán y provocó una nueva escalada en las tensiones.
Esta escalada culminó en enero de 2020 con el asesinato del general iraní Qasem Soleimani por parte de las fuerzas estadounidenses en un ataque con drones en Bagdad. Este evento llevó a represalias por parte de Irán y a un aumento de las tensiones en la región.
La escalada reciente entre Irán y EE.UU. también se ha visto afectada por el conflicto en Gaza. Irán ha aumentado su apoyo a grupos como el palestino Hamás y el libanés Hezbollah, lo que ha tensionado aún más su relación con EE.UU., que considera a estos grupos como terroristas.
EE.UU. ha criticado este apoyo y respaldado a Israel en el conflicto, mientras que acusa a Irán de utilizar la causa palestina para reforzar su posición en la región, exacerbando las tensiones bilaterales.
La enemistad entre Estados Unidos e Irán sigue siendo una de las dinámicas más complejas y volátiles en la política internacional.
La memoria de Mossadegh
El nombre de Mohammad Mossadegh sigue siendo relevante en el Irán actual, más de seis décadas después del golpe de Estado que lo derrocó en 1953 como lo demuestra el reciente juicio simbólico por el golpe.
Este evento dejó una marca duradera en la identidad nacional del país, y la influencia de la figura de Mossadegh aún se percibe en la política y la sociedad iraní contemporánea, según explican varios analistas iraníes y estadounidenses.
«Mossadegh representa la lucha por la independencia de Irán frente a las potencias occidentales, y su legado ha sido reivindicado una y otra vez en la política iraní, especialmente en tiempos de confrontación con Estados Unidos» según destacó el historiador iraní Ervan Abrahamiam.
Por su parte, el académico Ali Ansari, en su obra “Modern Iran: The Pahlavis and After”, señala que «la figura de Mossadegh ha sido reconfigurada para adaptarse a las necesidades ideológicas del presente, convirtiéndose en un símbolo de resistencia contra el imperialismo extranjero”.
A 71 años de su derrocamiento, Mohammad Mossadegh “dejó una marca indeleble en la política iraní”, como lo señala Stephen Kinzer, un periodista y autor estadounidense en su libro “Todos los hombres del Sha”: “Fue un símbolo de resistencia contra la intervención extranjera y un recordatorio de los costos que puede acarrear la ambición imperialista».