Turquía decidió presentar una solicitud oficial para unirse a los BRICS, el grupo de economías emergentes originalmente compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero dominado en gran medida por Moscú y Pekín.
Omer Celik, portavoz del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, confirmó que la solicitud estaba «pendiente» de respuesta. El presidente ruso, Vladimir Putin, acogió con agrado esta aspiración, según informes de medios turcos, y dijo que «apoyará plenamente» la inclusión de Turquía en el grupo.
Si Turquía efectivamente se convierte en miembro de los BRICS, podría alejarse aún más de unirse a la Unión Europea (UE) y de los beneficios del mercado único del bloque de 27 miembros.
UE espera candidatos que compartan sus valores
Turquía tiene derecho a decidir sobre sus propias asociaciones internacionales. En la UE, sin embargo, «esperamos que todos los países candidatos apoyen los valores de la UE de manera firme e inequívoca, respeten las obligaciones derivadas de los acuerdos comerciales pertinentes y se alineen con la política exterior y de seguridad común de la UE «, dijo a DW Peter Stano, portavoz del servicio diplomático de la UE.
Algunos ven el intento de Turquía de unirse a los BRICS como una reacción a su lento progreso en las conversaciones de ingreso a la UE. En un informe anual de 2023, los parlamentarios europeos concluyeron que la «tasa de armonización de Turquía con la política exterior y de seguridad común de la UE ha caído a un mínimo histórico del 7 %», lo que la convierte, con diferencia, en la más baja de todos los aspirantes a miembros.
«Recientemente, hemos visto un renovado interés por parte del Gobierno turco en reactivar el proceso de adhesión a la UE», señaló en 2023 Nacho Sánchez Amor, parlamentario del grupo de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo. «Esto no sucederá debido a negociaciones geopolíticas, sino sólo cuando las autoridades turcas muestren un interés real en detener el continuo retroceso de las libertades fundamentales y el Estado de derecho en el país».
El proceso de adhesión de Turquía comenzó en 2005, pero se estancó en 2018 debido a varias cuestiones, incluidas las preocupaciones de la UE sobre las restricciones a la libertad de prensa, el control ejecutivo sobre el poder judicial y la insuficiente supervisión civil de las fuerzas de seguridad turcas.
¿Señal de frustración con la UE?
Para Ozgur Unluhisarcikli, experto en Turquía del Fondo Marshall Alemán (GMF), Turquía no sólo está enfadada con la UE por haber paralizado su proceso de adhesión, sino también por no avanzar en la modernización de las aduanas o del acuerdo comercial, ni en una hoja de ruta para la liberalización de visados, que podría despejar el camino para que los ciudadanos turcos viajen sin visa a los países europeos.
El grupo BRICS ha duplicado su tamaño desde que se formó hace 15 años. Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) son ahora miembros, y el grupo atrae solicitudes de otros casi 20 países, incluida Turquía.
Los miembros no se esfuerzan por tener una política de seguridad o exterior común. En cambio, buscan cooperar en el comercio y la expansión económica, y proporcionar un contrapeso político a las instituciones internacionales dominadas por Estados Unidos y Europa.
¿Autogol?
Para Asli Aydintasbas, miembro del Instituto Brookings y especializado en Turquía, el proceso de adhesión de ese país a la UE «ha estado en coma durante mucho tiempo» y políticos turcos intentan reanimarlo o sienten que no tienen nada que perder al unirse a los BRICS. Los europeos han congelado efectivamente el proceso de adhesión de Turquía y están a punto de sacarla de la agenda de ampliación, mientras que los Balcanes siguen adelante», dijo a DW.
Pero, «si Turquía se convirtiera en miembro del BRICS, su credibilidad o confiabilidad dentro de la alianza transatlántica disminuiría aún más», advierte Unluhisarcikli.
Turquía, un aliado necesario y desconfiado
Turquía se ha negado a respaldar las sanciones contra Rusia y, en cambio, se ha convertido en uno de los principales compradores de petróleo crudo ruso. Apoya también a Hamás, el grupo militante islamista palestino que llevó a cabo ataques terroristas contra Israel el 7 de octubre y que está clasificado como organización terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos, Alemania y varios otros países.
EE. UU. y otros aliados de la OTAN se enfurecieron por la compra de sistemas de defensa antimisiles tierra-aire S400 por parte de Turquía a Rusia en 2017, y nuevamente en 2022, cuando Turquía frenó la membresía de Suecia y Finlandia en la OTAN durante dos años, antes de finalmente renunciar a su oposición este año.
Sin embargo, la ubicación estratégica de Turquía entre el oeste y el este la hace crítica para las misiones de la OTAN y EE. UU. en la región. Y el país firmó un acuerdo buscado por la UE, en 2016, que permite el regreso de inmigrantes irregulares que llegan al bloque desde Turquía.
A pesar del papel de Turquía en estas crisis internacionales, la desconfianza entre este país y sus aliados no muestra signos de disminuir. Una encuesta del Fondo Marshall Alemán sobre las relaciones de Turquía con los aliados occidentales la mostró como «la socia menos confiable”, según los encuestados en todos los países implicados. Al mismo tiempo, los encuestados turcos «fueron los menos dados a evaluar a otros aliados como confiables».