Wells Fargo ha accedido a trabajar con los reguladores bancarios estadounidenses para reforzar sus mecanismos de detección de delitos financieros, lo cual incluye controles internos relacionados con actividades sospechosas y lavado de dinero.
Las acciones de Wells Fargo subieron un 2,4% el viernes.
El acuerdo se produce apenas siete meses después que el gobierno del presidente Joe Biden levantara una orden de consentimiento sobre el banco que había estado en vigor desde 2016 tras una serie de escándalos, incluida la apertura de cuentas bancarias falsas.
La Oficina del Contralor de la Moneda del Departamento del Tesoro de Estados Unidos dijo que había identificado “deficiencias relacionadas con las prácticas del banco en cuanto al manejo de riesgos de delitos financieros y con los controles internos para prevenir el lavado de dinero en diversas áreas”.
La lista incluía, entre otras cosas, actividades sospechosas, notificación de transacciones de divisas y debida diligencia con los clientes.
El acuerdo anunciado esta semana exige que el banco adopte “medidas correctivas exhaustivas” para mejorar el cumplimiento de la Ley de Secreto Bancario y los programas de sanciones de Estados Unidos.
“Hemos estado trabajando para abordar una parte sustancial de lo que se requiere en el acuerdo formal, y estamos comprometidos a terminar el trabajo con el mismo sentido de urgencia que los demás compromisos regulatorios que tenemos”, explicó Wells Fargo en un comunicado.
El acuerdo estipula que el consejo de administración del banco debe mantener una comisión de cumplimiento de al menos tres miembros, la mayoría de los cuales no pueden ser empleados o directivos del banco y sus filiales. La comisión deberá presentar al consejo un informe trimestral en que se expongan las “medidas correctivas específicas” adoptadas por el banco, los resultados de dichas medidas y cualquier otra acción que considere necesario adoptar para cumplir la normativa.
Una serie de investigaciones periodísticas y gubernamentales en 2016 descubrieron que Wells tenía una cultura de ventas tóxica que presionaba a los empleados para que les vendieran a los clientes productos no deseados o innecesarios. Los empleados se vieron obligados a abrir millones de cuentas no autorizadas y algunos clientes sufrieron el robo de identidad y vieron afectadas sus calificaciones crediticias.
El escándalo empañó la reputación del banco, con sede en San Francisco, el cual era considerado por analistas e inversores como uno de los mejores del país.
Wells Fargo revisó su consejo de administración y su dirección, pagó más de 1.000 millones de dólares en multas y sanciones y pasó ocho años intentando demostrarle al público que había dejado atrás sus malas prácticas.
Las acciones de Wells Fargo han subido más de un 8% desde que los reguladores levantaron en febrero las restricciones impuestas al banco durante ocho años, y el viernes alcanzaron los 52,47 dólares.