El Índice de Riesgo Político de América Latina celebra su quinto año, consolidándose como una herramienta esencial para los tomadores de decisiones en los sectores público y privado. A lo largo de este periodo, ha logrado identificar con precisión los principales riesgos políticos que impactan a la región, generando tanto oportunidades como desafíos para el clima de negocios y las inversiones, al tiempo que pone a prueba la gobernabilidad.
El año 2025 se perfila como un período marcado por la complejidad, volatilidad e incertidumbre, en un contexto geopolítico global en plena transformación. Vivimos una época de cambio profundo. El mundo enfrenta un panorama con barreras cada vez más bajas para los conflictos, donde el derecho internacional es frecuentemente ignorado, los organismos multilaterales han quedado relegados al rol de meros espectadores, la carrera armamentista avanza sin control, y el desarrollo nuclear opera bajo mínimas restricciones.
Se trata de un orden global que se aleja de los principios basados en reglas y avanza hacia una dinámica regida por la fuerza. Para algunos analistas, estamos ante el período más peligroso desde el final de la Guerra Fría; para otros, incluso desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial.
El regreso de Donald Trump añade un nivel adicional de complejidad e imprevisibilidad. Sus políticas podrían generar repercusiones significativas en áreas como el comercio, la migración, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la gobernanza tanto global como regional. En este panorama, surgen preguntas clave:
• ¿Cómo reaccionará el mundo frente a un Trump que promete un fuerte proteccionismo comercial?
• ¿Qué implicancias geopolíticas tendrá una política exterior estadounidense que prioriza un enfoque transaccional por sobre las alianzas estratégicas?
• ¿Cómo afectarán estas tendencias la gobernanza global, la lucha contra el cambio climático, el control de la inteligencia artificial o el riesgo de proliferación nuclear?
• ¿Qué pasará con los principales conflictos actuales, como el de Ucrania y Rusia o el de Palestina e Israel, e incluso con la crisis venezolana?
• ¿Qué nuevos conflictos podrían emerger este año?
La suma de todas estas interrogantes reflejan la incertidumbre de un liderazgo mundial fragmentado y polarizado, así como el punto de inflexión histórico en el que nosencontramos. Los pilares que parecían inquebrantables —la democracia, el comercio y la globalización bajo el liderazgo transatlántico— hoy enfrentan retos mayúsculos,mientras el centro de gravedad del poder mundial se desplaza rápidamente hacia el Pacífico. Al mismo tiempo, estos acontecimientos evidencian los enormes desafíos queenfrenta el multilateralismo para seguir siendo relevante y eficaz, mostrando signos de agotamiento y debilidad.
En términos sociales, Latinoamérica ha logrado reducir la tasa de pobreza, alcanzando niveles similares a los de 2014. A pesar de este progreso, 172 millones de personas aún viven en la pobreza, de las cuales 66 millones se encuentran en situación de pobreza extrema, mientras los niveles de desigualdad se mantienen elevados. Estos indicadores subrayan la necesidad de estrategias integrales que impulsen un desarrollo inclusivo, verde y digital, aborden las desigualdades estructurales y fortalezcan la gobernanza en la región.
Pese a todo ello, la región cuenta con una importante “ventana de oportunidad” en sectores estratégicos como la producción de alimentos, los minerales críticos, el agua dulce, la energía limpia, el nearshoring y el friendshoring. Si los líderes latinoamericanos logran aprovechar estas oportunidades, América Latina podría reposicionarse como una región solución y un actor clave en la economía global.
Indicemundial…