La amenaza híbrida procedente de Rusia continúa intensificándose en Europa, según advierte el último informe anual del Servicio de Inteligencia Militar y de Seguridad de los Países Bajos (MIVD, por sus siglas en neerlandés). Las acciones, que combinan ciberataques, campañas de desinformación, espionaje y sabotaje, tienen como objetivo socavar la estabilidad social y política del continente.
Uno de los principales focos del informe es la creciente actividad cibernética atribuida a actores estatales rusos. En 2024, el MIVD detectó el primer intento conocido de sabotaje digital por parte de un grupo ruso contra los sistemas de una instalación pública en los Países Bajos. Aunque el impacto fue limitado, el ataque supuso una señal de alerta sobre el alcance potencial de estas ofensivas. También se identificó una operación cibernética dirigida contra infraestructuras críticas, presumiblemente como preparación para futuras acciones de sabotaje.
Además, se documentaron ciberataques a páginas web de partidos políticos y empresas de transporte público, coincidiendo con el proceso electoral europeo. Estas acciones buscaban entorpecer la participación ciudadana y desestabilizar el funcionamiento democrático.
La guerra en la “zona gris”
El director del MIVD, el vicealmirante Peter Reesink, subraya que “la amenaza rusa contra Europa no disminuye, incluso tras un hipotético fin de la guerra en Ucrania”. Reesink apunta a una situación geopolítica volátil, donde Rusia acelera su rearme en un contexto de economía de guerra, mientras que la capacidad de respuesta europea avanza con mayor lentitud.
Por su parte, el ministro de Defensa neerlandés, Ruben Brekelmans, ha alertado sobre la realidad diaria de ataques cibernéticos y actos de espionaje. “Vivimos en una zona gris entre la guerra y la paz. Es imprescindible reforzar nuestras capacidades militares y la industria de defensa para evitar nuevas agresiones rusas en Europa”, señala Brekelmans.
El informe también destaca los riesgos asociados a las operaciones submarinas rusas en el mar del Norte, donde se han detectado actividades de vigilancia sobre cables de internet y sistemas energéticos.