En un escenario global marcado por tensiones, desigualdades y desafíos a la paz, China emerge como una fuerza transformadora, proponiendo una visión de cooperación y justicia internacional. Junto a los BRICS, el país asiático lidera esfuerzos para construir un orden mundial multipolar, centrado en el desarrollo, la seguridad compartida y el diálogo entre civilizaciones. Pero ¿qué significa esto en la práctica? ¿Y cómo encajan Brasil y América Latina en este nuevo panorama?
El papel de los BRICS en el nuevo orden global
En la reciente reunión de cancilleres BRICS, celebrada en Río de Janeiro los días 28 y 29 de abril de 2025, el ministro chino Wang Yi destacó la misión del grupo: “Los países BRICS deben servir como la fuerza principal para salvaguardar la justicia y la equidad”. Esta declaración refleja el compromiso del bloque – formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, así como miembros recientes como Egipto y Etiopía –, de promover el multilateralismo inclusivo.
Brics no es sólo un foro económico. Se posiciona como un contrapunto a la dinámica de poder tradicional, dominada por las potencias occidentales. A través de iniciativas como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y la expansión de la cooperación Sur-Sur, el grupo invierte en proyectos que respeten la soberanía y las prioridades locales de los países miembros y socios.
Las iniciativas globales de China
Bajo el liderazgo de Xi Jinping, China propuso tres pilares para reformar las relaciones internacionales:
- Iniciativa de Desarrollo Global (IDG): lanzado en 2021 en la ONU, se centra en combatir la pobreza y promover infraestructuras sostenibles. “El desarrollo es la clave maestra para resolver todos los problemas”, dijo Xi.
- Iniciativa de Seguridad Global (ISG): presentado en 2022, rechaza la lógica del enfrentamiento militar, promoviendo la confianza mutua y la seguridad indivisible entre naciones.
- Iniciativa de Civilización Global (ICG): propone el diálogo intercultural, valorando la diversidad como motor del progreso humano.
Estas iniciativas convergen hacia la visión de una comunidad “de futuro compartido para la humanidad”, que toma forma en proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). A diferencia de los modelos occidentales criticados por condicionalidades, BRI ofrece inversiones directas y transferencia tecnológica, respetando la autonomía de los países.
Multipolaridad versus hegemonía
Mientras Estados Unidos, bajo Donald Trump, intensifica las sanciones, las guerras comerciales y las presiones geopolíticas, China adopta un enfoque opuesto. “No imponemos cambios de régimen, no difundimos bases militares, no utilizamos sanciones como chantaje”, reiteró Wang Yi en Río. Esta postura contrasta con los bloqueos económicos contra países como Venezuela y Cuba, que generan sufrimiento humano en nombre de intereses estratégicos.
China y los BRICS defienden soluciones diplomáticas a conflictos, como en Ucrania y Palestina. Respecto a esto último, Wang Yi reafirmó su apoyo a la autodeterminación palestina, desafiando las narrativas unilaterales impuestas por Washington y Tel Aviv.
¿Por qué esto es importante para Brasil?
Para Brasil y América Latina, fortalecer los BRICS representa una oportunidad histórica. La región, históricamente sometida a influencias imperialistas, puede beneficiarse de asociaciones que prioricen el desarrollo mutuo. Proyectos como los financiados por el NDB, que incluyen infraestructura y energía renovable, son ejemplos concretos.
Pero existe un dilema: ¿alinearse con un modelo en declive, centrado en los intereses de Washington, o abrazar la multipolaridad? La elección puede definir el futuro de la soberanía y el progreso regional.