Acusan a la hija de «El Mencho» de secuestrar a dos militares de la marina mexicana

Dos miembros del personal de la Marina mexicana han sido secuestrados por los hombres de Laisha Oseguera, hija de uno de los narcos más poderosos del país, Nemesio Oseguera, alias El Mencho, según ha confirmado la Secretaría de la institución militar a EL PAÍS. La desaparición se produjo unas horas después del fuerte operativo del Ejército desplegado en la ciudad de Zapopan, a las afueras de Guadalajara (Jalisco) para detener a la esposa de El Mencho, Rosalinda González Valencia, y madre de Laisha Oseguera. El golpe al corazón familiar del líder del cartel Jalisco Nueva Generación se ha cobrado sus primeras dos víctimas. Las autoridades han localizado la camioneta en la que viajaba el personal naval, pero su paradero sigue siendo un misterio.

Antilavado de Dinero / El País.

La información de inteligencia de la Marina apunta a que desaparecieron en la tarde del lunes, mientras Zapopan continuaba cercada por una de las detenciones más importantes contra el narco de este año, la de González Valencia. Los desaparecidos son un chófer y una administrativa que esperaban en el estacionamiento de un Walmart del municipio a que saliera el capitán —no han querido revelar su nombre—. Los tres se encontraban haciendo tiempo, según explican fuentes de la Secretaría, para poder regresar a la base naval, pues el cerco militar se lo impedía. Dentro del establecimiento, a través de vídeos de cámaras de seguridad y otros datos de inteligencia, estaba también Christian Gutiérrez, pareja de Laisha Oseguera.

La presencia de Gutiérrez en el lugar donde fueron vistos por última vez conecta el secuestro directamente con la única hija libre del matrimonio entre El Mencho y Rosalinda González. Tras la captura de Rubén Oseguera, El Menchito, en 2015 y su extradición a Estados Unidos en 2020, además de la detención en Washington de su hermana, Jessica Johanna Oseguera en ese mismo año, la única heredera de sangre del imperio criminal del cartel Jalisco Nueva Generación es Laisha Oseguera. Y es a ella a quien la Marina acusa de ordenar el secuestro de su personal, horas después de que fuera detenida su madre.

Rosalinda González Valencia fue arrestada poco antes del secuestro en el Walmart por personal del Ejército, en una operación en la que la Marina no participó, según la información oficial. El motivo para ejecutar la orden de detención en su contra fue que se había saltado el protocolo para su libertad condicional: había faltado reiteradamente a sus citas para firmar en el penal. Un juez ordenó el miércoles la prisión preventiva. Además, enfrenta un proceso desde 2018 por delincuencia organizada y lavado de dinero.

Ante las posibles represalias que podía tomar el poderoso cartel Jalisco Nueva Generación tras la captura de la esposa de su líder y presunta jefa del brazo financiero del grupo, el municipio de Zapopan amaneció el martes cercado como si se tratara de un frente de guerra. Camionetas blindadas y decenas de militares patrullando una de las zonas más exclusivas, residencia de los más poderosos de Guadalajara, la tercera ciudad más importante del país. En este rincón de centros comerciales y casas y terrenos de lujo ha sido también el bastión del cartel que lleva el nombre del Estado.

Los de Jalisco Nueva Generación, desde su fundación en 2010, y su meteórico ascenso hasta convertirse en uno de los grupos criminales más poderosos —solo compite con Sinaloa en capacidad de fuego— han sembrado el terror en el país. La escalada de violencia que sufre México desde hace más de una década, con récord de homicidios que se bate cada año (casi 100 al día), se le achaca en gran medida a la guerra por el control de rutas, plazas y nuevos territorios de este cartel que ha conseguido extender sus tentáculos a prácticamente todo el territorio nacional, excepto los bastiones históricos de los de Sinaloa.

El secuestro de dos miembros del personal de la Marina evidencia de nuevo el poder del narcotráfico en México. Como un Estado dentro del Estado. Con la capacidad de amenazar y amedrentar a una de las instituciones mejor valoradas del país y que durante años se ha encargado del combate al crimen organizado y al descabezamiento de sus líderes. El silencio de la Secretaría de Defensa y del propio presidente, Andrés Manuel López Obrador, ante la última afrenta del narco a una institución pública es también un reflejo del éxito de la estrategia del terror al que somete el narcotráfico desde hace décadas al país.

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