Alex Saab y Walid Makled: maquinaria criminal del socialismo chavista

Lo que se viene publicando sobre el empresario y testaferro Alex Saab, se ha convertido en una especie de novela. Podríamos relacionarla con Walid Makled y su proceso de maquinaria criminal del socialismo chavista.

Antilavadodedinero / Laopinion

El torrente informativo que caracteriza a esta época produce la repetición insistente de las noticias que suscitan más curiosidad, especialmente las que se refieren a grandes fortunas, escándalos sexuales o secretos revelados.

Lo que se viene publicando sobre el empresario Alex Saab se ha convertido en una especie de novela por entregas y ha captado la atención de miles de personas. ¿Qué lo hace tan atractivo?

Primero, que es un engreído multimillonario cuya fortuna tiene orígenes enigmáticos. Además, se afirma que está involucrado en ilícitos negocios gubernamentales de Venezuela con los que se han enriquecido él y sus cómplices. Tercero, porque se convirtió en una valiosa ficha política.

Lo más sorprendente es que la prensa nacional comenta como algo normal que la dictadura de Venezuela emplee toda una artillería jurídica, desplace aviones y gaste millones de dólares para impedir que el gobierno de Cabo Verde extradite a Saab a los Estados Unidos. Es la más descarada estrategia para evitar que uno de los testaferros de la maquinaria criminal bolivariana se le salga de sus manos. 

No es el primer caso. En 2011, Walid Makled García, multimillonario empresario venezolano acusado de narcotráfico y otros graves delitos, fue extraditado a su país por el gobierno colombiano, negando a Estados Unidos la misma petición que hizo por ser uno de los mayores introductores de drogas a ese país.

Walid Makled era dueño de grandes empresas de transporte como Aeropostal y Transgar, y había obtenido del gobierno venezolano formidables concesiones como la distribución de fertilizantes y, asombrosamente, la administración de Puerto Cabello por donde salen los cargamentos de drogas del Cartel de los Soles.

En varias entrevistas, Makled dijo que aumentó su fortuna a más de 1.200 millones de dólares como fruto de sobornos a generales de la Fuerza Armada y altos funcionarios del gobierno. Aseguró que tuvo relación directa con el general Acosta Carlet, gobernador del Estado Carabobo donde está Puerto Cabello, a través de quien hizo millonarios aportes a campañas políticas del chavismo. 

Por una de esas misteriosas decisiones de la Dictadura, Makled cayó en desgracia, y la justicia venezolana ordenó su captura basada en serias acusaciones. El empresario huyó a Colombia, y el 19 de agosto de 2010 fue arrestado en Cúcuta.

De manera increíble, el Presidente Santos prometió devolver a Venezuela a este preso, hecho que confirmó el Comandante Chávez afirmando públicamente que el mandatario colombiano, por teléfono, le ofreció hacerlo. 

La Corte Suprema de Justicia aprobó la extradición de Makled el 25 de marzo de 2011, y el gobierno colombiano anunció el 13 de abril que la haría a Venezuela. El Washington Post publicó que el narcotraficante iba a ser extraditado a Caracas desconociendo las pruebas presentadas por Estados Unidos. Ese año, el gobierno colombiano ya había extraditado a USA 120 acusados. 

El vertiginoso proceso para poner en manos de la dictadura bolivariana esa valiosa ficha no necesitó costosos bufetes de abogados, ni eminentes defensores internacionales, ni la presencia amenazante de aviones militares. Fue un gesto afable hacia el “nuevo mejor amigo”, para que en la oscuridad de alguna mazmorra policial se hundieran los secretos de la maquinaria criminal que instauró el socialismo del siglo XXI.

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