El Almirante Craig Faller, del Comando Sur de EE.UU., a su llegada a la Argentina y quien es el máximo responsable del organismo del Pentágono que se enfoca en América Latina y el Caribe se enmarca en la lucha contra la pandemia del COVID-19, no dudó en definir que China posee una flota pesquera apoyada por el estado y por actividades ilegales”.
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Sin eludir ningún tema de la agenda, elogió la buena relación entre Argentina y Estados Unidos y alertó sobre los resquicios que el crimen organizado encuentra en medio de esta emergencia que vivimos. “En tiempos de pandemia, las amenazas transnacionales deben ser abordadas en forma conjunta”, afirmó.
“Nuestro programa para la Argentina es de 3,5 millones de dólares; otro medio millón está en proceso de aprobación”, puntualizó Faller respecto de la asistencia a nuestro país. Las donaciones incluyeron tres hospitales de campaña, generadores de oxígeno y equipos de búsqueda y rescate.
Además, el almirante recordó que Estados Unidos es “el mayor donante de suministros y apoyo contra el COVID-19 en toda la región, con donaciones por 230 millones de dólares”. “Hemos comprometido, además, 4000 millones para el programa global Covax”, apuntó, en referencia a la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destinada a garantizar un acceso equitativo de la vacuna a los países del Tercer Mundo.
En rigor, este fue el cuarto viaje de Faller al país, ya que en 2009 había participado de un curso de entrenamiento para almirantes y generales en la Argentina.
Luego, en 2018, integró la comitiva del entonces secretario de Defensa, James Mattis, y, un año después, regresó al país como flamante jefe del Comando Sur. Finalmente, esta nueva visita, en la que se tomó un tiempo para conversar en exclusiva con DEF, es parte de una gira que incluyó también un paso previo por Uruguay.
-¿A través de qué mecanismos se realizaron estas donaciones a la Argentina?
-Cuando la pandemia golpeó, el Comando Sur hizo una rápida evaluación sobre cómo podíamos hacer para ayudar. Desplegamos de inmediato nuestro Programa de Ayuda Humanitaria en América Central, el Caribe y Sudamérica. Usamos la amistad con nuestros socios y nuestras relaciones previas, para identificar cuáles eran las amenazas y las necesidades.
Rápidamente procesamos toda esa información y nos reunimos con nuestros equipos en cada embajada para averiguar cuáles eran los principales requerimientos. Al estar autorizados a trabajar con autoridades civiles, hemos hecho donaciones a hospitales y a otras entidades que se encargan de emergencias en desastres.
En particular, en la Argentina, nuestro programa es de 3,5 millones de dólares y otro medio millón que está en proceso de aprobación. Incluye hospitales reubicables, equipamiento para esos hospitales e insumos de protección para sus profesionales. Creo que es un gesto importante de nuestro compromiso de larga data con Argentina y la región.
-En su exposición ante el Congreso de los Estados Unidos, usted señaló que con solo alrededor del 8% de la población mundial, América Latina y el Caribe se ven afectados con casi una quinta parte de los casos mundiales de COVID. ¿Qué desafíos representó esta pandemia para el Comando Sur?
-La pandemia impactó realmente, y sigue impactando, en nuestro hemisferio. Por eso, es muy importante que trabajemos juntos. En el Comando Sur, lo hacemos con el Departamento de Estado, con nuestros embajadores y el personal de nuestras embajadas.
Nos enfocamos en cómo asistirlos para satisfacer las necesidades de los países de la región. Y tuvimos que hacerlo mientras nuestro país también debía atender sus propias necesidades domésticas. Sabíamos que teníamos que hacerlo rápidamente y que nuestros proyectos debían ser importantes para nuestros aliados.
CRIMEN ORGANIZADO Y POTENCIAS EXTRARREGIONALES
-Más allá del impacto sanitario de la pandemia, ¿qué consecuencias tuvo respecto del accionar de las organizaciones transnacionales del crimen organizado y los grupos terroristas?
-La pandemia es y seguirá siendo una suerte de “tormenta perfecta”. Si uno lo piensa como el peor tifón que pueda sacudir a todo el planeta en forma simultánea, este fenómeno abre oportunidades para organizaciones que no comparten nuestros valores.
Si vemos el accionar de los grupos transnacionales del crimen organizado y grupos que no respetan las normas del estado de derecho, se aprovechan de esta situación y la utilizan para expandir sus actividades ilícitas, particularmente en lo que tiene que ver con el narcotráfico y el tráfico ilícito de insumos sanitarios.
-Ante el Comité del Senado usted también mencionó que en una región frágil, como América Latina, esto creaba un “terreno fértil” para los competidores de Estados Unidos. Si hablamos específicamente de China, ¿cuáles son sus mayores preocupaciones?
-Si volvemos a las consecuencias del COVID-19, la pandemia puso bajo estrés a todas nuestras estructuras de salud y de seguridad, y afectó negativamente a nuestras economías. Como militares, pensamos en la seguridad nacional y en la seguridad económica de nuestros países. Sabemos que el presupuesto de nuestras agencias de seguridad se vio afectado en forma negativa.
No estoy aquí para hablar de terceras naciones, sino para conversar sobre cómo podemos avanzar en forma práctica, con hechos tangibles, en una profundización de las relaciones con nuestras contrapartes militares. Lo cierto es que nuestra Estrategia de Defensa Nacional considera a China como un “competidor”.
Yo di mi testimonio ante el Congreso de EE.UU. y señalé que, en el siglo XXI, China es para nosotros una “amenaza”, lo cual no significa que esta situación deba derivar en un conflicto. Nuestro objetivo es convertir esa “competencia” en “cooperación”, pero que debe necesariamente estar basada en valores democráticos y el respeto del estado de derecho, y no en la redefinición de las normas del Derecho Internacional para atentar contra la democracia.
-¿Lo mismo sería aplicable a otros países, como Rusia, que tiene una buena carta para influir en la región con su vacuna?
-Cuando se trata de la pandemia, cualquier aporte que permita salvar vidas es bienvenido, siempre que esa ayuda no sea utilizada para atentar contra las normas del Derecho Internacional y el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, el caso de Rusia es distinto al de China. Rusia siembra mentiras y desinformación en forma rutinaria.
AGENDA BILATERAL: DESDE EL INTERCAMBIO MILITAR HASTA LA PESCA ILEGAL
-Desde su última visita, tanto en Argentina como en EE.UU. cambiaron los gobiernos. ¿Cuál es el actual estado de la relación bilateral?
-Yo represento al Comando Sur de los Estados Unidos y mi vínculo con las Fuerzas Armadas de la Argentina pasa por los valores que todos compartimos y por los que juramos desempeñar nuestra tarea. Considero que instituciones fuertes pueden alinearse y trabajar juntas desde el enfoque profesional. La educación debe ser nuestra prioridad: tenemos que preparar a nuestros oficiales para el futuro. Desde ese punto de vista, nuestra relación es sólida y debemos entender cuáles son las necesidades mutuas. Yo he venido a escuchar al nuevo comando de las Fuerzas Armadas argentinas para aprender de ellos y para que ustedes aprendan de nosotros.»Yo he venido a escuchar al nuevo comando de las Fuerzas Armadas argentinas para aprender de ellos», sostuvo el almirante
-¿Hubo algún tipo de desconexión el año pasado?
-No, seguimos conectados. Aunque no pudimos hacer visitas en persona, seguimos conectados por canales virtuales y a través de nuestros programas en marcha. Recién mencioné la educación: tenemos un programa de entrenamiento, el International Military Education & Training Program (IMET). En este viaje, tuve la oportunidad de reunirme con oficiales argentinos que cursaron estudios en EE. UU., en el marco del programa IMET.
También dialogamos sobre el rol de la mujer en la preservación de la paz y la seguridad, porque tenemos que entender que el 50% de la población está compuesto por mujeres y debemos encontrar la mejor manera de integrarlas a nuestros equipos. Argentina ha sido un país líder en ese sentido. Desde nuestras instituciones, contamos con bases sólidas para trabajar, podemos aprender del pasado y proyectar una sólida cooperación de aquí hacia adelante.
-Argentina está particularmente preocupada por las actividades de “pesca ilegal, no declarada y no reglamentada” en el Atlántico Sur. Como hombre del mar, usted conoce muy bien este tema. ¿Es una prioridad para el Comando Sur y para Estados Unidos? ¿Qué acciones se pueden adoptar a nivel regional?
–La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada es un problema global que afecta la seguridad alimentaria de los países que cuentan con zonas económicas exclusivas (ZEE). Hay una gran cantidad de flotas pesqueras, muchas de ellas patrocinadas por potencias extrarregionales que no respetan las normas internacionales.
Por eso, apoyamos los esfuerzos del Departamento de Seguridad Interior y de la Guardia Costera de EE. UU. en su estrategia para ayudar a los países de la región a identificar quién opera en sus aguas territoriales. Se trata de compartir información para enfrentar los retos a nuestra soberanía.
También estamos interesados en involucrar a los países de los que provienen esas flotas pesqueras, entre ellos China, que posee una flota patrocinada por el propio Estado y que está involucrada en este tipo de actividades ilegales, no declaradas y no reglamentadas.
Un reciente ejemplo es Ecuador, donde la flota china apagó sus equipos de georreferenciación durante buena parte del día en que operaban en aguas del Pacífico, muy cerca de la ZEE ecuatoriana. Hay dos explicaciones: o bien el equipo estaba dañado, o estaban tratando de ocultar sus actividades ilícitas. Por eso, estamos preparados para trabajar con los países de la región en la defensa de sus aguas soberanas.