Juan Orlando Hernández utilizó una red de testaferros que incluye a uno de los narcos más sanguinarios del norte hondureño para blanquear dinero.
antilavadodedinero / Infobae
Choloma es una ciudad mediana a medio camino entre San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras, y Puerto Cortés, la principal puerta marítima del país al Caribe. Choloma es famosa por dos cosas: es uno de los centros textileros más importantes de Centroamérica y también uno de los lugares más peligrosos de la región. Aquí han mandado los narcotraficantes y las pandillas desde inicios del siglo.
Hay otra cosa sobre esta ciudad calurosa de calles polvorientas, rodeada por cerros, que había estado escondida por capas de impunidad y secreto hasta hace muy poco. Fue aquí, en buena medida, donde el expresidente Juan Orlando Hernández, preso en Estados Unidos en espera de un juicio por tráfico internacional de cocaína, empezó a tejer los hilos que lo unieron con los caciques locales de la droga y a construir, con ellos, un imperio criminal.
En Choloma se juntaron dos de los narcos más importantes del mapa criminal hondureño a principios de la década pasada con un piloto aviador que según la justicia estadounidense fue uno de los principales testaferros de JOH, como se conoce coloquialmente al expresidente de Honduras por sus iniciales. Los narcos son Giovanny Fuentes y Melvin Sandres, alias Metro, y el piloto se llama Félix Francisco Pacheco Reyes. Los tres nombres aparecen en diversos documentos judiciales estadounidenses anexos a procesos contra narcotraficantes de Honduras, incluido el de Juan Antonio “Tony” Hernández, el hermando del expresidente.
Tres aeronaves compradas por empresas asociadas a una red de testaferros que trabajaron con los Hernández, y que el expresidente y su familia usaron para lavar dinero según fiscales estadounidenses, formaron uno de los hilos en común entre el imperio de JOH y estos narcos.
El 10 de abril de 2019, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (DOJ en inglés) envió una solicitud de asistencia judicial al Ministerio Público de Honduras (MPH), en el que pedían información sobre varios posibles socios de Tony Hernández. Uno de los hombres por que los agentes estadounidenses preguntaron es Pacheco Reyes, “un testaferro” que uso la compañía “Aviation Partners para comprar el avión Beechcraft King” de placas estadounidenses que luego fueron cambiadas al registro hondureño HR-AXL.
En 2019, el Departamento de Juticia pidió a las autoridades hondureñas información sobre la red de testaferros que estuvo al servicio de Juan Orlando Hernández.
Durante varios años, a partir de 2012, cuando empezó la compra de los aviones, los Hernández estacionaron el HR-AXL en un hangar del aeropuerto internacional en Tegucigalpa, la capital, según la solicitud de asistencia judicial estadounidense. Ahí estacionaban también un jet King Air 200 con registro HR-CLQ y el un Helicóptero Bell 429 global ranger, registro hondureño HR-GCA. Todas las aeronaves fueron compradas por la red de testaferros. Según una investigación de la Revista Expediente Público, el costo combinado de compra fue de USD 10,450,000.
Cuando una compañía de Pacheco Reyes compró los aviones, en 2012, Hernández era un político en ascenso que, tras pasar por la presidencia del Congreso Nacional, se disponía a convertirse en presidente del país. Una vez instalado en la casa presidencial, JOH y su familia empezaron a utilizar dinero público para abastecer las aeronaves, según la investigación estadounidense.
“De acuerdo con un testigo -dice el documento de DOJ, del que Infobae tiene copia-, funcionarios hondureños utilizaron fondos públicos para operar estas aeronaves en asuntos oficiales, y una porción de ese dinero terminó, al final, en manos de la familia Hernández a través de intermediarios como Pacheco Reyes”.
Pacheco no solo fue el procurador de aeronaves para los Hernández Alvarado. Sus compañías también sirvieron para afianzar los nexos financieros y comerciales con los narcotraficantes.
Una de las empresas relacionadas a Aviaton Partners, a través de documentos registrales de los que Infobae tiene copia, es Caribbean Tours. Ambas están relacionadas con los testaferros de los Hernández. Y en ambas aparecen como socios, además de Pacheco Reyes, Lidia Elizabeth Antúnez Figueroa y Carlos Armando García Cárcamo. Es, a través de estos dos últimos, que la red se extendió hasta Melvin Sandres, alias Metro, capo del narcotráfico en Choloma cuando Juan Orlando Hernández empezaba su ascenso hacia lo más alto del poder político hondureño. Sandres es propietario, junto a Antúnez y García Cárcamo, de Lino’s Sport, una empresa de utensilios deportivos que el narco utilizó, entre otras cosas, para equipar al club de fútbol de Choloma, del que él era dueño.
Melvin Sandres, narcotraficante asesinado en 2013 y capo en la ciudad de Choloma, fue parte de la red de testaferrato de Juan Orlando Hernández.
Caribbean Tours también está relacionada a Sergio Neftalí Mejía Duarte, un narcotraficante que fue condenado a cadena perpetua en Estados Unidos en mayo de 2018. Después de la condena, las autoridades hondureñas inmovilizaron los bienes de compañías asociadas a Mejía Duarte, once de ellas, entre las que figuraba Caribbean Tours. Los aviones, sin embargo, habían sido transferidos a otra empresa antes de las inmovilizaciones, una llamada Inversionistas Tecnológicos Unidos, propiedad de otro testaferro de Juan Orlando Hernández.
Los testaferros de JOH y la ruta aérea del narco hondureño
Melvin Sandres era uno de los hombres más poderosos en Choloma a finales de la década 2000 e inicios de los 2010. Junto a Giovanny Fuentes, otro capo local, habían construido en la ciudad textilera un cuartel desde el que regentaban el paso de cocaína por las rutas norteñas de Honduras, que unen las pistas clandestinas en los departamentos de Yoro y Olancho en el nororiente, donde aterriza la droga proveniente de Suramérica, y desde donde forjaron alianzas políticas que luego pusieron a disposición de Hernández cuando, en 2012, el político era el presidente del Congreso y empezaba a cosechar los apoyos criminales y financieros que terminarían aupándolo a la presidencia.
En Choloma, Fuentes y Sandres pusieron a disposición de JOH dinero del narco y, según un testimonio del primero ante agentes estadounidenses, un narcolaboratorio que en sus mejores días llegó a producir entre 300 y 500 kilos de cocaína. Lo que no se sabía hasta ahora es que Sandres fue parte de la red de testaferros que, entre otras cosas, proveyó de aviones al entonces presidente y su familia.
Durante años, mientras Estados Unidos lo investigaba por sospechas de que era él quien en realidad dirigía desde lo más alto del poder político el tráfico de cocaína por Honduras, Juan Orlando Hernández lo negó todo. Cuando, a partir de marzo de 2020, el narco Giovanny Fuentes empezó a colaborar con las autoridades estadounidenses, que lo habían detenido ese año, contó cómo él y Sandres, el narco-testaferro, se asociaron a JOH, el presidente dijo que todo era una venganza de los narcotraficantes a los que él había combatido. Y esa ha sido su defensa hasta ahora; es lo que siguen diciendo sus portavoces mientras él espera juicio en una celda de Nueva York, a donde fue extraditado en abril de este año.
Siempre ha sostenido la defensa de Hernández que las únicas pruebas con las que cuenta Estados Unidos son los testimonios de narcos como Fuentes, pero lo cierto es que hay más, como muestran los documentos registrales y testimonios de decenas de oficiales, algunos de los cuales han conversado con Infobae, que dan fe de cómo la red de testaferros en la que participaron narcotraficantes sirvió al expresidente para blanquear dinero. Otros testimonios indican que los aviones, además, volaban por una ruta aérea que cruza Honduras y por la que también se movía la droga.
Una foto tomada en 2015 y publicada en varios medios oficiales hondureños muestra a Ana García de Hernández, entonces primera dama del país, bajando de uno de los aviones comprados por los testaferros de su marido, el HR-AXL, en el aeropuerto Río Amarillo del departamento de Copán, en el occidente del país.
Foto de archivo del helicóptero Bell 429 global ranger, registro HR-GCA, comprado por la familia de Juan Orlando Hernández a través de una red de testaferros de la que formó parte uno de los narcotraficantes más poderosos del país.
Río Amarillo es un aeródromo ubicado a menos de 20 kilómetros de Copán Ruinas, una ciudad colonial aledaña a un recinto de ruinas mayas. A pesar de que es un destino turístico, el tráfico aéreo hacía ahí, a través de Río Amarillo, es mínimo. El aeropuerto, sin embargo, se mantiene en perfectas condiciones y bajo custodia constante de una unidad militar, según pudo constatar Infobae durante un viaje a la zona a mediados de 2021.
El aeródromo está ubicado en un pequeño valle al pie de las montañas de Copán, donde a inicios de la década pasada mandaba el clan narcotraficante de Los Valle Valle, a quienes Juan Orlando Hernández persiguió luego de romper un pacto que, según un exjefe de la inteligencia policial hondureña, incluyó financiamiento para la campaña presidencial de 2013.
Unos 170 kilómetros al este de Río Amarillo hay otro aeródromo, el de Celaque, en las afueras de Gracias, la ciudad del departamento de Lempira de la que son originarios los Hernández. JOH lo inauguró el 29 de octubre, cuando aún no era presidente del país. A Celaque tampoco llegan apenas vuelos comerciales. El aeródromo servía, sobre todo, para el aterrizaje de aviones militares y de algunos aviones particulares, según funcionarios consultados en Gracias entre 2019 y 2021.
En uno de los cerros aledaños a Celaque, conocido como La Iguala, un comando de inteligencia policial encontró en 2014 un narcolaboratorio equipado para producir clorhidrato de cocaína. Había también plantas de marihuana. Los policías capturaron a dos colombianos, pero cuando el oficial jefe intentó remitirlos al Ministerio Público se encontró con la reticencia de los fiscales.
Los extranjeros, explicaron al jefe policial, contaban con la protección de Constantino Zavala Laínez, otro oficial de la Policía Nacional. Y Zavala, descubrirían después los investigadores hondureños, era allegado a Tony Hernández, el hermano del presidente.