Desde 1980, cuando empezaron a liberalizarse los flujos de capital y financieros, el blanqueo de capitales ha tenido una evolución paralela a las crisis financieras. Más de una década de tipos de interés muy bajos y de fuerte expansión del crédito han dado lugar a una nueva banca paralela, compuesta por los llamados pooled vehicles, PV o PVs, es decir, vehículos fuera de balance, creados expresamente por los bancos para no consumir los requerimientos de capital mínimos exigidos por Basilea. Los PVs incluyen fondos de inversión por participaciones, fondos especulativos de alto riesgo (hedge funds), fondos de capital privado y fondos de fondos. Varían mucho en cuanto a personalidad jurídica (por ejemplo, sociedades anónimas, fideicomisos, sociedades de personas o mediante contrato), objetivos de inversión, jurisdicción, nivel de regulación, tipo de inversor y forma de distribución de sus acciones o participaciones. Retroalimentando la crisis financiera, estos hedge funds o fondos de cobertura y los fondos de capital riesgo y de compra de acciones no cotizadas, llamados private equity, que invertían con muy poco capital y enorme apalancamiento en acciones o deuda obtenían altas rentabilidades a costa de incurrir en un mayor riesgo. La titulización y su posterior colateralización en instrumentos de deuda estructurados (CDO) ha dado lugar en algunos países de Europa, con el conocimiento implícito o explícito de sus reguladores y supervisores, a un desajuste de plazos entre activos y pasivos, así como a un incremento de sus activos de riesgo en una proporción mayor que su nivel de capital y sin valorar adecuadamente el riesgo de capital y por extensión de blanqueo de capitales. Las crisis financieras han demostrado, pues, que los bancos centrales deben ejercer una auténtica labor supervisora en el ámbito financiero que debe extenderse a la lucha contra el blanqueo de capitales. ¿Cómo vamos a dejar que los mismos bancos sigan determinando y asignando la ponderación de riesgo de sus activos cuando esta crisis ha demostrado que han tenido que ser salvados en última instancia por los Estados que han tenido que recapitalizarlos, comprando sus activos más tóxicos y garantizando sus emisiones de deuda, provocando una de las peores crisis crediticias de la historia? La experiencia ha demostrado que los modelos de control interno de las entidades financieras deben ser reformados y que los modelos financieros elaborados en épocas de bonanza económica cuando no han sido acompañados de supervisión regulatoria y modelos de prevención de blanqueo de capitales han dado lugar a la retroalimentación de la crisis financiera, que ha obligado a la actuación conjunta de los estados con el objeto de evitar el riesgo sistémico. Miguel Pérez-Ayala Huertas. Abogado y Economista.
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