El país sacó de nuevo la peor nota en la serie histórica en el examen de la percepción de corrupción en el mundo. El mejor calificado es Dinamarca, en el reciente examen difundido por Transparencia Internacional.
Antilavadodedinero / El País
El discurso de batalla implacable contra la corrupción y renovación radical de la clase política fue clave para que los brasileños dieran la victoria al hasta entonces irrelevante diputado, Jair Bolsonaro.
Sus vagas promesas electorales del presidente ultraderechista en ese ámbito no se han concretado en avances en su primer año como presidente. Todo lo contrario. Los retrocesos por parte del Ejecutivo también del Poder Judicial y del Legislativo son de tal calibre que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) envió una misión en noviembre.
Una las decisiones brasileñas que más alarmó al club de países ricos fue tomada por el presidente del Tribunal Supremo en respuesta a un recurso del primogénito del presidente, el senado, Flavio Bolsonaro, investigado por malversación de fondos y blanqueo de dinero.
Brasil sacó de nuevo la peor nota de la serie histórica en el examen de la percepción de la corrupción en el mundo recientemente difundido por Transparencia Internacional (TI). Sus 35 puntos –los mismos que en 2018- le colocan en el puesto 106 de una lista que encabeza Dinamarca.
“Pese al discurso y las promesas de gran renovación por parte del presidente, congresistas y senadores, 2019 fue pésimo en términos de reformas contra la corrupción”, según Brandao, el máximo responsable de TI en Brasil.
Una de las mayores contradicciones del presidente de Brasil, según el representante Transparencia, es su abierta hostilidad contra la prensa y la sociedad civil, cuya fortaleza es clave para reducir la corrupción.
Odebrecht
El temor a que Brasil frene sus enormes avances en los últimos años contra la arraigada corrupción que lubrifricaba las relaciones la política y el empresariado es mayor en el extranjero que en Brasil, donde la polarización política también contamina este asunto. Aunque las maniobras de Bolsonaro para proteger a su hijo causen recelo en parte de sus votantes.
Las protestas de 2013, las mayores de la historia de Brasil, derivaron en la operación Lava Jato, que envió a prisión a multitud de políticos y empresarios poderosísimos. Muchos de los intocables dejaron de serlo, incluidos los ex presidentes Lula da Silva y Michel Temer, que se declaran inocentes, o el constructor Marcelo Odebrecht, que delató a terceros.